domingo, 12 de diciembre de 2021

Mi verdad - el clima

Poner de acuerdo a presidentes y dirigentes de 197 países y comprometerlos con acciones difíciles tiene un mérito indiscutible. Desde Kioto, pasando por París, hasta Glasgow, se vienen reuniendo miles de expertos que evalúan cómo los humanos estamos estamos arrasando con ésta, nuestra única morada.
El método científico implica que toda observación o experimento se somete a múltiples comprobaciones en muchos sitios por diferentes personas. Así se solidifica la evidencia científica. En ciencias exactas no hay mayor discusión una vez que se establece un principio. Por eso se la llama Ley. La fórmula de la ley de la gravedad funciona siempre y no se la somete a votaciones.

Pero otras no son tan exactas y no por ello dejan de ser Ciencia. La razón es que son demasiadas variables y no alcanzamos a entender la totalidad de sus interacciones. Siendo menos precisas representan la mejor aproximación a la verdad.
El análisis de lo que le está pasando al planeta cae en esa categoría. Hay quienes cuestionan la precisión de las medidas y controvierten la magnitud de las predicciones apocalípticas.

Pero quienes niegan que fono-sapiens ha generado cambios, pretenden tapar el sol con las manos.
Basta ver los reportes de especies que han desaparecido o están a punto de hacerlo, hacer seguimiento de fotografías satelitales de bosques, selvas y glaciares, realizar que la pesca industrial tiene que ser subsidiada, para que acabe con lo poco que queda. Leer de fuentes confiables cómo estamos eliminando la biodiversidad, llenando la tierra a unas pocas especies que esclavizamos para satisfacer nuestros gustos, llenando la atmósfera de metano, y contaminando ríos con pesticidas y fertilizantes, consecuencia del monocultivo intensivo. Conocer las mediciones de temperatura y acidez de los océanos que están convirtiendo los corales en gigantescos cementerios de esqueletos blancos.

Tenemos que entender, que es basándonos en hechos y datos, que tendremos acceso a la verdad y así tomar las acciones necesarias para sobrevivir. No se puede adornar la controversia argumentando que se trata de manipulaciones políticas de los más liberales y verdes, o que algunos se enriquecen con el cuento. Es argumentación fútil y puede usarse en ambos sentidos: el negacionismo climático se genera en el conservadurismo de quienes se asustan con el cambio porque ven amenazada su riqueza basada en la energía no renovable.

Los cambios inducidos por la actividad humana en el planeta son indiscutibles. Lo que se puede discutir es su gravedad, y cuanto es el tiempo que tenemos para cambiar. Pero tiene que haber una conciencia en gobiernos, empresas, ciudades, grupos y personas, sobre la urgencia de evolucionar hacia una interacción distinta con la naturaleza. Puede ser lenta y gradual y no debe incluir medidas ruinosas como parar de un tajo la producción de petróleo en un país como Colombia.

Muchos de los entusiastas e influyentes antivacunas han muerto de Covid. Literalmente ahogados en su ignorante tozudez, han arrastrado a muchos seguidores a escoger el camino de la muerte.
Asumir esa misma actitud con el cambio climático, es también invitarnos al suicidio colectivo.

Mi verdad - la vacuna

Cómo construye cada cual su verdad? Solía ser fácil creer en lo que nos habían enseñado y estaba escrito en libros sagrados. Vino la ilustración y creímos que el método científico nos revelaría siempre la verdad. Y no se puede negar todo lo que la humanidad ha avanzado gracias a la ciencia.
Pero resulta que los problemas que enfrentamos no son sencillos. Quisiéramos que todo se resuelva con un simple SÍ o NO. ¿La vacuna sirve? ¿Tenemos democracia? ¿Estamos destruyendo el planeta?
Con internet, nuestra fuente de la verdad dejó de estar en unas pocas personas, o libros. Tenemos acceso a miles de opiniones y datos que nos llegan empacados en todos los medios posibles y filtrados para que nos gusten

Cómo construimos entonces NUESTRA verdad? ¿En qué creo yo? ¿Qué historias consumo? Porque me creo unas y rechazo, o ni siquiera miro otras?
Empecemos con Covid. La mayoría de la gente cree que la Medicina está regida por la Ciencia y por tanto los médicos son unos modernos sacerdotes. Eso es cierto en un buen porcentaje. Pero hay charlatanes, pseudociencia, fraude estadístico y locos con título. Sería lindo y fácil contestar la pregunta de la vacuna con un estruendoso SÍ.

Sí reduce dramáticamente la ocupación de las UCI y las muertes. Pero no las elimina, especialmente en viejos y enfermos. Reduce la frecuencia de contagio pero muchos vacunados se enferman y pueden transmitir la enfermedad. La protección de la vacuna es buena pero a los 6 meses comienza a bajar por lo que todos vamos a terminar con dosis recurrentes. La inmunidad de rebaño aplica, pero está pareciendo que por la contagiosidad de las nuevas variantes va a tener que acercarse al 90% .

Esta es la verdad que hemos podido construir con la observación de los hechos y datos, constantemente corroboradas por científicos honestos, con mentes equilibradas, que están en el oficio de observar la realidad del comportamiento de un virus nuevo y orientar nuestras decisiones.

Explica porqué algunos países están creciendo un diente más del fatídico serrucho que ha sido la gráfica de la pandemia. Y está llevando a que algunos gobiernos se desesperen con quienes han resuelto construir su verdad con pintorescas conspiraciones, elaboraciones simplistas y farsantes titulados, e inclusive están considerando vacunar a la brava. Es que las delta y omicron de los no vacunados nos van a llevar a encierros. Es que todos pagamos por sus costosas y buscadas estancias en las UCI. Hay médicos y enfermeras que ya no dan más y están renunciando a lidiar con tan suicida e ignorante terquedad.

El valor más preciado es la libertad. Todos la debemos defender. Para informarnos, pensar y creer en lo que queramos. Pero si nuestras creencias generan acciones que pueden hacer daño a los demás, pisamos el límite de nuestra libertad. Para disfrutarla con responsabilidad tenemos la obligación de buscar fuentes serias, cotejarlas, verificarlas y usar el sentido común. Cuestionarse y correlacionar con hechos verificables. Si eso se hace con juicio y se aprenden rudimentos de matemáticas y estadística, se podrá evitar construir verdades que parecen disparatadas fábulas. Continuaremos con la democracia y el clima.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Lo social



En la evaluación de la gestión de los políticos, la categoría que más fascinación produce a los periodistas es “lo social”.

“Manejo muy bien la economía, pero se rajó en lo social”, es una de las bulas mas proclamadas.

Pero qué es “lo social”? Si se cree en la ortodoxia del liberalismo económico, el estado interviene sólo para proteger la libertad económica, que genera prosperidad, empleo y bienestar. Para ayudar a los desafortunados que no lograron puesto en el tren de la economía, están las organizaciones de caridad. Un enfoque más al centro consiste en reconocer que el estado, como representante de la sociedad debe ocuparse de los desvalidos. Si movemos el dial a la izquierda, el estado tiene que responder por todos. Tenemos el derecho a ser asistidos y ayudados. Y aunque eso suena justo y bonito, la práctica ha resultado en tragedia. En la medida en que un grupo humano aprende que pedir, es la virtud mas preciada, se invierte el ciclo de generación de riqueza y la miseria se generaliza. Ha ocurrido en todas las latitudes y culturas. Con unos experimentos sociales, que si hubiesen sido diseñados con criterio científico, no habrían quedado tan válidos: las dos alemanias y las dos coreas. La misma gente, la misma capacidad, la misma cultura y tierra. Dos sistemas distintos y 40 años después la riqueza de la economía libre es 50 veces más que la socializada.

Podrán inflamarse algunos, pero la verdad es que Colombia tiene, después de Cuba y Canadá, el sistema de salud más socializado de América, y el asistencialismo es cada vez mayor. Se podrá argumentar que se requiere más, pero si el asunto se generaliza, se para la producción y no queda mucho por repartir.

Hacer empresa, crear empleos, mejorar las condiciones laborales, es lo más social que puede haber. Se trata a la gente con dignidad haciéndole sentir que el destino está en sus manos y que tiene la libertad de usar sus bien ganados recursos en lo que quieran. Y se contribuye, vía impuestos, al bienestar general.

Asombra la absurda disociación moral que permite calificar a un gran empresario, generador de productos, servicios y numerosos empleos, como un expoliador social, mientras se montan dulces apologías a quienes reparten la plata que otros han producido En la obsesión por denigrar la riqueza de quien ideó, arriesgó y trabajó, se ignora con siniestra alevosía que el gran capital no es sino una máquina de humanos que trabajan y producen para el bien de ellos y toda la sociedad.

En cambio los subsidios humillan, destruyen la iniciativa, a menos que sean usados para pobreza extrema o igualar oportunidades para los capaces.



La grave tragedia del socialismo no es el daño que le infringe a quienes lo padecen. Es el engendro de una cultura de dependencia, en la que la creatividad, las ideas, el impulso para mejorar, trabajar duro y con disciplina, desaparecen. Los resultados han mostrado una y otra vez la distancia entre el bello discurso igualitario y la realidad de una gran masa empobrecida, que ve como una camarilla se llena de privilegios. Al tener garantizada la existencia, y perder el acicate para progresar, el humano se acomoda en los sillones de la mediocridad.

A la minga

Saben Ustedes generar escritos y producir bonitos discursos de paz y entendimiento. Que distan mucho de las acciones en las que se involucran. No pueden pretender que olvidemos, que gracias a su última visita, la ciudad y el Valle estuvieron sitiados. La infraestructura de transporte público quedó destruida. Innumerables negocios fueron quemados. Hubo escasez de gasolina limitando aún más la movilidad de los ciudadanos. Enfermos murieron por falta de atención o insumos. Los niños en los orfanatos y los ancianos, pasaron hambre y dificultades. El 41% de las empresas cerraron. 6% de los negocios fueron vandalizados. El 8% de las empresas cerraron definitivamente. El desempleo por el paro, superó con creces al de la pandemia. Hicieron un gran aporte al sufrimiento de los más pobres.

Reconocemos que sus ancestros fueron apabullados y dominados por la Conquista Española. Es cierto que durante siglos padecieron un oprobioso dominio por el resto de la sociedad y que su cultura fue despreciada e ignorada. Pero qué tan atrás necesitamos ir en la historia, para resolver nuestros problemas y trabajar juntos como compatriotas? También es cierto que sus ancestros fueron hace siglos, invasores de estas tierras y que implantaron costumbres bárbaras y violentas, comparables a las de los conquistadores que los atropellaron.

Los atropellos del pasado han sido resarcidos en la Constitución del 91, en cuya redacción ustedes participaron. Allí se establecieron unos privilegios para los indígenas que no tienen el resto de los colombianos. Han recibido tierras y reciben millones del Estado en forma regular.

Ustedes manifiestan que quieren venir a hacer una “reflexión social” ¿Cómo reaccionarían si un grupo de caleños se va a sus tierras, les bloquea la libre circulación, les impide la llegada de alimentos, les limita la atención de los enfermos y les controla su vida? ¿Qué reflexión harían? Estarán tranquilos sabiendo que eso no va a ocurrir. Sería muy difícil integrar un grupo que disponga del privilegio, el tiempo y los recursos para salir de paseo reflexivo por el Cauca.

¿Quieren paz? ¿Quieren evitar confrontaciones? Quédense sus tierras. Las tienen amplias y abundantes. Trabajen. Demuestren que tienen ideas y capacidad, que su vasta cultura ancestral les sirve para generar bienestar para Ustedes y los demás. Sean ejemplo de organización y civilidad para el resto de los Colombianos. Hagan que nos den envidia y los admiremos, y los queramos visitar.

Sin necesidad de que se tomen la molestia de tan largo viaje, los invitamos a que nos ayuden con estas reflexiones, allá: ¿Cómo invierten los billones de pesos que el Estado Colombiano les entrega anualmente? ¿Cuál es la productividad de las extensas tierras que están bajo su dominio? ¿Qué aporte o esfuerzo hacen ustedes para disminuir la inequidad? ¿Por qué sus tierras han sido invadidas por narcotraficantes violentos, que atormentan a la comunidad, generando muerte y sufrimiento en su zona de influencia?




