miércoles, 26 de octubre de 2022

La riqueza de las naciones

Desde que Adam Smith publicó hace 246 años las razones por la que los países se hacen ricos, un segmento de la humanidad se ha empeñado en ignorarlo. A pesar de muchos otros como Hayek, Mises, Becker, quienes han ido agregando al vasto repertorio de conocimientos que explican cómo los 30 países más prósperos del mundo lo han logrado, muchos siguen creyendo en quienes lucen con orgullo una enciclopédica ignorancia en economía.

El mercado, que en esencia, no es otra cosa que el pueblo, la gente, decidiendo libremente cómo quiere vivir, es demonizado. Las bolsas de valores se muestran como un casino de codiciosos cuando en esencia representan recursos persiguiendo ideas inteligentes, Las empresas con buenos proyectos y directivos confiables, reciben el capital que les permite crecer y servir a la humanidad. Con esa dinámica, aplicada a todas los intercambios que hace una sociedad, el capitalismo ha probado su ventaja sobre el socialismo, donde no se premia el talento ni las ideas, sino la capacidad para enchufarse con un poder estatal que solo consume y destruye riqueza. Cuando la dirección de una empresa no muestra resultados, la plata se esfuma, pierde valor y desaparece. Las estatales, ni resultados muestran. Aun así, hay quienes se enredan en anticuadas telarañas ideológicas.

Cuando un presidente demuestra tener el monopolio de la ignorancia económica, la adorna con envanecida arrogancia, y tanto él, como su equipo de ministros esparcen una vasta gama de disparates, se cae la confianza en el potencial del país y la riqueza se comienza a esfumar. En solo dos meses, Ecopetrol ha perdido 50 billones de valor y nuestro pesito el 25%. Si se aplica al PIB, solo en estos dos rubros, hemos perdido 300 billones. ¡Eso sí es cambio! Más de 15 reformas tributarias de riqueza embolatadas, con el solo ejercicio de una locuacidad desatinada. La obcecación es tan grave que ante la evidencia del descalabro, se acude al conocido y abusado ardid de Fidel: la culpa la tienen los gringos.

No estamos siguiendo los pasos de Venezuela, como pronosticaron muchos. Chávez se demoró 5 años en comenzar a desbaratar la economía, empobrecer el país, acabar con la industria y comercio, devaluar la moneda, disparar la violencia e hinchar la inflación. Aquí vamos mucho más rápido. Sin embargo, “el cambio no se está pudiendo implementar a la velocidad que se requiere porque la constitución y las leyes no dejan”. Se incita al pueblo a salir “por millones a la calle”, eufemismo para precipitar la guerra en las ciudades. Con un ESMAD de “cariñositos”, groseramente apaleados, ya tuvimos un abrebocas de lo que significa la “paz total”. Se busca implantar la Oclocracia, la voluntad de los patanes y belicosos. Si no salen los “millones” convocados, el Alcalde de Cali ya demostró cómo se puede sitiar una ciudad con unos pocos violentos, inmovilizando la policía.

El lenguaje es muy obvio, pero sigue habiendo muchos sordos, que sólo oyen la voz de sus deseos.
Por mucho menos se cayó la primera ministra inglesa. Colombia no aguanta 4 años de barbaridades y al continente no le cabe otra crisis humanitaria con millones de migrantes buscando libertad. Ya no hay donde ir.