sábado, 18 de noviembre de 2023

Presupuesto en Salud

Se insiste mucho en la importancia de hacer estudios realistas para garantizar el “derecho fundamental a la Salud”. Sin ahondar mucho en lo que esto quiere decir, es obvio que prestar servicios médicos tiene costos y si no se asignan recursos para cubrirlos se está proporcionando Salud en el papel, recurso que no es extraño a la legislación y cultura Colombianas.

Para dar una idea de las confusiones que se publican en cifras debemos hacer un análisis en billones de dólares (9 ceros) comparado con el mundo.
Según la OCDE el gasto en Salud en Colombia es 50, el presupuesto de Salud es 15, según planteaba la Ministra era 5 y según el ADRES es 0.5.
En la mejor de las cifras el gasto per cápita es US$1.181, que comparado con el promedio del grupo de 4.877 y con el de USA, con un 30% de la población no cubierta, de 12.000. La UPC promedio es $561.

Al no tener un marco económico que permita volver realidad los buenos deseos de darle la mejor Salud a todos, los ejercicios que se proponen son fútiles o para decirlo en términos más coloquiales, propios de la pendejada nacional.
Si países con PIB per cápita entre 4 y 7 veces el de Colombia gastan en sus muy restrictivos sistemas de Salud sumas muy superiores, se hace obvio que la pretensión de garantizar el “derecho fundamental” con 8 dólares o 500, o 1000 es ilusoria. De hecho lo que garantizan casi todos no es “La Salud” sino el acceso a ciertos servicios médicos con muchas limitaciones, racionamientos y esperas. Solo unos cuantos subdesarrollados decretan en el papel lo que no van a poder cumplir. Lo que si logran montar con mucho éxito es una farsa informativa que mantiene a la población enferma en subregistro y a muchos incautos, en el engaño.

La realidad es que 20 de 24 EPS no tienen recursos para cubrir sus deudas. Les falta la fruslería de 3 billoncitos de dólares. Han atendido sin tener con que.
Es válido solicitar como lo hace la ACSC que haya transparencia en los sistemas de información y contratación, que actúen los entes de control y vigilancia, pero si no se aterrizan las cifras, solo va a servir para cuantificar un enorme hueco. No hay que ser muy agudo para ver el desastre de un sistema que presupuesta COP 1.7 billones y la sola Nueva EPS tiene cartera de 2.
Está además el punto de los costos administrativos. Como todo el sistema funciona con grandes contratos, se garantiza la corrupción y todos los esfuerzos por controlarla se van en inoperantes y costosos procesos administrativos que determinan que un 30% de los recursos se desvían de la atención médica a mover papeles entre funcionarios.

El control más universalmente probado, en todos los sectores y culturas es la libertad de escogencia por parte del enfermo. Bellamente enunciado en todos los principios de las leyes y consistentemente violado en todos los contratos que estimulan la comisión para asignarlos y la respectiva tajada para pagarlos. Quien “entiende el sistema”, prospera. Quien quiere dar un servicio de calidad, sin participar de la piñata, está condenado a llenarse de papelitos llamados “órdenes de servicio” a los que nadie le reconoce valor alguno. Es la moneda de la Salud que seguirá arruinando hospitales.



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