jueves, 2 de febrero de 2023

Parar el mundo (2334)

“Hay que reducir el consumo de carbón y petróleo a cero”, fue la última perla que soltó en Davos un flamante Presidente, declarado enemigo del mercado.

¿No sabe que el 80% de la Energía del planeta, viene de combustibles fósiles? Será capaz de entender el desastre global, que se generaría donde se volviese realidad su ilusa confusión?

Desde luego que hay que buscar la migración a energías renovables, pero es el vilipendiado mercado el que va a definir la dirección y la velocidad del cambio. En la medida en que se ofrezcan fuentes alternas de energía, a menor costo, el mundo las adoptará. Hay verdadera inteligencia y mucho capital invertido en investigación lo que hace muy probable su desarrollo. Esto ocurrirá, independiente del despistado sabihondo viajero en su avión gasolinero, haciendo histriónicas invocaciones para detener el progreso.

¿No sabe que llevar a cero la generación de energía fósil significa paralizar el transporte aéreo y marítimo, ocasionando un colapso económico? A pesar de los avances, no se vé a mediano plazo, cómo mover aviones y barcos sin derivados del petróleo. Para no hablar de la enorme y diversa variedad de productos petroquímicos, sin los cuales volveríamos a circular en taparrabos.

¿No sabe que la meta es reducir el efecto neto de acumulación de gases en la atmósfera? Esto implica que se emita menos, pero en mucho que se capte CO2 usando tecnología innovadora, que también avanza rápidamente precisamente porque se sabe que no es posible parar totalmente el petróleo.

¿No sabe que la huella de carbono de los aerogeneradores, las baterías, los carros eléctricos, los paneles solares, las plantas solares, las hidroeléctricas no es cero? Su fabricación y desecho generan no sólo efecto invernadero sino contaminación considerable. El balance ambiental neto de las fuentes alternas de energía es sin duda menor, pero el impacto integral está por entenderse.

¿No sabe que agricultura e industria, que tanto ha prometido impulsar, representan el 50% del efecto invernadero? y que 27% es por generación de electricidad? Con excepción de países hidroeléctricos, como Colombia, la única opción es migrar a la temida nuclear.

Habla del “capital” como culpable, desconociendo que más de la mitad del daño lo han producido países que fueron o son socialistas. Su fascinación con las proyecciones apocalípticas que exagera y dramatiza, siguen el mismo patrón de morbo patológico que tanto usa para referirse a los problemas del país. El 97% de los científicos concuerdan en el cambio climático antropogénico pero la futurología es mucho más controvertida.

Ojalá haya Colombianos de buena voluntad que envíen al Palacio de Nariño dos o tres libritos y documentales sobre el cambio climático. Que sean serios y basados en datos científicos. Muy improbable que los lea si no comienzan con una declaración ideológica que le guste, pero es un deber patrio tratar de informar al Presidente para que no siga apareciendo en cuanto foro existe, a proferir, con su ya famosa pedantería, tan variada gama de disparates. La comisión internacional de barbaridades presidenciales, está a punto de declararlo fuera de concurso. Su mejor amigo es el silencio.

lunes, 30 de enero de 2023

Autopistas Capitalistas (2327)

Las vías son a un país lo que la circulación es a un organismo. Los vasos sanguíneos llevan alimentación y oxígeno a los tejidos. Donde hay circulación hay vida. El transporte no es solo el motor de la economía. Es la esencia de la libertad de movimiento.

Cualquiera puede hacer el sencillo ejercicio de observar en su celular, abriendo google maps y mirando la red de carreteras de cualquier país o región. Hay una perfecta correlación entre el nivel de desarrollo y la red de carreteras. La telaraña de los países ricos no solo es muy densa sino verde y gruesa: autopistas por las que se circula a buena y predecible velocidad, porque han seguido estándares de diseño y señalización universales.

Similar ejercicio se ha hecho con las fotos satelitales de noche demostrando otra analogía. Donde hay luces, hay energía, hay sistema nervioso. El país se mueve, está activo. Es contundente el contraste entre Corea del norte y el sur.

La telaraña Colombiana es escuálida y delgadita. Eso lo sabe y lo vive todo el que se aventura a hacer un viaje por tierra en Colombia. Nuestra red vial se equipara a la de los países más pobres de África y el sudeste Asiatico. Es difícil entender el daño neuronal que sufrieron nuestros dirigentes de todo el siglo XX. No fueron capaces de captar la importancia de la infraestructura para la prosperidad de un país. Dejaron acabar el ferrocarril que había sido una millonaria y visionaria inversión. Montaron un sistema de contratación que apabulló a la ingeniería civil y ha generado la gran fiesta de la corrupción. Se hacen carreteras con miseria, siguiendo el trazado de montañas que terminan desbancadas o derrumbadas. El costo de la gasolina, los accidentes, las muertes, los bloqueos y las mil reparaciones, termina siendo mayor que los viaductos y túneles que habrían podido reducir el tiempo del trayecto a un tercio y establecer una vía confiable y segura. La torpeza ha sido contagiosa y se ha diseminado a todas las comunidades quienes asumen el poder de decidir trazados o impedir la construcción de vías esenciales para su supervivencia.

Solo en este ambiente de pobreza mental puede surgir un Presidente que califique a las inexistentes autopistas como necesarias solo para que los ricos importen mercancías. Este “summa cum laude” de la tontería ha logrado preocupar a quienes sí conocen el valor de la infraestructura.

Esa misma mente cuestiona la pobreza de la región pacífica: de todo el litoral pacifico de América, ¿cómo es posible que el Colombiano sea el único que no ha prosperado? No es sino abrir un mapa y comprobar que es la única costa sin vías.

Mientras no seamos capaces de entender que el desarrollo vial del país es fundamental y que las autopistas son una inversión excepcional, mientras sigamos basándonos en criterios políticos pichicatos y miopes en vez de adoptar una visión integral e ingeniosa con expertos que sepan diseñar y ejecutar siguiendo especificaciones y técnicas conocidas y probadas. Mientras los constantes desastres viales se justifiquen con lamentos por nuestra “difícil geografía”, estaremos condenados a la miseria que significa no poder mover productos ni gente en nuestras coloniales vías.