viernes, 4 de noviembre de 2022

Ideologia climatica

Se usa la palabra precisamente porque representa un conjunto de ideas que definen una forma de pensar. Por eso le acomoda tan bien al Marxismo y sus nuevas variantes. Ideas, deseos, teorías, elucubraciones. Si no tienen relación alguna con la realidad, no importa. Lo que importa es que suenen bonito, y tengan apariencia intelectual y compasiva. Quienes viven en ese etéreo mundo, suelen calificar los discursos ideológicos de profundos e impactantes, y los celebran con primor.

El liberalismo, por el contrario, se basa en analizar la realidad. Usar el método científico que consiste en observar, registrar, describir y ensayar. Ha sido adoptado por la mayor parte de la humanidad, siguiendo las conclusiones de varios premios Nobel de economía.

Seguirle dando vueltas a ideas pauperizantes, es el camino que ha escogido América Latina. Las diferencias en prosperidad están a la vista, como cuando nos comparamos con Corea, con una economía 6 veces la de Colombia, y 20 veces la de Corea del Norte, donde el manifiesto comunista va en tercera generación de privilegios dinásticos. La tozudez ideológica permite ignorar la obvia conclusión: estamos menos desarrollados por estar más cerca de Corea del norte que el sur. Aquí y en latinoamérica se cumple cada vez más que la riqueza se logra enchufandose al poder y no asegurando la libertad que premia el talento y la iniciativa.

Observar que a la humanidad la mueve el afán de superación, de mejorar, de poseer, puede ser menos romántico que fantasear equidad y justicia, pero es la realidad. Ese motor que tenemos dentro es el que nos lleva a innovar y tener la disciplina para trabajar duro, con tal de mejorar nuestra situación. Se denigra como una perversión egoísta, desconociendo que cuando se estimula y permite para todos, el resultado es una sociedad que mejora equilibradamente su nivel de vida. La prosperidad resultante significa mejor vivienda y alimentación, acceso a más bienes y servicios, transporte cómodo y eficiente, con mayor consumo de energía y más efecto invernadero. Al planeta no le importa si la contaminación la produce el capitalismo o el socialismo. Por eso resulta tan necio afirmar que la humanidad se esta suicidando con un arma llamada Capital. Tenemos 30 años para reducir los 51 millones de toneladas de gases invernadero que le agregamos a la atmósfera cada año. Se han hecho enormes avances y hay razonables esperanzas de lograrlo gracias a la creatividad para desarrollar fuentes de energía alternativas. La solución no está en melodramáticos llamados a la humanidad, disfrazados de profundidad filosófica, para que se abandone la ambición de prosperar, implicando que solo con la primitiva pobreza estaremos en equilibrio con la pachamama. Ni está en la obcecada insistencia en parar la exploración en un país que representa un insignificante porcentaje de la producción mundial de petróleo. Lo que Colombia deje de bombear, lo compensa un príncipe Saudi abriendo una llave del baño de uno de sus palacios. La transición a energías renovables será gradual y sólo cuando sean competitivas, se podrá ir reduciendo el consumo de fuentes fósiles de energía y en consecuencia, la producción.