viernes, 9 de febrero de 2024

Habemus Satrapam?

Se sigue discutiendo si Petro es un auténtico demócrata que va a entregar el poder en el 2026. Muchos se desvelan con la duda. ¿Es que no lo oyen? ¿Qué parte de sus discursos no entienden? El no tiene porque rendirle cuentas a instituciones inventadas por la oligarquía. El solo le responde a SU pueblo, convertido en milicia popular, ya que los tercos militares insisten en apegarse a una constitución hecha para proteger privilegios.

La pregunta, un poco sonsa, de si dentro de ese cuerpecito se esconde un auténtico socialdemócrata, que va a respetar las reglas de transición pacífica del poder y va a ocuparse de realizar unas elecciones limpias, parece hecha por arcángeles sordos.

Petro, como Trump, dijeron siempre, que si perdían la elección era porque les habían hecho trampa, y quedaba autorizado para volver a incendiar el país. Trump, por su lado, cumplió lanzando su turba al Capitolio.

No se entiende que son personajes egocéntricos que han perdido por completo la capacidad para ver la realidad o aceptar cualquier regla que los limite. Estaban trastocados aun antes de llegar al poder y sustentan toda su ideología en una visión falseada, con la que venden odio, rabia y miedo. Al ganar, logran patente de genios y su importancia no resiste comparación con ningún evento de la Historia. Hasta AD (antes de Donald) o AG (antes de Gustavo), todo era un horror, las bandas criminales se paseaban impunes, los corruptos se embolsillaban todos los presupuestos, los hospitales y escuelas estaban en la miseria, el hambre era rampante. Pero DG, el país cambió: los campesinos cantan en el campo mientras recogen los frutos de la tierra que dispensa el Señor, los criminales tiran sus armas y alaban el paso del Salvador, los maestros enseñan, los niños aprenden, los enfermos se curan.

Son muchos los libros que describen la distorsión mental que sufren los Narcisos cuando llegan al poder. Si los balances de la democracia actúan, incita a la guerra civil, y envía también turbas a las cortes, siguiendo los pasos de su amigo, el ventrudo vecino que afirma a gritos que ganarán por las buenas o por las malas. La pregunta no es si Petro tiene intención de respetar la democracia. La pregunta es si el pueblo y las instituciones son lo suficientemente sólidas para impedir la instalación de otro Sátrapa en Latinoamérica.

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domingo, 4 de febrero de 2024

Gerenciar el pais

Un senador decía que Petro no se ha dado cuenta que él es el gerente del país. Después de 18 meses le sigue echando la culpa al gobierno (si, al suyo), a los políticos, a los ricos, a los neoliberales y a la “casta que lleva 200 años de explotación”. Nunca he sido capaz de ver o admitir todo lo que había mejorado el país y lo mucho bueno que todavía tiene.

Para él todo ha sido y paradójicamente sigue siendo, un horror, porque él solo llegó al gobierno. El poder lo tienen los ricos que no lo dejan gobernar.
Hay que reconocer que raras veces tiene razón. El poder en este país, y en cualquier otro, lo tiene la inmensa mayoría que trabaja y genera riqueza. Son todos los que mueven la economía y generan prosperidad. No lo tiene el 3% que son los que viven del estado, en alta proporción lo parasitan y en buena parte se dedican a obstruir la generación de riqueza.

Afortunadamente, buena parte de latinoamérica lo ha entendido. Y no importa que tan torpe sea un gobierno ni cuantas triquiñuelas se inventen para esquilmar a los que trabajan, quienes de verdad tienen el poder económico son los millones que salen todos los días a ver como le aportan a la sociedad un servicio o un producto a un precio competitivo.

En realidad, lo que ocurre es que Petro ni siquiera considera que haya que gerenciar el país. Más aún, no entiende ni sabe que es gerenciar. Si algo caracteriza a la mente socialista, es el desprecio por el empresario, el directivo, el gerente. Todos son vistos como abusadores y explotadores del verdadero valor que es el trabajador raso. No logran entender que entre todos se conforma un equipo que en la medida en que es gerenciado con el clásico “planear, organizar, dirigir y controlar”, se logra aportar un beneficio a la sociedad. No captan que el dinero, que los asquea cuando no está en sus bolsillos, no es sino una unidad que sirve para medir la capacidad de servir a la comunidad. Su desprecio por el complicado y difícil trabajo de gerenciar los lleva a entregarle “al pueblo” el manejo de las empresas. Los desastres que han resultado de esta concepción han sido numerosos aquí y en todas partes, siendo la ruina de PDVSA o la ruina de un país, el más reciente y cercano. No han podido entender que el “milagro chino”, resultó de la estrategia del partido comunista de enviar cientos de miles a educarse en administración de empresas en universidades americanas.

Esa miope y obtusa visión es la que lo lleva a proponer que los ingenios sean manejados por los indígenas, los puertos por pescadores y el aeropuerto Palmaseca, ejemplo de buen funcionamiento, vuelva a manos de la burocracia estatal.
Si, el poder lo tiene la inmensa mayoría de Colombianos que trabajan y han logrado un patrimonio y modo de vida. No se lo pueden dejar quitar por un Narciso monotemático y desinformado que se empeña en imponer recetas de miseria.
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