Creemos firmemente que es posible el entendimiento pacifico entre todos los Colombianos. Pero la candidez no nos da para creer que esas masivas movilizaciones que arman con tanta eficiencia, busquen ese objetivo.

Jubilados del mundo: Unios!

A sus 93 años Richard Attemborough ha hecho un documental* contundente y sobrecogedor. Es el testimonio de una larga vida dedicada a mostrarnos la naturaleza y la importancia de la biodiversidad. En su afortunada existencia recorriendo el mundo, da cuenta de cómo los humanos hemos pasado de 2.3 a 7.8 billones, duplicado la concentración de carbono en la atmósfera y acabado con el 65% de la vida salvaje.

Nuestra especie ha mostrado ser la mas inteligente, pero no la más sabia. Así como el acaparamiento de la riqueza por unos pocos lleva a sociedades inviables, homo poco sapiens ha arrasado con todo, en su afán de crecer y predominar. Seguimos cortando 15 billones de árboles al año. Hemos acabado con la mitad de los bosques. El 70% de las aves del mundo son domésticas. Somos, en peso, el 30% de los mamíferos y nos comemos el 60% concentrados en unas pocas especies. La sobrepesca de los océanos ha acabado con el 90% de las especies grandes. Los corales se transforman a esqueletos blancos. Hemos logrado derretir el 40% del hielo ártico y diezmar el 90% de las poblaciones de agua dulce.

Con imágenes y cifras indiscutibles nos muestra cómo, si seguimos adueñándonos del planeta, el futuro es tétrico. Escasa agua dulce, océanos ácidos, calientes y sin peces, tierras agotadas, clima impredecible, grandes áreas inhabitables. Han ocurrido 5 extinciones masivas. Estamos dando pasos acelerados hacia la sexta, esta vez en un acto de arrogante suicidio colectivo.

Pero también nos muestra cómo podemos revertir la destrucción. Es esencial parar el crecimiento de la población, la tala de bosques, regular la pesca, cambiar la dieta y convertir a energías renovables. El sol nos da 20 veces más energía de la que requerimos.

Demuestra que sí podemos reaccionar, con ejemplos contundentes. Costa Rica ha recuperado el 50% de sus bosques, Palau, implementando vedas, ha recuperado la pesca, Holanda, con tecnología, produce 10 veces más alimentos por unidad de terreno, Marruecos usa el sol para el 40% de su energía y está en camino de convertirse en exportador de electricidad solar. La ONU está por vedar la pesca de altamar.

Restaurar y respetar la biodiversidad es esencial a nuestra supervivencia. (“Rewild” es el término que implica rebobinar el respeto de lo silvestre). Si seguimos destruyendo el mundo natural al ritmo que lo hemos hecho, Attemborough nos advierte: esta especie se acaba. Las predicciones para el 2100 son casi apocalípticas.

Por qué es tan creíble e impresionante este testimonio? Porque viene de un personaje, que a sus 93 años se toma el trabajo de mostrarnos su vida dedicada a tomarle el pulso al planeta. Qué ejemplo para los viejos. Aunque somos los que más pronto nos vamos a extinguir, estamos llamados a usar nuestra experiencia y dar también testimonio, buscando sacudir a los responsables del destino de la humanidad.

Que los viejos hábiles y funcionales se entusiasmen y sigan el ejemplo de Richard. Se levanten de sus sillones y participen desde su capacidad, estimulando la reacción que tiene que ocurrir para que le quede un mundo vivible a los jóvenes. Jubilados del mundo: despertad y uníos. La humanidad os requiere!



*Netflix

Soñar ciudad

Los compromisos de COP 26 son valiosos y representan una comprensión por parte de los líderes del mundo de la magnitud del daño que está representando esta sobrepoblación de humanos queriendo disfrutar de un estándar de vida cada vez mejor.

Es simplón no suponer que todos, en la medida en que puedan, quieran tener acceso a las comodidades del mundo moderno. Y eso significa un consumo de energía cada vez mayor. Quedan pocas dudas: si seguimos basando el progreso en combustibles fósiles, volveremos el planeta una pesadilla.

Pero no basta que los líderes del mundo se comprometan. Si el resto del mundo, en todos los niveles, no es capaz de cambiar el modelo de vida tan uniformemente diseminado, no se va a lograr el objetivo.

Por eso a nivel local he propuesto Soñar Ciudad. Es la descripción de las transformaciones que podrían hacerse en una ciudad como Cali, si sus habitantes tuviesen la imaginación y la determinación para lograr cambiar su entorno y vivir una ciudad más amable y equilibrada.

La premisa fundamental, es reconocer que el carro, el automóvil, es un disparate. Nuestras ciudades se han transformado en pesadillas por la obsesión de construirlas, expandirlas y diseñarlas alrededor del carro.

El carro es un absurdo energético. Solo un 2% de la energía que consume se usa para mover el ocupante. La gran mayoría se usa para mover los mil a dos mil kilos de hierro y parafernalia.

Pocas personas piensan que cada que se montan en un carro toman un arma homicida y salen a recorrer las calles alegremente en busca de víctimas desprevenidas. Combinamos camiones enormes, buses, carros, bicicletas, motos y peatones. Asombra que no tengamos sino 40.000 accidentes y 7.000 muertes cada año. Este terrible hecho de violencia lo acepta la sociedad como parte de la vida. Cuando además le mezclamos nuestro bajo nivel cultural, que permite que personas sin instrucción ni educación, salgan a las calles a cometer todo tipo de violaciones, y a esto le sumamos un pobrísimo control policial, con un ineficiente sistema judicial, entendemos porque nuestros accidentes de tránsito matan 5 veces más por habitante y gasolina consumida que los países desarrollados. Pocos caen en cuenta que es tanta la capacidad de daño y muerte del sistema de transporte, que nos hemos tenido que inventar un sistema específico de aseguramiento para tratar de pagar la enorme cuenta en salud que esto representa.

Se argumenta que este es el precio que tenemos que pagar para movernos. Pero resulta que nuestras ciudades no han sido diseñadas para los carros. Con obras públicas pobres, inconsistente señalización y normas de tránsito violadas por doquier, no nos debe asombrar que nuestra productividad sea tan baja. Cuando la gente está bloqueada en la calle, no trabaja.

Podemos, desde el nivel ciudad, hacer una contribución a la revolución energética del COP 26? Y de paso evitar el desastre en salud pública,economía y movilidad ? Si, no es tan complejo, y ciertamente no consiste en armar protestas, que solo van a empeorar nuestra ineficiencia. .

Quien tenga interés puede leer el paso a paso de transformar la ciudad y los vehículos en http://bit.ly/soñarciudad.

Ciudad bloqueada

La pesadilla se está cumpliendo. Esta vez lentamente. Después de vivir la tragedia que significó sitiar la ciudad por dos meses con unos bloqueos criminales, nos estamos bloqueando lentamente por la congestión vehicular. La velocidad promedio de un carro en Cali, es de 16 km por hora.

Es un desastre que venimos construyendo gradualmente, mediado por la incapacidad de imaginar una ciudad en la que el carro no sea el principal actor del transporte.

No hemos tenido los recursos económicos, ni el desarrollo en ingeniería civil, ni la honradez, para construir una infraestructura vial razonable. El MIO no fue solución porque partió de un concepto equivocado, fue ejecutado con desmaña y su operación y aceptación por la comunidad han sido muy pobres.

El resultado ha sido el sálvese quien pueda, con motos suicidas, reciclaje de carros viejos para el transporte informal, y un apurado esfuerzo de la clase media para hacerse al anhelado carrito. Los cálculos están hechos. A este ritmo no está lejos el momento en que las calles estén tan copadas que nada se mueve. Excepto las motos por los andenes atropellando peatones. Las vías convertidas en un inmenso parqueadero de carros pitando por avanzar unos pocos centímetros.

Tenemos que ser capaces de soñar una ciudad distinta. Siendo pequeña, mayormente plana y con un clima benigno, el principal medio de transporte debería ser la bicicleta, motoneta o carro eléctricos. Que ocupen menos espacio, no contaminen y no maten. Que no requieran grandes e irrealizables obras viales para solucionar cruces. Un vehículo de esas características se puede fabricar enteramente en Colombia, estimulando la economía y parando la exportación neta de riqueza que significa la solución existente de importar todo lo que se mueve. El carro eléctrico es menos complejo y se ahorra miles de piezas del convencional. Por algo Tesla vale hoy un trillón (US) de dólares. Si se logra orientar el esfuerzo de ingenieros locales a fabricar un vehículo liviano (sin latas), simple mecánicamente, pequeño, y se pone a circular en vías exclusivas en las que nada se mueve a más de 30 kms por hora, podríamos aproximarnos a una ciudad vivible y amable, en la que la gente pueda llegar a su destino en un tiempo razonable, sin el prospecto de perder la vida en el intento.

La transformación de la ciudad tiene que ser gradual y siguiendo una planeación con una lógica muy distinta a la actual. Desarrollo vertical en las vías de eléctricos y bicicletas y barrios pueblo con todos los servicios para reducir la necesidad de recorrer trayectos largos. Evolucionar hacia un concepto de ciudad sin polución, sin ruido, sin accidentes mortales en la que la vida no transcurra en un cajón de hierro lleno de comodidades costosas, requiere tumbar paradigmas muy afincados en las mentes. Muchas ciudades europeas lo están logrando, y han demostrado que no es una utopía. Igual que con el cambio climático, no tenemos alternativa. O seguimos empecinados en recorrer el camino hacia el desastre en nuestros ineficientes, contaminantes, peligrosos y costosos vehículos o aceptamos las necesarias transformaciones que requerimos como sociedad y ciudad para seguir siendo viables.

50/50

La mitad más uno es la regla de la democracia que todos creemos aceptar. Si son 100 los que votan, es fácil decidir quién gana. Pero si son millones, ¿vale la mitad más uno? ¿Quién confía en el conteo? Y si hubo errores? O fraude? Se vuelve muy fácil tener unas cajas extras con votos que llegan de algún lugar distante.

Es lo que ha pasado en Perú. Pasó en Israel, en Turquía, y es el alegato sin cesar de Trump, que invalida la esencia misma de la democracia. Si esto se combina con congresos inoperantes, políticos corruptos dedicados a eternizarse en el poder, partidos de compinches, la consecuencia es votantes desesperados por encontrar un salvador.

Así, solo se requiere que aparezca en escena el Narciso levantisco que aplique la patentada fórmula: Él tiene la solución para todo. Se lo cree y a través de su envolvente discurso, se lo hace creer a muchos. Al principio, con dirección, firmeza y apoyo, logra avances que generan entusiasmo. Se convence de la necesidad de perpetuar su obra, e inicia la fase de consolidación: suprimir la oposición y prensa libre, que adquieren categoría de traidores a la patria, control del congreso, justicia y sistema electoral.

Quienes criticaban ardorosamente la imperfecta democracia que tenían, terminan lamentando y sufriendo una oprobiosa tiranía. Pero ya es muy tarde porque la nueva policía secreta encarcela, tortura y mata. Ahí si de verdad.

Si la democracia Colombiana no se sacude,va a repetir la historia, que con tanto sufrimiento se fraguó en la Alemania de Hitler, la Libia de Khadafi, la Nicaragua de Ortega, la Venezuela de Chaves, para mencionar unos pocos ejemplos.

La mitad más uno? Es el caldo para confusión y confrontación si la opinión sigue dividida con tanta precisión, como viene ocurriendo. Se tiene que establecer que gana quien tenga mas del 1%. La mitad mas 1. Porciento. Si es menos, se declara empate. Como no hay penaltis, tendrán que compartir gobierno. Es lo justo. No hay razón para que el 50 le imponga al otro 50 su sistema. Tienen que negociar cómo reparten el poder.

Si no se adopta ésta, o una fórmula parecida, vendrá el cuestionamiento a la legitimidad del ganador y la oposición rabiosa.

