domingo, 28 de noviembre de 2021

Lo social



En la evaluación de la gestión de los políticos, la categoría que más fascinación produce a los periodistas es “lo social”.

“Manejo muy bien la economía, pero se rajó en lo social”, es una de las bulas mas proclamadas.

Pero qué es “lo social”? Si se cree en la ortodoxia del liberalismo económico, el estado interviene sólo para proteger la libertad económica, que genera prosperidad, empleo y bienestar. Para ayudar a los desafortunados que no lograron puesto en el tren de la economía, están las organizaciones de caridad. Un enfoque más al centro consiste en reconocer que el estado, como representante de la sociedad debe ocuparse de los desvalidos. Si movemos el dial a la izquierda, el estado tiene que responder por todos. Tenemos el derecho a ser asistidos y ayudados. Y aunque eso suena justo y bonito, la práctica ha resultado en tragedia. En la medida en que un grupo humano aprende que pedir, es la virtud mas preciada, se invierte el ciclo de generación de riqueza y la miseria se generaliza. Ha ocurrido en todas las latitudes y culturas. Con unos experimentos sociales, que si hubiesen sido diseñados con criterio científico, no habrían quedado tan válidos: las dos alemanias y las dos coreas. La misma gente, la misma capacidad, la misma cultura y tierra. Dos sistemas distintos y 40 años después la riqueza de la economía libre es 50 veces más que la socializada.

Podrán inflamarse algunos, pero la verdad es que Colombia tiene, después de Cuba y Canadá, el sistema de salud más socializado de América, y el asistencialismo es cada vez mayor. Se podrá argumentar que se requiere más, pero si el asunto se generaliza, se para la producción y no queda mucho por repartir.

Hacer empresa, crear empleos, mejorar las condiciones laborales, es lo más social que puede haber. Se trata a la gente con dignidad haciéndole sentir que el destino está en sus manos y que tiene la libertad de usar sus bien ganados recursos en lo que quieran. Y se contribuye, vía impuestos, al bienestar general.

Asombra la absurda disociación moral que permite calificar a un gran empresario, generador de productos, servicios y numerosos empleos, como un expoliador social, mientras se montan dulces apologías a quienes reparten la plata que otros han producido En la obsesión por denigrar la riqueza de quien ideó, arriesgó y trabajó, se ignora con siniestra alevosía que el gran capital no es sino una máquina de humanos que trabajan y producen para el bien de ellos y toda la sociedad.

En cambio los subsidios humillan, destruyen la iniciativa, a menos que sean usados para pobreza extrema o igualar oportunidades para los capaces.



La grave tragedia del socialismo no es el daño que le infringe a quienes lo padecen. Es el engendro de una cultura de dependencia, en la que la creatividad, las ideas, el impulso para mejorar, trabajar duro y con disciplina, desaparecen. Los resultados han mostrado una y otra vez la distancia entre el bello discurso igualitario y la realidad de una gran masa empobrecida, que ve como una camarilla se llena de privilegios. Al tener garantizada la existencia, y perder el acicate para progresar, el humano se acomoda en los sillones de la mediocridad.

A la minga

Saben Ustedes generar escritos y producir bonitos discursos de paz y entendimiento. Que distan mucho de las acciones en las que se involucran. No pueden pretender que olvidemos, que gracias a su última visita, la ciudad y el Valle estuvieron sitiados. La infraestructura de transporte público quedó destruida. Innumerables negocios fueron quemados. Hubo escasez de gasolina limitando aún más la movilidad de los ciudadanos. Enfermos murieron por falta de atención o insumos. Los niños en los orfanatos y los ancianos, pasaron hambre y dificultades. El 41% de las empresas cerraron. 6% de los negocios fueron vandalizados. El 8% de las empresas cerraron definitivamente. El desempleo por el paro, superó con creces al de la pandemia. Hicieron un gran aporte al sufrimiento de los más pobres.

Reconocemos que sus ancestros fueron apabullados y dominados por la Conquista Española. Es cierto que durante siglos padecieron un oprobioso dominio por el resto de la sociedad y que su cultura fue despreciada e ignorada. Pero qué tan atrás necesitamos ir en la historia, para resolver nuestros problemas y trabajar juntos como compatriotas? También es cierto que sus ancestros fueron hace siglos, invasores de estas tierras y que implantaron costumbres bárbaras y violentas, comparables a las de los conquistadores que los atropellaron.

