sábado, 25 de febrero de 2023

Salud Celestial (2355)

Un grupo importante de Asociaciones que representan a los médicos, expuso algunas de las contradicciones y dificultades que tendría la reforma a la Salud que fue presentada ante el Congreso.

Los médicos apoyan de lleno el marco legal y jurídico garantista. ¿Quién puede tener mejores intenciones que estos abnegados personajes que le dedican su vida al servicio de los demás? Estudian largos años una difícil e imprecisa ciencia y hacen enormes esfuerzos por aliviar el sufrimiento. Por eso y porque en su formación, poco se habla del dinero, son los perfectos agentes de bellos ideales, desconectados de las finanzas.

Critican por tanto el artículo 150 del PL 339, porque “sujeta el derecho a la salud a la disponibilidad presupuestal y al marco fiscal de mediano y largo plazo”- La reforma casi no tiene números, muy pocas referencias a costos y menos a las fuentes de los recursos necesarios para todo lo que se propone. Pero ese artículo es de lo poco juicioso que hay en todo el texto, ajustando la aplicación de los planes a la realidad económica. Sin embargo los médicos lo critican y citan el artículo 334 de la Constitución Política: “En ninguna circunstancia, autoridad alguna de naturaleza administrativa, legislativa o judicial, podrá invocar la sostenibilidad fiscal para menoscabar los derechos fundamentales, restringir su alcance o negar su protección efectiva”.

Esta es una de las piezas de literatura más angelicales que haya podido producir corte alguna en este planeta e ilustra la contradictoria fábula.

Que bello que las agremiaciones de Salud, recuerden la sentencia de nuestros ilustres Magistrados, que ordena garantizar salud a todos.

Cuando esto se le explica a directivos y planificadores de la Salud de otros países, se quedan boquiabiertos. ¿Cómo se puede ofrecer un servicio a la población sin proceder, acto seguido, a calcular cómo se paga? Cómo no se va a entender que las necesidades de salud y bienestar son casi infinitas y los recursos son bien finitos? Especialmente en un país que ocupa el puesto 100 con sus 6 a 7 mil dólares de ingreso per cápita (PIB). Quienes tienen un gasto en salud per cápita de siete mil sonríen, por la inocencia de las pretensiones, de un país que ronda en un mil. No es difícil entender que es imposible satisfacer tan empíreos deseos.

A pesar de esta cita, el documento de los médicos aterriza, anotando que “No hay cifras totales de los recursos que requerirá el Sistema en los próximos años, incluido un plan financiero que defina fuentes y garantice sostenibilidad”.
No hay ni estimados de cómo se pagarán los más de 60 comités y juntas de hasta 38 personas, que regularán el sistema, los 2500 centros de atención primaria, la formalización de trabajadores operativos y de apoyo, las mejoras salariales y muchas otras bellezas.

Los médicos suelen estar muy concentrados mirando a sus pacientes y por eso concluyen, en contradicción con el citado artículo 334, que se debe buscar “el mejor Sistema de Salud posible, acorde con nuestras condiciones de desarrollo económico..” Pedirán ayuda a la Ministra y Magistrados, para desviar su mirada al cielo y ver de cual helicoptero es que van a caer los billetes para tanta maravilla.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Estupidez artificial (2348)

Le pedí a chat GPT que escribiese documentos respaldando las falsas teorías conspiratorias que más diseminación tienen en las redes.
Fue lo suficientemente inteligente para informarme que no había sido programado para escribir sandeces y dio una razonable explicación basada en hechos.
Si un programa “artificial” es capaz de comportarse inteligentemente, cabe la pregunta de porqué hay tanta gente que cree de forma ”natural” tanta tontería y la defiende con firmeza de fe religiosa.

Hay gran cantidad de seguidores de Putin preocupados por las razones “geopolíticas” que amenazan la seguridad de la madre patria, justificando la “operación especial” que ha arrasado media Ucrania generando muerte y sufrimiento indecible a un pueblo que solo quería libertad para definir su destino.

Están los MAGA fanáticos de Trump creyendo el cuento del fraude electoral, apoyando a los violentos que hicieron tambalear una tarde la democracia americana y canonizando a uno de los billonarios más tramposos que existen.

Están quienes escogieron ignorar la evidencia científica y prefirieron morir ahogados en las UCI, y los miles que siguen esperando el fin de la humanidad por los efectos secundarios de la vacuna. Y están los terraplanistas cuyo líder se estrelló contra la redonda tierra al caer el cohete con el que iba a conseguir la prueba definitiva de su estulticia. Para mencionar solo unos pocos mundiales.

Y están quienes en Colombia creen y repiten sin cesar, variaciones alrededor de la historia de un país manejado por 5 familias de aristócratas que ocasionalmente le tiran monedas a un famélico pueblo, que debe salir a la calle a combatir, quemar, destruir y matar, como único recurso para una existencia digna.

Lo que ocurre es que el engaño no es “natural”. Quienes diseñan los algoritmos se basan en darle gusto al usuario, aplicando una distorsionada interpretación de la libertad.
Y si alguien disfruta consumiendo tonterías, los algoritmos lo llenarán de bobadas. Si busca mentiras, lo meterán en un mundo de ficciones. Si la visión de su entorno y el mundo son deprimentes, conocerá el apocalipsis. Si odia con pasión, le fluirá combustible para justificar su rencor y alimentar los actos de violencia.
El periodismo serio, que podría con hechos contrarrestar la tendencia, ha perdido credibilidad por culpa de unos cuantos que se acomodaron al poder político y económico, y ha perdido influencia, ante la avalancha de las redes sociales donde todos se sienten periodistas. La consecuencia es la proliferación de narrativas sin filtro que se diseminan como una peste viral, con la particularidad del sesgo programado: una vez se clickea en la falacia, el algoritmo la seguirá inflando y llenando de primorosos adornos.

De esa manera, “fono sapiens” quien cree de buena fe estar investigando y descubriendo una nueva verdad, llena su cerebro de entelequias, logrando incrementar con tan sofisticado artificio su incapacidad para discernir la realidad. Los sociólogos informáticos ya hablan de la “estupidez artificial”. Suena ofensivo, pero el éxito de la sinrazón indica que ha llegado el momento de exigir algoritmos inteligentes que eduquen, previniendo tanta destrucción y muerte.