Reeleciones? Si se quiere evitar el riesgo de tiranía y acabar con la corrupción política deben prohibirse en todos los niveles. Preferible tener novatos chambones a crónicos ladrones.

Si la sociedad no se vacuna, combatiendo la causa ultima de su enfermedad, seguirá padeciendo los mismos males, asi les cambie de nombre.

Mientras los científicos del comportamiento refinan la formula, la Registraduría tiene que hacer un enorme esfuerzo de transparencia y eficiencia. En la era de internet no se puede permitir que a ultima hora entren los sospechosos votos de pueblos remotos que inclinan la balanza.



Con confiabilidad incuestionable en la elección, hay que exigirle a los candidatos, el respeto a la norma. Qué sentido tiene participar en un juego en el que, de entrada, no se aceptan las reglas? No puede registrarse un candidato que entre a la contienda diciendo que si pierde es porque hubo fraude o que si perdió va a movilizar sus huestes, para incendiar el país y hacerle imposible gobernar al que ganó.

Dinamica de la violencia

Hay quienes piensan que nada tenemos que ver con lo que pasó en Afganistán. Si bien es cierto que estamos muy distantes cultural y geográficamente, compartimos algunos elementos de la historia que nos pueden dejar lecciones valiosas.

Ambos han cargado la cruz de la violencia, generando indecible sufrimiento a sus ciudadanos. Cada país, bello a su manera, ha visto como los áulicos de la violencia y la guerra, han arruinado su enorme potencial.

Solo en los últimos 50 años, han sufrido, como nosotros, las consecuencias de liderazgos absurdos que impusieron la violencia como recurso de interacción social.

Primero tomaron el poder los comunistas, quienes consideraron que sólo se lograba el estado perfecto con la aniquilación de los oponentes. Una temible violencia oficial, con respaldo de Rusia, se desató contra los agentes del Islam, representantes de la cultura dominante. La reacción fueron los Mujahedin, que terminaron venciendo al régimen con la expulsión de los soviéticos. Pero la emoción inicial de la “independencia” se esfumó, cuando se implantó el insensato régimen talibán con su horrenda represión a las mujeres.

Después de años de oprobio vuelven a sentir la “liberación” con la cruenta invasión de los americanos. El odio como doctrina, la crueldad sistemática, las enormes diferencias ideológicas sin resolver, llevaron a que esa nueva paz caliente y sin sustento moral se fuese derrumbando.

Un claro y deprimente ejemplo de cómo ideologías radicales, sustentadas en la violencia como estrategia, no llevan sino a crear y cerrar el círculo de la agresión e intolerancia.

Aunque la historia reciente de Colombia no ha sido tan dramática y devastadora, si hemos padecido enorme sufrimiento y muerte, producto de concepciones y tácticas similares.

¿Cómo vacunar a la sociedad para que no siga la dinámica destructora de la violencia? Es indispensable enaltecer el valor supremo de la libertad. Con libertad se puede lograr un desarrollo económico más equitativo, induciendo a quienes concentran poder, para que lo usen con sabiduría, se puede mejorar la política detectando y condenando a los corruptos que no entienden el bien común, se puede afinar la justicia purgando funcionarios que la secuestran para su beneficio o el de sus ideas. Todo esto en un ambiente de paz, garantizado por unas fuerzas del orden profesionales, que sean capaces de detectar y castigar a quienes se desvían de su noble misión.

Está muy probado, en todos los países y todos los tiempos, que la fórmula para que las sociedades mejoren y salgan de la pobreza, no consiste en la elección de un Mesías, concentrador de poder, que tiene la solución para todo. La fórmula no ha fallado en ninguna parte: cuando un país logra crear un ambiente de seguridad y paz, con un sistema judicial confiable, que garantice la igualdad de oportunidades, la libertad económica soluciona todo lo demás: educación, salud, empleo, producción, recreación. Todo sale de la increíble capacidad del ser humano cuando es libre y tiene seguridad física y jurídica para actuar. Si se respetan esos tres principios la discusión política se centra en qué tan fuerte es el papel regulador del estado.

lunes, 18 de octubre de 2021

Bin Laden y pasaportes



“Doctur, Alhamdulillah.. Bin Laden..number one”, fue el saludo del portero. Seguí con la recepcionista, técnicos, colegas. Todos sonrientes, todos pulgar arriba. Se felicitaban, se abrazaban. Allí estaba el colega que se había ido con su mujer a Estados Unidos, con grandes sacrificios, solo para que su hija fuese americana.

Habíamos pasado la noche en vela, viendo noticieros en forma continua. Primero los aviones incrustandose en las torres y el pentágono. Luego el colapso. Había 100.000 personas trabajando en las dos torres y esa era la cifra de muertos que creíamos haber presenciado en vivo y en directo. El horror de tanta destrucción y muerte nos tuvo, como al mundo entero, en vela, siguiendo minuto a minuto los detalles de lo que parecía el apocalipsis. Recuerdo haberme sentado a describir cómo se iban a complicar los viajes haciendo un estimado de cuántas aerolíneas iban a desaparecer.

Así que hicimos acopio de fuerzas, después de habernos abrazado y llorado y pensamos que tenía que dar ejemplo en mi condición de Director. Convencido de que íbamos a experimentar una catarsis de condolencias, entre todos los que tendríamos el valor de ir a trabajar.

Así que ver la reacción de felicidad y orgullo de todos los miembros del equipo, fue más que desconcertante. Cómo íbamos a interactuar con unas personas que eran capaces de celebrar semejante tragedia.

Alli entendimos lo que era el Islam moderado. Tal vez había musulmanes moderados, en algunos sitios de occidente, pero ciertamente allí, los que nos rodeaban y habíamos considerado amigos, parecían muy distantes. Habíamos salido de Colombia, huyendo de la guerra y ahora estábamos en lo que parecía ser el centro de la caldera mundial. Especialmente cuando oímos que 19 de los terroristas eran Saudíes. (Sauúdi, como lo dicen ellos). Varios colegas occidentales decidieron montarse en el primer avión que saliera del país. Nosotros decidimos cumplir el contrato, y nos faltaban 9 meses.

Independiente del posible riesgo que estuviésemos tomando, lo que más nos sacudía era la realización de cómo una cultura de odio y violencia se puede diseminar y puede invadir y dominar las mentes de personas que parecen llevar una vida civilizada y normal. Y claro, viniendo de una Colombia en guerra no podía faltar el símil con nuestra cultura. Gente, también aparentemente normal, que había aceptado la agresión, la trampa y el odio como parte de la vida.

En la comida de despedida hacían chistes con el hecho de que ellos, los saudíes, habían sido los que tumbaron las torres, pero fueron los afganos los que recibieron las bombas. En respuesta yo manifesté un agradecimiento inusual. Hasta ese momento, en todos nuestros viajes internacionales, habíamos sufrido el pasaporte Colombiano. En todas partes, nos sacaban aparte, nos interrogaban y solo después de comprobar que éramos conferencistas invitados a algún evento, nos soltaban. Después del 911 comenzamos a cruzar fronteras con una fluidez inusitada. Nadie nos volteaba a mirar. Los pasaportes musulmanes eran la nueva peste. Así que les agradecí a nuestros colegas árabes habernos quitado el puesto del peor pasaporte del mundo.

viernes, 8 de octubre de 2021

Raices de la corrupcion



Para muchos, el eje de todos nuestros males es la corrupción. La condición esencial para cualquier acción que tomemos como sociedad es “acabar con la corrupción”. Con henchida vergüenza patria reconocemos allí el origen de todos nuestros males y pobrezas y si logramos el cometido, nos convertiremos por arte de magia en escandinavos, llenos de prosperidad y con la inequidad social borrada.

Nadie va a negar que la corrupción es un penoso lastre para cualquier país, especialmente si tiene niveles de pobreza aberrantes.

Pero por más lamentos que somos capaces de proferir, la corrupción sigue ocurriendo. Con Presidentes honestos, con Alcaldes de izquierda, con Ministros verdes. A todos se las hacen, con variaciones ingeniosas o descaradas de la trampa y con cifras de todos los tamaños. Cada que estalla un escándalo, proliferan las soluciones con nuevas leyes, restricciones, prohibiciones, que invariablemente serán violados.

Son tantos los desesperados lamentos que muy pocos escarban las raíces.

La más gruesa es la disociación moral. ¿Cuántos no se encomiendan a la Virgen o le piden ayuda a un Santo para que la trampa les salga bien y no los cojan?, y no se dan por aludidos los responsables de la educación moral.

Otra gruesa raíz está formada por un orden jurídico obsesionado con la interpretación literal de la ley. Armamos una impenetrable maraña legal que pretende frenar las incorrecciones, pero la imaginación termina inventando lo que no está explícita y literalmente prohibido. No hay lugar al criterio moral.

Una raíz de amplísima aceptación tiene que ver con la habilidad en los negocios. Quien usa su habilidad verbal o manipula cifras, logrando comprar barato para después vender con un margen muy superior al razonable, es ensalzado como un genial negociante. Si en el camino a la riqueza quedan viudas o huérfanos desamparados o pequeños empresarios arruinados, eso es “the art of the deal”, para citar la biblia escrita por uno de los más conocidos ejemplos.

Una tercera, es la acumulación de poder. Sea con la cantidad de ceros en bancos, o la jugosa cuota de puestos oficiales, la ambición humana ha probado una y otra vez, que comparte podio con la estupidez: no tiene límites.

La cuarta raíz del frondoso árbol de la corrupción tiene que ver con el concepto de porcentaje en los negocios. Casi la regla en el terreno de la ingeniería, las finanzas, la propiedad raíz, el derecho, y endémico en casi todos los pantanos de la contratación. No se paga según el nivel intelectual y la cantidad de trabajo, sino en porcentaje del total del contrato. Un personaje con las amistades apropiadas, facilita un negocio y tiene derecho a una suma enorme que no guarda relación alguna con su preparación o su esfuerzo. Eso es aceptado, está bien y a nadie se le ocurre ponerle un nombre distinto a inteligencia para los negocios.

Mientras no se corten las raíces de la hipocresía moral y jurídica, mientras no se promueva una ética de negocios y mientras no se limite la concentración de poder y se elimine el gozoso porcentaje, el fértil árbol de la corrupción seguirá floreciendo. Y muchos seguirán cobijando sus lamentos bajo sus ramas.

El fin de la corrupcion



Si hay una queja compartida por los ciudadanos en este planeta, es la corrupción. Toda conversación política, caerá siempre en señalarla como el principal problema del país. Entre más pobres, más perciben que su país es el peor. Candidato que haga creer que tiene la fórmula para acabarla, tiene garantizada la elección.

Por su misma naturaleza tramposa, la corrupción es difícil de medir. Lo que se mide es la percepción de corrupción con encuestas. Y resulta obvio que entre más una sociedad recicle el asunto, mayor será la percepción. Y si se percibe como alta, cualquier acto de corrupción se destaca más, empeorando la percepción.

Para darse una idea de lo que esto significa, basta con comparar dos índices: Arabia Saudita con un índice de 53 y en una honrosa posición 52; Colombia con 30 en un deshonroso puesto 92. En el reino de la familia Saud, todo se mueve a través de las omnipresentes manos de los príncipes ultramillonarios, que participan con una buena tajada en todo lo que ocurre. Así es, esa es la ley. Esa es la forma aceptada de funcionamiento del país. A nadie, que quiera conservar su integridad corporal, se le ocurre mencionar la palabreja.

Canadá nos genera admiración a todos y allí también tuve la oportunidad de convivir con sus tentáculos, hábilmente disfrazados. Combinado con un acuerdo social tácito de no tocar públicamente los asuntos que dañen la imagen del país, el resultado es un índice de 77 y un puesto 11.

En Latinoamérica, quejarse del país le gana al fútbol en popularidad. Nos pasamos tanto tiempo rajando del sistema y ansiando un cambio que no alcanzamos a percibir que el problema es cultural. Padecemos una desconcertante tolerancia con la ilegalidad. Paradójicamente cuando la vemos en otros, la magnificamos y la volvemos el eje de nuestras preocupaciones. Nos erigimos en hipercríticos jueces de todo lo malo que pasa “en este país”, en el que todo lo negativo siempre es externo a nosotros y sabemos lavar con el agua bendita de la inocencia todos nuestros pequeños actos de corrupción.

¿Por qué la corrupción es universal? En la medida en que las organizaciones sociales crecen, hay concentración de poder. Esto, unido a la aceptación generalizada del pago de porcentaje en el tamaño de los negocios, lleva a la conclusión muy natural: quien maneja grandes sumas de dinero, tiene derecho a una participación porcentual. Por eso son precisamente los regímenes socialistas, que concentran el poder económico en el estado, los que terminan siendo los más corruptos.

Y qué hacen los políticos con lo que se roban? Un porcentaje desconocido, lo irrigan de nuevo en la comunidad, vía compra de votos, creación de cargos innecesarios y prebendas a la comunidad que les garantiza la reelección para perpetuarse en el poder y seguir el ciclo de la corrupción.

¿Cuál es la salida que se nos plantea? Elegir un personaje que nos promete concentrar más poder económico en el estado y solucionarle los problemas a los desposeídos vía empleos estatales y subsidios, para que lo sigan reeligiendo. La esencia es la misma, pero estará prohibida la palabrita.



Descubriremos la fórmula para acabar la corrupción: le cambiaremos el nombre.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Buscar la verdad


La verdad no ha sido fiel compañera de la humanidad. Los chismes y mentiras se han diseminado con la rapidez del suspiro y en pocos minutos, la turba enfurecida de la aldea, podía estar quemando la cabaña de la viejita que vivía en el bosque y había sido vista recorriendo vecindarios, volando en su escoba.
La diferencia es que ahora la aldea es global. Y son miles de millones los que pueden usar su imaginación, o expresar sus trastornos mentales, usando recursos que están a la mano de todos. Pero siendo un mundo tan competido, ¿cómo es posible que se disemine tan rápido tanta bobada y mentira?
Hay que entender, como lo explica Harari, que estamos en transición del humanismo al dataísmo. Hasta el siglo 17 la cosa era sencilla. ¿Se quería la verdad de un asunto? Se consultaban un libro sagrado o se le preguntaba a una autoridad religiosa. Todo estaba escrito y resuelto. Luego vino el cientifismo y el humanismo. Reconocimos la ignorancia y resolvimos adoptar la observación y experimentación como método para descifrar la verdad. Y empoderamos los sentimientos humanos, que tienen siempre la razón. Sea que se vote o se consuma, la verdad está siempre donde la mayoría decide.
En el dataísmo son los algoritmos los que resuelven. Si alguien lo duda, vaya a un banco y verá como su crédito lo rechaza un algoritmo basado en el conocimiento de su historia crediticia. El solo hecho de estar vivo puede ser la consecuencia de un algoritmo médico que tomó la decisión del tratamiento correcto, basado en una gran cantidad de datos.
Son los algoritmos los que deciden, para muchísima gente, qué información se consume, qué libros se leen y con qué películas o videos se distraen. Todos viven convencidos de estar tomando decisiones autónomas siguiendo su libre albedrío.
La verdad es que casi todo el que navega por redes, dejándose llevar, está siendo manipulado. Ha sido estudiado y se le entrega la información que está predispuesto a creer. Si lee falacias fantásticas, cada vez le presentarán más de lo mismo. Si consume miedo y odio político, lo alimentarán de ficciones hasta llenarlo de un fanatismo irreconciliable
La pandemia, un fenómeno globalmente asustador, ha sido territorio fértil para la dañina mezcla de tecnología y chapucerías.
Los “deep fakes” (falsos profundos) están poniendo en manos del usuario común herramientas que antes eran solo del cine. Hacen posible, teniendo unas cuantas fotos de la víctima, ponerla a decir y hacer lo que se quiera, en un video perfectamente realista. Así le amargaron la vida a Rana Ayyub, activista anticorrupción y de los derechos de la mujer en India, poniéndola a participar en un video porno. En solo 24 horas el video falso tenía más de cuarenta mil vistas y su vida familiar y política estaba arruinada.
Es cierto que no hay verdad absoluta. Solo podemos aspirar a acercarnos a ella. El camino implica no validar basura, diseminandola con la graciosa irresponsabilidad de un click. La VERDAD estará cada vez más distante en la medida en que no se investiguen las fuentes, y se examine coherencia y credibilidad. Tenemos que hacer un esfuerzo para dejar de ver para creer. La verdad no se encuentra porque no se la busca.


No pagar


Es uno de los rasgos culturales que caracteriza al subdesarrollo. No se pagan las multas, los impuestos, los arriendos, los préstamos ...y no pasa nada. El deudor se suele rodear de abogados que lo adornan con toda clase de derechos y, yéndole mal, recibe una palmadita.
El demoledor video de Bruno Diaz, acongojado por la muerte de su hijo, centra el drama en el no pago, desencadenante de la tragedia. No ahorra improperios contra el senador Gustavo Bolivar, confirmando lo que tantos sospechan: no parece ser una persona correcta y menos decente, como lo anunciaba en grandes vallas electorales.
Ejecutar un contrato, incurriendo en gastos importantes, para entregar una obra o prestar un servicio de calidad, y luego tener que perseguir al contratante, quien recibió el beneficio, porque se niega a pagar, produce una indignación inmarcesible.
Bruno transmite el inmenso dolor que significa perder un hijo, y destaca con crudeza la ira que genera el engaño de quien no paga un contrato cumplido.
Aspiro que lo hayan visto los demás padres de la patria, magistrados y funcionarios. Les sería muy instructivo dedicarle un tiempo a entender lo que vienen sintiendo a diario, y desde hace muchos años los cientos de prestadores del sistema de salud en Colombia. Allí el no pago es “parte de la cultura”, con la que “hay que aprender a vivir”.
Médicos trabajando durante meses, prestando sus servicios con dedicación, sacrificio y enormes esfuerzos, que ven pasar los años. Y no les pagan. Clínicas y hospitales, que se endeudan para comprar insumos, pagar personal y prestar los servicios contratados con las EPS. Y no les pagan.
Hablar de cuántos son los billones de pesos que se le debe a los prestadores públicos y privados, perdió el sentido en Colombia. No ha servido para nada. Quienes tienen en sus manos el poder para resolver esta situación tan inaudita, se pasan interminablemente la pelota.
Demandar no tiene mayor valor. Después de años de arrastrar un proceso, el juez ordena el pago de servicios legítimamente prestados y soportados con facturas e historias clínicas. Y no pagan. Los gerentes reciben 3 días de cárcel (lease casa) cuando incumplen la orden. Y no pasa nada. Siguen sin pagar. Cuando las cuentas se acercan a la década, los médicos asumen que trabajaron gratis, como en otras épocas y las empresas ajustan sus balances borrando carteras irrecuperables.
Es el diseño ideal para promover la corrupción. Se paga para obtener contratos y luego viene la comisión para que los paguen. Obviamente la ejecución del contrato tiene que ser también tramposa, para poder repartir los respectivos porcentajes.
Quienes no “comprenden” el sistema, languidecen en medio de abogados que dilatan los procesos sin fin. Eventualmente algunas EPS terminan intervenidas con lo que se debe proceder a enterrar cualquier esperanza. No queda sino seguir apretando el cinturón mientras se conocen los desproporcionados sueldos y prebendas de directivos, que fueron tan diligentes en llevar sus entidades al desastre.
Si Colombia aspira tener un sistema de salud decente o más aún, una economía y estado que funcionen, es indispensable acabar con la tolerancia al no pago.


sábado, 11 de septiembre de 2021

Mi cuerpo, mi libertad

“El estado no tiene porqué imponer restricciones que limiten mi libertad en el manejo de mi cuerpo.
Quiero circular libremente por donde quiera, a la velocidad que quiera. No me tienen por qué restringir la libertad, con límites de velocidad, obligarme a usar cinturón o limitarme con semáforos que me obligan a parar donde no quiero.
Quiero tener la libertad de tomar todo el alcohol que quiera, donde quiera y no me tienen porque poner horarios, ni sitios prohibidos o exigir conductas decorosas. Es mi cuerpo el que se emborracha.
Quiero fumar todo lo que quiera, de la hoja que yo quiera, en el sitio y cantidades que quiera. No me tienen porqué impedir ni limitar la cantidad o los espacios. Es mi cuerpo el que inhala el humo y eso es asunto mío.
Quiero oír música al volumen que quiera a la hora que quiera y de la calidad que quiera. Son mis oídos y nadie tiene porqué restringir mi libertad de distraerme como me parezca.
Tengo derecho a celebrar haciendo disparos al aire o al horizonte, sin pensar a donde o a quien le van a caer esas balas. Es mi cuerpo el que dispara y mi libertad para expresarme no tiene porqué restringirse.”

Podría seguir con una larga lista de libertades que NO tenemos y las concesiones que todos hacemos para vivir en sociedad. Una de las más elementales se basa en el respeto a la vida de los demás. No tengo derecho a tomar u omitir acciones que pongan en peligro la vida de otros. No tengo derecho a inventar o seguir una ficción, para sustentar esa particular forma de defender la libertad. Mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Mi libre cuerpito puede fácilmente convertirse en un caldo de cultivo de los más variados microbios: virus, bacterias, hongos, parásitos, transmisibles a muchos en variadisimas formas. Las pestes que diezmaban a la ignorante humanidad , se controlaron cuando los científicos entendieron los mecanismos de diseminación de la extensa fauna microbiana. Las medidas sanitarias (agua potable y alcantarillado) fueron las más elementales y efectivas. Junto con las vacunas, un poco más difíciles de entender, han sido las contribuciones más efectivas al bienestar y longevidad de los humanos. Solo en esta pandemia se estima que han salvado 5 millones de vidas.
La negativa a vacunarse ha frenado el ritmo de prevención en los países que más estaban avanzando. Inglaterra con 63%, Israel con 62% y USA con 52% están todavía lejos de los niveles deseables. Habían logrado bajar sus tasas, especialmente de mortalidad, pero el éxito los llevó a relajarse y todos están subiendo de nuevo. La negativa a vacunarse en un tercio de la población, no solo mantiene los hospitales y UCIs llenas, sino que le da al virus mayor oportunidad de mutar a variantes peores. Ya estamos viendo los estragos de la Delta y otras, cuya peligrosidad aún se desconoce.
En ninguna parte se está vacunando a la brava. Eso es libertad. Solo se establecen límites sociales a quien no se vacuna. También se les respeta el derecho a morir de COVID. Siguiendo el ejemplo de sus más sonoros voceros, lo están haciendo a una tasa 3.000 veces mayor que la de los vacunados. La libertad de abandonar el cuerpo no la restringe nadie.

domingo, 5 de septiembre de 2021

El mundo conspira

Todo el que ha querido hacer algo de valor para la sociedad, sabe que tiene que trabajar en equipo. Y que poner de acuerdo a un grupo de dos o mas seres humanos no es fácil. Poner a muchos a gritar o brincar al mismo paso, lo logran los jugadores de fútbol y los cantantes, pero solo por unas horas.

Lograr esa gracia por años, es campo de las religiones y la política. Con una educación muy estricta y excluyente se graban cerebros con los sagrados preceptos desde temprana edad. Asi se enseña en las madrasas, el Islam de los Taliban y los Wahabis. El resultado son mentes robotizadas incapaces de interpretar la realidad o entender cualquier concepto que se salga del marco establecido. Así ha funcionado la Corea de los Kim y la Cuba de Castro. Como el proceso no es infalible y algunas mentes no quedan bien moldeadas, se recurre con liberalidad al paredón o los campos de concentración.

Así que suponer que hay en el mundo 8 presidentes, o 5 billonarios o 10 directivos de farmacéuticas que se ponen de acuerdo y logran dirigir la vida de miles de millones, no pasa de ser un mediocre guión para una película de ficción.

En casi todas partes, la información fluye libremente en todos los sentidos. Si no fuese así, las tonterías no se podrían diseminar con tan graciosa facilidad.

Que hay periodistas torcidos, es verdad, pero la gran mayoría están dedicados a buscar y revelar la verdad. Que hay científicos de gran calibre que han sido dominados por el ego, la fama o el dinero, y han publicado fraudes, también es cierto, pero la gran mayoría está dedicados a avanzar el conocimiento para beneficio de la humanidad. Que hay líderes y políticos mentirosos, con agendas ocultas, es verdad, pero también hay muchos que trabajan por el bien de sus comunidades. No hay posibilidad alguna de ponerlos de acuerdo en ninguna acción universal. Lo han demostrado la ONU y todas las demás organizaciones internacionales

Del enorme volumen de informes, estudios y revisiones, se logra extraer algo que es lo más parecido a la verdad. El “establecimiento” la disemina y enseña, con variaciones en los detalles, y ajustes permanentes, probando que no suele haber verdad absoluta o revelada.

Así, cuando un grupo rompe con la verdad establecida y lanza la creencia de que la tierra es plana, no le queda de otra que acudir a la conspiración: es que todos se pusieron de acuerdo para engañarnos y hacernos creer que vivimos en una bola que da vueltas enloquecidas en el universo, cuando basta con mirar el horizonte y comprobar que es plana.

Cuando no se puede sustentar la conspiración en una comprobación simplista, la táctica más efectiva es secuestrar el lenguaje científico. Se arma un discurso que suene bio-molecular. Y hasta puede ser cierto. En un acto de magia, se saca del sombrero la asombrosa teoría, que nada tiene que ver con el discurso pero que en la mente del incauto lego, queda firmemente conectada, dándole “sustento científico” al invento.



Desde la religión, pasando por los cuentos infantiles, la literatura y el cine, nos educan o distraen con fantasías. No nos debe extrañar que las teorías conspiratorias que más circulan, inflan la imaginación al territorio de la ridiculez.

domingo, 29 de agosto de 2021

Akisiestan


Trescientos mil hombres entrenados y el gasto de un trillón(US) de dólares, se desmoronan como castillo de polvo Afgano en pocos días. Los principales protagonistas se pasan, en círculo, la papa caliente de la culpa. Muchas aterradas mujeres buscan veneno para no tener que tolerar el oprobio del régimen Talibán.

Solo los cándidos les creen que vienen con una version mas “light” de su absurda y criminal interpretacion del Islam. Ya mataron a culatazos a una viuda, delante de sus 4 hijas, porque se atrevió a desobedecer sus designios y van muchos otros asesinatos documentados.

Conocí de primera línea lo que significa para la mujer la no muy distinta versión wahhabi de los Saudis. El indignante atropello a todos los derechos de la mujer, que no puede estudiar, no se puede mover, no puede decidir, con el pretexto de que solo así es protegida y respetada. La más aberrante restricción a la libertad de la mitad de la población. Condenadas a pasar la vida como bultos negros anonimos y amorfos, embrutecidas por la ignorancia y el aislamiento, pierden hasta el sentido de humanidad.

No son convincentes los análisis y explicaciones que por estos días pululan. 4 años conviviendo con el Islam radical, me dan elementos para pensar que la explicacion mas sólida esta en los vericuetos de la mente. Los americanos dieron entrenamiento técnico militar. Los equiparon y les enseñaron estrategia de batalla. Pero les respetaron sus creencias y religión, siguiendo una tradición muy americana. Mientras los talibanes trabajan pacientemente moldeando los cerebros, inculcando la Sharía y el odio a los infieles, en el otro lado les enseñaban a armar una ametralladora o calcular la trayectoria de un misil. Sus fundamentos ideológicos no cambiaron y cuando llegó la hora, tiraron las armas y cambiaron sus uniformes, al no entender para qué iban a pelear.

No es muy forzado hacer un símil con lo que ha pasado y sigue ocurriendo cada vez más en Colombia. El sistema educativo entrega armas técnicas y profesionales. Pero poco es el esfuerzo y tiempo invertido en enseñar los valores de democracia, libertad, responsabilidad, propiedad y bien común. Y tenemos unos fanáticos “talibanes” que, paciente y disciplinadamente, complementan con su sesgo la educación. Han logrado diseminar en la juventud una diatriba ideológica de odio, explotación y lucha de clases, que combinada con la dosis apropiada de violencia pueden derrumbar como castillo de hojarasca, nuestra democracia. Así, respetando las ideas, empoderamos a quienes aspiran asfixiar la libertad.

Significa tanto perderla, que los hemos visto morir pretendiendo colgarse de los aviones para escapar del horror. Va a ser muy valioso oir a los que, con orgullo humanitario, vamos a recibir.
Hace 20 años, con la invasión de Afganistán, salí de Arabia huyéndole a la violencia que se veía venir, convencido que al menos la mujer si iba a vivir momentos mejores. Pero millones siguen sometidas, abusadas y sin libertad, para vergüenza del mundo libre.

El valor y resiliencia que tantas están mostrando, son un campanazo para los que piensan que la libertad es negociable y puede entregarse a cambio de imaginarios paraísos de un nuevo orden.

lunes, 16 de agosto de 2021

Las 3 mentiras

La mentira ha sido siempre un arma útil para arrear el rebaño. Cuando la usan los jefes de estado se convierte en Verdad Institucional. Muchos avezados han mostrado su maestría en tan perversa habilidad, a lo largo de la historia. Todos aprendices, comparados con Trump.

Antes de su reinado, nadie podía imaginar que el líder del país más influyente del mundo, fuese capaz de mentir con tanta propiedad y persistencia. 30.573 se contabilizaron en sus 4 años. Tanto que convirtió la mentira en lustrosa virtud que comenzaron a admirar y seguir millones de personas. Le dio tanto estatus que proliferaron líderes que se han validado repitiendo las más prominentes, o han creado su propia escuela.

En política, el “robo de las elecciones” ha significado patente de corso para todo el que quiere instalar su propia versión de democracia. Aquí, nos han querido vender la versión de la “feroz dictadura”, con la que quedan justificados todos los actos de rebelión violenta. En USA llevó a una turba al capitolio, sacudiendo en forma inverosímil la democracia más sólida que conocíamos.

Otra Gran Mentira, de la misma cocción, es la negación del cambio climático. Ignorar la abrumadora evidencia científica que demuestra que vamos irremediablemente hacia el desastre ambiental. Se juega con la posibilidad de terribles tragedias para la humanidad, haciendo gala de una ignorancia y banalidad, que por más que sean asombrosas no dejan de tener millones de seguidores. Los incendios, las temperaturas extremas, las inundaciones, los huracanes, que ya están ocurriendo, no les sirven de argumento a los encantados con las fábulas.

Como tampoco sirven los miles de muertos de no vacunados a quienes se oponen a las medidas anti covid. Burlarse de las máscaras y el distanciamiento premió a Trump con el liderazgo mundial de muertos y le inyectó gasolina a los creativos argumentos antivacunas, muchos de los cuales compiten con la literatura fantástica: que se cambia el ADN, que esterilizan, que nos convierten en chimpancés, que matan niños para hacerlas, que nos inyectan chips para controlarnos, que es un montaje de las farmacéuticas. Aquí también, cientos de datos de sitios serios y reconocidos, fácilmente consultables, comprobables y coherentes, son reemplazados, incluso en mentes ilustradas, por teorías sin sentido, originadas por personajes y sitios de dudosa reputación, con claro historial de mentiras previas. Es difícil entender como una personas de alto nivel cultural, puede leer y ayudar a diseminar tonterías tan obvias y se resiste a entender principios elementales de salud pública y derechos. Nadie tiene la libertad de decidir qué hacer con su cuerpo si esa decisión va a causar daño y muerte a otros. “Mi cuerpo, mi libertad” implica que mi libertad está por encima de la vida de los demás.

Tres grandes mentiras, cuya diseminación ocupa buena parte del tráfico en redes. Impulsadas desde lo más alto del liderazgo mundial, tienen el potencial de llevar a la humanidad desastres políticos, de salud pública, y comprometer la supervivencia de la especie.

Nunca antes la Mentira había tenido el poder de causar un daño tan profundo y universal.

Las pantallas

Es de alto nivel intelectual dogmatizar sobre los efectos nocivos de las pantallas.

Por un lado están los ojos. Con qué facilidad se disemina el mito de los perniciosos rayos que salen de las pantallas y dañan nuestros ojos. No hay ninguna evidencia científica y cientos de estudios demuestran lo contrario. De las pantallas sale luz que estimula nuestras retinas de la misma manera que lo hace un paisaje. Lo único que está demostrado es que si los niños pasan muchas horas mirando objetos de cerca, pantallas o papeles, desarrollan o aumentan la miopía. Las abuelitas tenían razón. Pero la prevención es fácil y basta con dos horas de exposición al sol y juego al aire libre todos los días.

La preocupación mayor, personificada en el viral discurso del ministro francés de finanzas es el daño mental de “les écrans”. Estimulante la erudición pero equivocada.

“Las pantallas” haciendo referencia al mundo digital y de internet, no son sino un medio. Son tan responsables de las tonterías, que con tanto éxito circulan, como lo fue la imprenta de las fotonovelas, los cómics y tantos otros impresos llenos de basura. Muchos de ellos, libros. Así que el hecho de que un libro sea impreso no quiere decir que abre la inteligencia, estimula la imaginación y nos agrega como seres humanos. Depende del contenido. Igual que las pantallas. Se pueden usar para leer los más clásicos e inspiradores libros, o para pasarse el día viendo volteretas de gatos.

Es cierto que las redes están diseñadas para enganchar al usuario a ver las mismas necedades en forma repetitiva. Lo mismo podría decirse de un buen libro. El escritor engancha con las primeras líneas y mete al lector en su mundo imaginado a través del hábil manejo del lenguaje. Un gran clasico estimula la mente de la misma forma, independiente de si se lee en un papel o en una pantalla.

De hecho, las pantallas tienen grandes ventajas: no se requiere luz especial, se puede graduar el contraste, el tamaño de la letra y la iluminación a gusto y necesidad del lector. El peso es mucho menor que un libro y no hay el problema del curvado en la union de las páginas. Es posible consultar el significado de palabras en forma instantánea y ampliar referencias a medida que se lee. Los libros son transportables, consultables, accesibles. Es posible leer en forma gratuita millones de títulos y se pueden comprar en instantes y a menor precio los autores recientes. Se subraya sin dañar y se extraen fragmentos con gran facilidad.

La añoranza del olor del papel y el ruido de las paginas es comparable a la de los coches de caballos. Más bien desconcierta que haya aún todavía ese afán por imprimir en papel, con todo el daño ecológico que implica, cuando todo se transmite tan fácil por vía digital.

La controversia está mal planteada y si sigue así, la razón tiene las de perder. El camino es estimular a los jóvenes para que usen los medios digitales todo lo que quieran. El esfuerzo no es contrarrestarlos sino educar para hacer ver que dan acceso al mundo del arte, de la literatura y la ciencia. Si se logra enseñar a usar bien “las pantallas” se logrará que cada vez menos, sean dominadas por la superficialidad y las bobadas.

domingo, 8 de agosto de 2021

Autoridad

Desacreditar y deslegitimar la autoridad es el ingrediente, que mezclado con destrucción lleva a la desmoralización social y eventualmente sumisión.
El daño moral que se le ha hecho a Cali es mucho más grave que el recuento de los daños materiales. La fórmula más probada para salir de la pobreza y reducir el desempleo, es atraer talento y capital, para que generen prosperidad, en un ambiente de seguridad. Y aquí el talento y las inversiones entraron en pánico y están saliendo espantados.

Nada de lo que se ha hecho y se sigue haciendo corresponde a un espontáneo “estallido social”. Siendo cierto que la pandemia empeoró la situación de un buen número de Colombianos, cuando ocurre una “explosion”, consecuencia del hambre, los afectados no salen a tumbar semáforos y cámaras de seguridad. El Fiscal ha demostrado lo que todos somos capaces de observar: un plan sincronizado con objetivos específicos, que sigue una estrategia precisa, con logística compleja y costosa.

Inmovilizar a la policía fue el eje central. Con bien planeadas campañas de medios y redes se la culpa de la violencia. Inventar desaparecidos, cantar “nos estan matando”, y denunciar “asesinato” para el infortunado resultado una refriega violenta, va creando el ambiente de odio y rechazo que se busca. Con la autoridad inhabilitada, se puede proceder a implantar la kraterocracia, que ha azotado grandes sectores de Cali.
Quienes, desde cómodos sillones, defienden el vandalismo y critican con severidad la acción de la autoridad, son los primeros que lamentan su ausencia, cuando ocurre un enfrentamiento entre civiles. Les parece que incendiar bancos y comercios es expresión de ira popular incontenible, pero si llegan a quemar algo que aprecian, denuncian la ausencia culposa del ejército, sin el menor asomo de vergüenza.

Oscar Wilde les habría advertido que tengan cuidado con lo que desean.
Cuando falta la autoridad, todos sufren. Y como suele ocurrir con toda calamidad social, quienes llevan la peor parte son los más pobres. No han aparecido los “investigadores sociales” a mostrar como a los habitantes del oriente de Cali, Siloé o Buenaventura, se les amargó la vida con el imperio de los “resistentes”. Y cómo los vecinos aplauden emocionados cuando la policía regresa.

La prosperidad de un país está en relación directa con el respeto a la autoridad. Que Canadá y Suecia son pacíficos y ordenados? Levante la voz a un policía, y mida la rapidez con que termina enjaulado. De hecho, son los anhelados regímenes socialistas, reinos de inequidad, donde el respeto a la autoridad es absoluto.
Yo conocí el poder de la policía en la Unión Soviética, Cuba, China, Bulgaria. Uno sabe que tiene que ser en extremo sumiso y nadie, que aprecie su integridad y libertad, se atreve a lanzar una pluma a la policía. Hemos comprobado la efectividad de la represión en Cuba.
Quien considere contradictorio que los mismos que vilipendian la autoridad, son los que nos quieren llevar a un régimen autoritario, descubrirá, que en este siglo XXI, nos están aclimatando con términos como “primera línea”y “colectivos”, para las nuevas formas de autoridad, que florecen, hasta para dirigir el tránsito.

CRISPR

Reconocemos y nos alegramos con los progresos de homo sapiens. Cuando se aplica a combinar inteligencia con bondad, logra enormes avances. La ciencia aplicada a la medicina nos ha llevado a reducir el sufrimiento y la muerte, en la ingeniería y física nos lleno de comodidades y movilidad. Con internet nos integramos y estamos logrando la diseminación del saber. Todas, han sido modificaciones que se le hacen al entorno para mejorar nuestras vidas.

Transformarnos a nosotros, nuestra esencia humana es algo que parecía imposible. Era el terreno de Dios. CRISPR nos ha abierto la posibilidad de editar nuestros propios genes.
Gracias a decididas y brillantes mujeres que se concentraron en el RNA, y no el DNA, dominado por hombres, se logró entender cómo es que estas particulares moléculas de la vida, transmiten el código que permite construir otras moléculas. Este trabajo, fruto de largos años en los que observaron cuidadosamente lo que hacen las bacterias para defenderse, mereció un premio Nobel, y fue fundamental para el rapidísimo desarrollo de las vacunas COVID.

La Ciencia básica sale del laboratorio y en una ambiente de libertad económica, se atraen grandes capitales y se crean empresas con enorme capacidad de producción con lo que se logra diseminar el extraordinario desarrollo a gran parte de la humanidad.
Así como la imaginación y la inteligencia de Sapiens, son infinitas, también lo es la estupidez, y resurge el movimiento antivacunas, que tantas muerte y daño ha generado. Argumentan que fue muy rápido, porque no quieren ver todos los años de trabajo previo, que sentaron las bases de la edición molecular. Que no está probada, como si 3.000 millones de vacunados con el 99.5% de las muertes ocurriendo en no vacunados, no fuese suficiente. Que hay efectos colaterales, porque se niegan a entender sencillos conceptos aritméticos que demuestran que el riesgo de la vacuna es ridículo al lado del riesgo de la enfermedad.

La INTELIGENCIA colectiva de la humanidad está en mora de quitarse los guantes y discutir prescindiendo de tanta corrección política. Ya Macron, muy crispado, tomó el liderazgo, desde la cuna de la ilustración y la libertad. Las bobadas y la ignorancia hay que llamarlas por su nombre. Quienes están interesados en regir sus vidas al ritmo de los avances de la Ciencia no tienen por qué encerrarse. Que lo hagan los que quieren permanecer en el oscurantismo. Quien es trabajador de salud, NO TIENE la libertad de enfermar a los demás.
CRISPR está ya probando ser uno de los avances más trascendentales para la humanidad. Seguiremos dando grandes pasos para reducir el sufrimiento, a pesar de las advertencias apocalípticas que han enfrentado a lo largo de la historia todas las innovaciones.

Los temerosos y excesivamente prudentes tendrán que reconocer que lo que ha ocurrido con la vacuna, ha sido extraordinario para la humanidad. Se estan evitando millones de muertes. Quien le tenga miedo a CRISPR (leer lo que significa, lo dejará en las mismas), averigüe que opinan los ciegos congénitos que están comenzando a ver, gracias a su aplicación en la retina.

La guerra tibia


Es cierto que en la guerra fría se evitó la confrontación nuclear entre los dos sistemas predominantes. Pero la verdad es que no fue tan fría . Hubo confrontaciones bélicas, desde Vietnam, hasta Siria, pasando por Angola y muchos otros. Por un lado USA y Europa y por el otro los Soviéticos y Chinos. Todos vendiendo armas y facilitando que otros se maten con cada vez más eficiencia.
El derrumbe de la Unión Soviética con la liberación de Europa Oriental y el invento del capitalismo comunista en China, acabaron con la guerra fría, y la confrontación ideológica perdió relevancia en el mundo, excepto en latinoamérica. Se reunieron en Sao Paulo quienes insisten que las teorías bonitas están por encima de la realidad. Por alguna razón se ha concluido que nuestra particular inequidad justifica la economía estatista y la repartición de la riqueza. Y que la fórmula no va a diseminar la pobreza, como ha ocurrido en el resto del planeta.
Un gran aporte fue renunciar a la guerra como método para hacerse al poder. En este mundo cada vez más civilizado y conectado, se estaban viendo demasiado anacrónicos esos personajes disfrazados de militares, sembrando minas quiebrapatas. Había que entibiar la toma del poder. En vez de AK-47 y granadas se deberá recurrir a la piedra y las molotov. No habrá más guerra de guerrillas en las selvas. Habrá marchas, paros, bloqueos en las ciudades, donde está concentrada la gente, y es posible gestionar la frustración colectiva.

El guión quedó tan bien hecho que los cubanos comenzaron a copiarlo. Con muy poca experiencia en marchas y protestas y enfrentado un estado que sí sabe reprimir, han intentado usar las mismas fórmulas que ven funcionando en varios países del sur.
Que son conspiraciones de la derecha cubana de Miami apoyados por la CIA? Si suena parecido a las conspiraciones de la izquierda promoviendo marchas violentas, es porque “está sucediendo”. Es la nueva guerra tibia que van a seguir librando las dos ideologías predominantes. Los creyentes en la libertad económica, en el valor de la competencia y la propiedad privada, harán lo posible por hacerle la vida imposible a los regímenes que expropian, controlan y racionan. Y lo contrario. Ya hemos conocido y vivido como opera la estrategia.
Desde luego los autoritarios le llevan mucha ventaja a las democracias. El liberalismo económico viene con un paquete de libertades individuales, prensa, justicia y elecciones independientes, ejército neutral, todo fácil de infiltrar y socavar. El totalitarismo en cambio justifica todas las violaciones a la libertad, basándose en la superioridad moral de un equilibrio social que se queda en anhelos y consignas. Lo que realmente queda es una pequeña camarilla de privilegiados.
Será que estamos condenados a ésta guerra tibia? La de la lucha en las calles, donde las democracias liberales llevan las de perder?
Nos seguiremos protestando los unos a los otros y los otros a los unos, mientras el resto de la humanidad trabaja, coopera y progresa?

O seremos capaces de encontrar un camino intermedio como tantas democracias que se respetan y suelen alternar entre centro derecha y centro izquierda, sin hacer tanto drama?




domingo, 4 de julio de 2021

La linea delta



El fenómeno es universal. La vacuna está disponible para todos en USA pero solo el 40% de los jóvenes ha acudido,mientras que los viejos ya pasan el 80%. Quienes la rechazan? Los de más bajo nivel educativo.Que más evidencia se requiere, para probar éxito indiscutible de la vacunación?. Con un poco más del 50% de la población vacunada, el número de muertes por COVID ha caído a menos del 10% de los 3.000 en que estuvo varios meses. Y con restricciones sociales eliminadas.

Los datos estadísticos son fríos y no permiten captar el sufrimiento. Es fácil pasar por alto lo que significa para una sociedad reducir 3.000 muertos CADA DIA. Eso hace posible hablar con tanta banalidad del asunto, recurriendo a datos parciales y conceptos descaradamente tendenciosos.

No son solo las muertes, que traumatizan familias y empresas. Muchos han conocido, ahogados por el llanto, el martirio de familiares hospitalizados. Pasar días en un corredor, esperando que se libere una cama o una conexión a oxígeno. Médicos exhaustos, abrumados, forzados a tomar las decisiones más crueles: como priorizan sus esfuerzos y limitados recursos. El horror de estar aislado de allegados, rodeado de luces, aparatos y sonidos, viendo morir a los vecinos de cama, agobiado por el malestar, y la ansiedad de no saber cuándo lo van a intubar, ni cuales son las circunstancias en que se va a tener que despedir de este mundo.

Después de espantarnos con Wuhan, Bérgamo fue el primer susto que tuvo occidente. El brote ocurrió después de un partido de fútbol. La tragedia se veía aterradora. Vino luego Madrid, que tuvo su pico después de una marcha masiva y clamorosa. Luego Estados Unidos, batió récord mundial, mientras Trump promovía ruidosos mítines. Son muchos los sitios con brotes trágicos, donde se ha podido establecer la asociación con eventos públicos en los que la gente grita o canta.

Pero en Colombia le teníamos que mezclar ideología a la epidemiología. Ya se pronunciaron pontífices de la verdad: el hecho de que Colombia tenga en el momento la peor tasa del mundo, con más de 700 muertos diarios, “nada tiene que ver con las marchas”. Si tuviésemos algo de coherencia social, deberíamos estar encausando a todos los que promovieron las marchas en conjunto con los que afirman con cara de sabios que no hay relación entre miles de marchas y miles de muertos por COVID.

Es probable que ya circule entre nosotros la variante Delta, más contagiosa, más letal, especialmente en jóvenes. Además engañosa porque los síntomas iniciales son distintos (cefalea, debilidad, neumonía, sin tos, ni fiebre) y hay más test falsos negativos. Es posible que con tan alta tasa de contagios, generosamente distribuidos por ardientes jóvenes, tengamos también nuestra propia variante a la que podremos llamar “primera línea” en reconocimiento a sus promotores.

El desastre está creado y es urgente acelerar la vacunación, abriéndose a todas las edades, y dejar bien claro que son las bulliciosas aglomeraciones las que explican nuestra debacle.

Hay quienes imaginan a la naturaleza diezmando a homo sapiens por haberse multiplicado tanto. Difícil confirmar. Pero no hay duda que está usando a los menos sapiens para diseminar el virus.

Progresofobia

Son comicas, algunas acrobacias del lenguaje:

Progresista: Dícese del que aboga por el estado de bienestar, los derechos civiles, la participación ciudadana y la distribución de la riqueza.

PROGRESOFOBIA: Descomposición emocional que sufre un progresista cuando lo confrontan con la evidencia de progreso.

Quiere Ud tener un reconocimiento de intelectual profundo y serio? Debe ingresar al culto del pesimismo y la negatividad: No es posible que esté ocurriendo NADA bueno; no hay duda que estamos en el peor momento de la historia; la más alta concentración de la riqueza; el racismo, la xenofobia, el clasismo, peor que nunca, la corrupción generalizada, apoderada de todo; nunca habíamos tenido políticos tan ladrones, gobiernos tan ineptos, pobres tan pobres y desigualdad peor. Expresarse así, es lo serio y responsable.

En cambio si Ud quiere pasar por candido, simplista y hasta tonto, muestrese optimista con todo lo que la humanidad y el país han mejorado. Será categorizado como un insensible y despistado oligarca, que no es capaz de darse cuenta del escabroso mundo que lo rodea.

Steven Pinker ha asumido el quijotesco emprendimiento de mostrarle al mundo lo mucho que hemos progresado y cómo la humanidad da pasos gigantes hacia la prosperidad, el bienestar y la equidad. Por supuesto la intelectualidad fatalista, lo detesta y lo critica con ferocidad.

Lo “in” es lamentarse y enumerar con sevicia todos detalles de lo que nos está llevando a la hecatombe. Lo “out” es reconocer que hay enormes avances en muchos campos. Hacer una enumeración de cifras y gráficos, como lo ha hecho Pinker, para el mundo, en sus conferencias y libros, resulta muy extenso para un corto escrito. Quien no esté irremediablemente carcomido por la desesperanza, lo puede consultar. He hecho en www.satiagraja.org una compilación de las cifras y gráficas más notables, y le he agregado algunas de Colombia. (gratis y sin propaganda).

Se que a muchos, el solo hecho de dirigirlos a un sitio en el que se demuestre progreso, les da revulsion. No toleran leer sino pocas líneas. Cuestionar su armazón ideológica les da escalofríos. ¿De qué se van a quejar? Que van a gritar en sus marchas?. Concluirán que la gráficas son manipuladas y los testimonios son dirigidos, para dar una impresión, que no concuerda con su calamitosa visión del mundo.

Recomiendo vacunarse y evitar el contagio de la pandemia pesimista, el daño más grave que dejó el paro violento. Se debe saber que los infectados son pocos. Son muy bulliciosos, y eso nos hace creer que la mayoría está afectada. Además, reciben la generosa amplificación de medios, que siempre publican lo que más vende: lo malo, la tragedia, el miedo.

Es también clave entender que reconocer el progreso, no significa que seamos unos bobos irredimibles que no entendemos todo lo que todavía hay por mejorar. El mundo está mucho mejor, pero aún está lejos de estar terminado. Adquirir inmunidad juntándose con los optimistas, que en general son los que están trabajando y aportando ideas. Practicar el distanciamiento social con los que poco saben y los frustrados y amargados que han pasado una existencia gris en la que el único valor que queda es : Protestar!


sábado, 19 de junio de 2021

Cosecha de falacias



Que época tan fértil para la siembra de falacias. Con qué facilidad se cosechan y distribuyen, sin análisis alguno.

He aquí unas, de las tantas que circulan:

“Tan irracionales son los bloqueos y los paros indefinidos como la falta de oportunidades y de esperanzas para la inmensa mayoría de colombianos.” Inmensa mayoría? Todos los estudios muestran que, como en toda sociedad de este planeta, hay un porcentaje de personas que quedan marginadas de las oportunidades. En Colombia es muy alta porque puede llegar a 10% dependiendo de quien y donde y que se mide. Es alta y muchos trabajan para bajarla. Pero equiparar la irracionalidad de los bloqueos y los paros a lo que no ha podido solucionar un sistema lleno de defectos, es buen ejemplo de pensamiento absurdo . No hay equivalencia entre impedir un derecho, y no ser capaz de dárselo a todos. Al que se rasga las vestiduras, con semejante malabar moral, se le debe preguntar: ¿Y cuál ha sido su aporte?

“No hay diferencias entre la carencia de alimentos que surge de un bloqueo y la que nace de la simple incapacidad de adquirirlos porque no tiene dinero para hacerlo”. ¿No hay diferencia entre impedirle a Ud comer y no ser capaz de repartir equitativamente la comida? Hay cientos de iniciativas en este y muchos otros países, para los pocos que se quedan por fuera del acceso seguro a la alimentación. Que no funcionen a la perfección y siga habiendo algunos que pasan hambre, valida cortarle el acceso a todos, para que allí si, el hambre se disemine? La falacia pasa de inmoral a estúpida.

“Tan criminal es bloquear el paso de una ambulancia como lo es que la falta de recursos impida el acceso a servicios de salud”. Esta es la joya de la corona. Poner en el mismo plano impedir la atencion de un enfermo, con las dificultades que tienen todo sistema de salud, para dar atencion oportuna a todos, es tan absurdo como equiparar el asesinato con la muerte natural.

“Tan vándalo es quien destruye infraestructura colectiva cómo quien se roba los recursos para construirla”. ¿Cuánto hay que torcer la lógica, para ser capaz de armar semejante barbaridad? Si la infraestructura está construida, es porque hubo la suerte de que alguien no se la robó. Y si eso se logró, es un beneficio para la sociedad, y se debe proteger, como se deben vigilar y proteger los contratos de construcción. Justificar la destrucción, con la corrupción es un sinsentido.

“La paz no es posible hasta que todo ser humano tenga un lugar en la dignidad”. El mundo entero viviría en guerra porque ningún país, ha logrado tan bonita utopía. Que está muy bien como sueño, pero sumamente torcida, como justificación de la violencia, que ha probado precisamente aplastar la dignidad humana de forma atroz.

“Autoridades ineptas e incapaces…”. No los elegimos nosotros?, los aptos y capaces? ¿Por qué ley de la naturaleza, resulta que de esta conjunción de seres prístinos e inteligentes, salen siempre los más brutos y corruptos a dirigirnos?

La filosofía de todo vale porque nada sirve, hija de la mediocridad y hermana del negativismo es de un simplismo grotesco. Inmejorable ejemplo, el grafiti pintado en una estación destruida: CUIDEMOS LO NUESTRO.

Confusion



Es, sin duda, la esencia de la estrategia del paro. Crear confusión. Un ejército de periodistas y analistas, muchos pagados y contratados, otros… confundidos!, consumen lo que nos han servido en la misma bandeja, para que no seamos capaces de discernir.

Por un lado tenemos un gran grupo de Colombianos, que tienen justificados motivos para estar inconformes: corrupción, ineficiencia estatal, sistema judicial pesado, congresistas y magistrados llenos de privilegios, inequidad, miseria, hambre, pesima educacion, fallas tremendas en el sistema de salud. Cada cual, a su nivel, según su campo de acción y sus intereses, logra compilar una larga lista de quejas, que despliega con orgullo cada que se convoca al deporte nacional más popular: rajar del país.

Quienes hemos tenido oportunidad de vivir en otras latitudes, sabemos que esas listas existen en todas partes. Pero es motivo de orgullo patrio, mantenerlas bien guardadas y airearlas lo menos posible. Por eso, cuando se mide percepción de cualquier cosa negativa, somos campeones.

La gran mayoría de estos quejosos patriotas, creen en la democracia, la libertad económica y el diálogo pacifico para resolver nuestras diferencias. Los más molestos, protestan, marchan, y quieren ejercer presión para que las cosas mejoren más rápido. Esos son los pacíficos manifestantes.

Pero hay también un pequeño grupo que representa un 3% de la población, que cree que la dictadura del proletariado es la solución. Y como no la han podido imponer a la fuerza, usan con habilidad la confusión.

Se organizan marchas. Salen los pacíficos cantando con entusiasmo. Al final, entran cuadros bien armados a atacar, destruir, quemar, cuando todavía hay marchantes. La policía hace lo que tiene que hacer: tratar de proteger vida y bienes. Se confunde la reacción policial, con represión a unos jóvenes pacíficos inconformes. Así lo perciben los marchantes. Así lo reportan los periodistas. La misma policía se confunde, de tanto ser acusados de abuso, ya no se defienden ni defienden a nadie.

La protesta auténtica y legítima de miles, se confunde con la barbarie de unos pocos. Ayudan los recuentos y videos mentirosos. Todos caen en la trampa. La sociedad se confunde. “Tenemos que cambiar porque nos van a arrasar”. No distinguen que la violencia viene de unos pocos, contra los que bastaría una efectiva acción policial, como ocurre en todo el mundo. Se proponen soluciones. Recojamos plata para dar empleo. Hagamos fundaciones para ayudar. Regalemos comida.

Como todos estamos confundidos, no se entiende que esas acciones, si bien alivian la presión, son de corto plazo. La gran inconformidad, la de la mayoría de los ciudadanos molestos, se resuelve con cambios estructurales permanentes: sistema tributario que no sea burlado por los más poderosos, participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas, cárcel y confiscación de bienes para los corruptos y tramposos.

Creer que con medidas temporales se va a lograr el apaciguamiento de los violentos es una ilusión vacua. La violencia es promovida por los amigos del socialismo del siglo XXI, quienes van a considerar cualquier ayuda, como migajas que caen de la mesa de los ricos.

Resistencia



Todo el que se ha atrevido a opinar en este largo paro ha sido reiterativo en que hay que escuchar a los muchachos de la resistencia. Y la verdad, muchos hemos hecho el esfuerzo por escuchar. Y no hemos podido oír algo medianamente inteligente o útil. Solo lamentos de asistencialismo y estatismo, que mal planteados, han demostrado ser la fórmula perfecta para generar miseria. No es muy probable que de esa juventud inconforme salga el proyecto de reforma tributaria o pensional, que sí podría contribuir a mejorar la equidad en Colombia. Eso requiere inteligencia, disciplina y trabajo, que no abundan, en las mentes rebeldes. Lo que más entusiasmo produce, es hablar de RESISTENCIA.

Claro, siendo que un componente importante de la estrategia es el manejo de la información y las palabras, había que escoger una con glamour francés. La “resistence” a la invasion nazi, que tantas añoranzas de valor y libertad nos despiertan.

¿Pero aquí, qué es lo que resisten? La capacidad para pasar largas horas, haciendo nada, después de haber tumbado semáforos y desvalijado estaciones? Aunque habrá quienes digan que el hecho de que todos los “puntos de resistencia” estén desbaratados, nada tiene que ver con la protesta pacífica.

¿Que resisten? La grandes y continuas dosis de cannabis y alcohol que generosamente les proveen? ¿El impulso de seguir destruyendo?

La verdadera resistencia la tienen todos los que se levantan a diario a tratar de llegar a sus sitios de trabajo. Los habitantes del oriente que pagan para poder pasar la noche en sus casas o llevarle comida a sus familias. Los miles de dueños de pequeños negocios que han quebrado.

Resistencia la de los que hemos sufrido bloqueos de unos pocos patanes que se sienten con derecho a chantajear a toda una ciudad violando el elemental de derecho de moverse libremente. La de los médicos y enfermeras atendiendo el peor incremento COVID del mundo, cortesía de la irresponsabilidad de las marchas.

Resistencia la de las fuerzas armadas que tienen que remover con cortesía a esos niños indefensos una y otra vez de sus sitios de bloqueo, después de recibir ataques con piedras, gasolina y armas de fuego.

Resistencia la de los policías de tránsito que pasan largas horas bajo lluvia y sol reemplazando los semáforos que se cayeron mientras los alegres chicos participaban en bailes y actos culturales.

Resistencia la que hemos tenido todos los que hemos participado en la discusión, ante el alud de escritos y videos que usan los más inverosímiles argumentos para darle validez a tan inutil y dañina forma de entender la participación en democracia.

Resistencia la que vamos a tener los caleños cuando nos pasen la cuenta de los billones que valdrá la reconstrucción de todo lo que un pusilánime jefe de la ciudad no supo defender, pero denuncia, cuando todo está consumado, para hallar unos responsables que están en sus narices.

Resistencia mientras nos imaginamos una utópica justicia que obligue a todos los responsables: los que organizan, los que ejecutan, los que permiten y los que alientan y estimulan la destrucción, a pagar según su capacidad, las enormes necesidades que va a tener la ciudad.

jueves, 3 de junio de 2021

La gloriosa guerra

Es muy romántico el discurso que nos muestra el progreso de las sociedades a punta de guerras. Qué son los bombazos, la carne quemada, la sangre, el sufrimiento y el dolor, los que nos han dado los derechos. En lo que se refiere a las guerras de independencia del siglo 18, puede tener alguna validez y de hecho los himnos, textos de historia y monumentos están llenos de bella literatura exaltando el sacrificio que hicieron nuestros antepasados para darnos libertad.

Pero ver a un actor trasnochado queriendonos vender que el progreso social en el siglo 21 solo se logrará con “jóvenes mutilados, cabezas rodando, mujeres ardiendo en las llamas de las hogueras”, no solo tiene la perfidia de graduar de heroico todo el asesinato y vandalismo, sino que demuestra que los ideólogos detrás de toda esta destrucción estan terriblemente desinformados de la historia moderna.

El primer supuesto, absolutamente falso, es que las guerras son gloriosas y es gracias a ellas que nos hemos ganado los derechos. Hitler, Mussolini y los generales japoneses, fueron diligentes parteros de la historia. Para no mencionar a Stalin, Mao y la dinastía Kim, que en conjunto aportaron más de 100 millones de muertes, execrable sufrimiento a sus respectivos países, y tremendo retraso en el avance en derechos de la humanidad.


Pero peor es la ignorancia de desconocer a Gandhi, quien logró la independencia de la India sin empuñar un arma y sin invocar a nadie a hacerlo. A Marin Luther King, quien logró la eliminación de las odiosas leyes discriminatorias en Estados Unidos, contando un sueño. A Nelson Mandela, quien después de una juventud equivocada, fue capaz de invocar la fuerza de la razón para terminar firmando con sus carceleros y peores enemigos. A Desmond Tutu quien fue catalizador de la transformación en Suráfrica y figura apaciguadora en otros conflictos. A Gorbachov quien logró acabar con la Unión Soviética, tumbó el muro de Berlín, con el solo ruido de los martillos. A Lech Walesa y Juan Pablo II que liberaron a Polonia y Europa oriental del yugo comunista, con la fuerza de la palabra y la fe. A Deng Xiaoping quien logró la transformación de China con la implantación del “glorioso” liberalismo económico.


Todas, enormes e importantísimas transformaciones sociales, que han producido indudables beneficios en sus respectivos países, y con indiscutibes avances en los derechos humanos. Sin poesía y sin melodrama revolucionario desueto, el mundo ha evolucionado hacia la mejoría. Ninguno de esos grandes líderes ha invocado “empalados, o chimeneas de campos de concentración, o cuerpos destrozados”, para lograr que en sus países se respeten derechos humanos, se logren derechos laborales, se implanten servicios de educación o salud. Ninguno ha acudido al efecto redentor del humo de bancos y mercados quemados, o al liberador olor de la leche fluyendo por las alcantarillas o la piel de policía ardiendo con bombas molotov.


¿Habrá quien nos ayude a dilucidar, porque el mundo escogió el camino de prosperar en paz, mientras en latinoamérica florece esta versión tan anacrónica y brutal de la izquierda? ¿Cómo cabe la palabra “humana” al lado de semejante apología del horror?

martes, 1 de junio de 2021

An unpopular truth



Bewilderment. Astonishment. Revulsion. These have been the predominant feelings experienced lately by Colombians who work daily towards a better country when they see the international press coverage on the recent events involving terror and violence in Colombia.


Overwhelming evidence, which is already being processed by the country’s national prosecutors, reveals a macabre plan orchestrated by narcoterrorist guerrillas leveraging their immense resources to hire street gangs in major cities to create a state of anarchy.


Their strategy is twofold. The first front is focused on destruction and coordinated attacks with multiple targets: public transportation infrastructure, police stations, shopping malls, supermarkets, banks, government offices... dozens of these vandalized, destroyed or even set on fire. Police officers have been burnt alive, stabbed and beaten by angry mobs of drugged street thugs. Cali, the country’s third largest city, has been under siege for weeks, with over 50 illegal blockades that froze most economic activities and drove hundreds of companies to bankruptcy, generating massive unemployment.


The second front is a careful PR campaign designed to disguise everything that’s happening as justified and pacific protests. They’ve mobilized the country’s youngest adults, whose lists of unfulfilled dreams have been growing steadily since the pandemic, driving them to take to the streets and protest peacefully with chants and dances. Simultaneously, they’ve published skillfully edited videos on social media where they make it look like the police’s response to violent attacks is actually an unjustified, proactive strategy of repression against peaceful protests. Also, they’ve reported hundreds of supposedly “disappeared” protesters, most of them magically reappearing when the press coverage has been published and the damage is done. Of course, the entire world has reacted against the government’s “brutal repression”.


The truth, however, is that those being murdered are mostly police officers forced to refrain from using their weapons by feeble authorities, such as Cali’s Mayor. Once this twisted lie became the predominant version on most media outlets, other governments and major NGO’s began pressuring the local government and most authorities retreated. The result? A large portion of Colombia’s southern roads have been blocked for over a month. Scarcely any movement of supplies and merchandise. Millions of tons of food spoiled. Besieged cities with no gas, no food. Their inhabitants unable to work, deprived of medical attention, all of this in the midst of the country’s worst Covid 19 peak.


The whole montage has been so cynical, so shameless, that there are videos where a director gives instructions to amateur actors posing as peaceful protesters, telling them to run and trigger fireworks that sound like gunshots, coaching them on how and when to yell “the police are shooting, they’re killing us” and how to fall to the ground realistically, simulating being shot. Just like a Hollywood movie, the farce has been working perfectly and these phrases have become trends on news outlets and social media.


To the shocked human rights groups, to the concerned journalists, to the inflamed politicians, all asking for moderation on behalf of government authorities, we must ask: What would be your reaction if you saw Rome’s subway system on fire? Or Milan’s shops looted? What if you saw Madrid’s police stations burnt to the ground? What would you do if you couldn’t drive to work? If you couldn’t buy groceries? If your sick relatives died on the streets because they aren’t allowed to reach a hospital? What if your entire city was on the brink of disaster because all economic activity is paralyzed?


An Unpopular Truth: What’s Really Happening in Colombia.


Bewilderment. Astonishment. Revulsion. These have been the predominant feelings experienced lately by Colombians who work daily towards a better country when they see the international press coverage on the recent events involving terror and violence in Colombia.


Overwhelming evidence, which is already being processed by the country’s national prosecutors, reveals a macabre plan orchestrated by narcoterrorist guerrillas leveraging their immense resources to hire street gangs in major cities to create a state of anarchy.


Their strategy is twofold. The first front is focused on destruction and coordinated attacks with multiple targets: public transportation infrastructure, police stations, shopping malls, supermarkets, banks, government offices... dozens of these vandalized, destroyed or even set on fire. Police officers have been burnt alive, stabbed and beaten by angry mobs of drugged street thugs. Cali, the country’s third largest city, has been under siege for weeks, with over 50 illegal blockades that froze most economic activities and drove hundreds of companies to bankruptcy, generating massive unemployment.


The second front is a careful PR campaign designed to disguise everything that’s happening as justified and pacific protests. They’ve mobilized the country’s youngest adults, whose lists of unfulfilled dreams have been growing steadily since the pandemic, driving them to take to the streets and protest peacefully with chants and dances. Simultaneously, they’ve published skillfully edited videos on social media where they make it look like the police’s response to violent attacks is actually an unjustified, proactive strategy of repression against peaceful protests. Also, they’ve reported hundreds of supposedly “disappeared” protesters, most of them magically reappearing when the press coverage has been published and the damage is done. Of course, the entire world has reacted against the government’s “brutal repression”.


The truth, however, is that those being murdered are mostly police officers forced to refrain from using their weapons by feeble authorities, such as Cali’s Mayor. Once this twisted lie became the predominant version on most media outlets, other governments and major NGO’s began pressuring the local government and most authorities retreated. The result? A large portion of Colombia’s southern roads have been blocked for over a month. Scarcely any movement of supplies and merchandise. Millions of tons of food spoiled. Besieged cities with no gas, no food. Their inhabitants unable to work, deprived of medical attention, all of this in the midst of the country’s worst Covid 19 peak.


The whole montage has been so cynical, so shameless, that there are videos where a director gives instructions to amateur actors posing as peaceful protesters, telling them to run and trigger fireworks that sound like gunshots, coaching them on how and when to yell “the police are shooting, they’re killing us” and how to fall to the ground realistically, simulating being shot. Just like a Hollywood movie, the farce has been working perfectly and these phrases have become trends on news outlets and social media.


To the shocked human rights groups, to the concerned journalists, to the inflamed politicians, all asking for moderation on behalf of government authorities, we must ask: What would be your reaction if you saw Rome’s subway system on fire? Or Milan’s shops looted? What if you saw Madrid’s police stations burnt to the ground? What would you do if you couldn’t drive to work? If you couldn’t buy groceries? If your sick relatives died on the streets because they aren’t allowed to reach a hospital? What if your entire city was on the brink of disaster because all economic activity is paralyzed?

Calikistan

“Mi Cali bella, Mi Cali hermosa, Cali preciosa..”

¿En qué te ha convertido el más inepto de los alcaldes?


Recorrer la ciudad arruga el alma. Donde antes sentíamos una ciudad pujante, organizada, civilizada, alegre, desordenada, llena de verde, donde gracias a la inventiva de la informalidad, era posible solucionar desde un almuerzo, hasta un espectáculo circense, en cualquier esquina, ahora vemos ruinas que nos transportan a Afganistán.

Recorrida por modernos buses azules con aire acondicionado moviendo pasajeros gracias a una estaciones diseñadas para proteger y facilitar el abordaje a los más necesitados.

Sembrada de mercados, tiendas, panaderías, centros comerciales y parques que sus habitantes usan para nutrir el cuerpo y el espíritu.

Llena de programas sencillos y accesibles a todos, como ir a baño en los ríos aledaños, jugar fútbol en los parques, treparse en bicicleta en sus cerros, subir al 18 a coger aire fresco, bailar en el parrandeadero de la esquina.

Quienes hemos vivido aquí los últimos 50 años, hemos podido ver una ciudad que se transforma y progresa. Mejora sus vías y su transporte público, mejora sus parques, mejora su oferta culinaria y de toda clase de servicios en todos los niveles. Los que conocimos los cinturones de miseria, hemos podido presenciar una transformación asombrosa. Donde antes había ranchos, ahora hay casas con acabados. Donde antes había casitas, ya hay edificios de 4 pisos, con escalera caracol. Donde antes había lotes de basura, ahora hay un enorme supermercado o moderno colegio, o una gran estación del MIO. Donde antes había miseria y desnutrición ahora hay familias recibiendo un ingreso digno y los hijos están subiendo dos o tres estratos, gracias a que recibieron educación.

Desde luego que estaba lejos de ser un paraíso sin problemas. La inmigracion continua del sur, de la costa pacífica, de Venezuela, producida por las pequeñas guerras, allá montadas. Cali recibe un influjo permanente de migrantes y hacía enormes esfuerzos por incorporarlos.

Pero le cayeron dos pestes. El virus indujo a un alcalde, incapaz de ver el alcance de sus medidas, a imponer unas restricciones que era obvio iban a generar desempleo y miseria. Puso a la policía a imponer el aislamiento, generando entre la población más afectada, rechazo y desafecto con la autoridad.

Estando en lo peor de la pandemia, vino la segunda plaga. La invasión de la narcoguerrilla que se alió con las bandas delincuenciales para destruir y adueñarse de las ruinas. Y participó del engaño generalizado de la protesta legítima y pacífica, en la que cayeron tantos.

Se nos salen las lagrimas de recorrer el Cali que nos entrega este Alcalde, incapaz de entender lo que representa la autoridad, de valorar el orden, de proteger los derechos de todos. Obsesionado con el derecho a la protesta, le entregó la ciudad a malandrines de todos los pelambres, que se ocuparon de saquearla y quemarla. Pasará a la historia como el personaje que logró en un mes, revertir la historia de la ciudad 30 años.