Los atropellos del pasado han sido resarcidos en la Constitución del 91, en cuya redacción ustedes participaron. Allí se establecieron unos privilegios para los indígenas que no tienen el resto de los colombianos. Han recibido tierras y reciben millones del Estado en forma regular.

Ustedes manifiestan que quieren venir a hacer una “reflexión social” ¿Cómo reaccionarían si un grupo de caleños se va a sus tierras, les bloquea la libre circulación, les impide la llegada de alimentos, les limita la atención de los enfermos y les controla su vida? ¿Qué reflexión harían? Estarán tranquilos sabiendo que eso no va a ocurrir. Sería muy difícil integrar un grupo que disponga del privilegio, el tiempo y los recursos para salir de paseo reflexivo por el Cauca.

¿Quieren paz? ¿Quieren evitar confrontaciones? Quédense sus tierras. Las tienen amplias y abundantes. Trabajen. Demuestren que tienen ideas y capacidad, que su vasta cultura ancestral les sirve para generar bienestar para Ustedes y los demás. Sean ejemplo de organización y civilidad para el resto de los Colombianos. Hagan que nos den envidia y los admiremos, y los queramos visitar.

Sin necesidad de que se tomen la molestia de tan largo viaje, los invitamos a que nos ayuden con estas reflexiones, allá: ¿Cómo invierten los billones de pesos que el Estado Colombiano les entrega anualmente? ¿Cuál es la productividad de las extensas tierras que están bajo su dominio? ¿Qué aporte o esfuerzo hacen ustedes para disminuir la inequidad? ¿Por qué sus tierras han sido invadidas por narcotraficantes violentos, que atormentan a la comunidad, generando muerte y sufrimiento en su zona de influencia?




Creemos firmemente que es posible el entendimiento pacifico entre todos los Colombianos. Pero la candidez no nos da para creer que esas masivas movilizaciones que arman con tanta eficiencia, busquen ese objetivo.

Jubilados del mundo: Unios!

A sus 93 años Richard Attemborough ha hecho un documental* contundente y sobrecogedor. Es el testimonio de una larga vida dedicada a mostrarnos la naturaleza y la importancia de la biodiversidad. En su afortunada existencia recorriendo el mundo, da cuenta de cómo los humanos hemos pasado de 2.3 a 7.8 billones, duplicado la concentración de carbono en la atmósfera y acabado con el 65% de la vida salvaje.

Nuestra especie ha mostrado ser la mas inteligente, pero no la más sabia. Así como el acaparamiento de la riqueza por unos pocos lleva a sociedades inviables, homo poco sapiens ha arrasado con todo, en su afán de crecer y predominar. Seguimos cortando 15 billones de árboles al año. Hemos acabado con la mitad de los bosques. El 70% de las aves del mundo son domésticas. Somos, en peso, el 30% de los mamíferos y nos comemos el 60% concentrados en unas pocas especies. La sobrepesca de los océanos ha acabado con el 90% de las especies grandes. Los corales se transforman a esqueletos blancos. Hemos logrado derretir el 40% del hielo ártico y diezmar el 90% de las poblaciones de agua dulce.

Con imágenes y cifras indiscutibles nos muestra cómo, si seguimos adueñándonos del planeta, el futuro es tétrico. Escasa agua dulce, océanos ácidos, calientes y sin peces, tierras agotadas, clima impredecible, grandes áreas inhabitables. Han ocurrido 5 extinciones masivas. Estamos dando pasos acelerados hacia la sexta, esta vez en un acto de arrogante suicidio colectivo.

Pero también nos muestra cómo podemos revertir la destrucción. Es esencial parar el crecimiento de la población, la tala de bosques, regular la pesca, cambiar la dieta y convertir a energías renovables. El sol nos da 20 veces más energía de la que requerimos.

Demuestra que sí podemos reaccionar, con ejemplos contundentes. Costa Rica ha recuperado el 50% de sus bosques, Palau, implementando vedas, ha recuperado la pesca, Holanda, con tecnología, produce 10 veces más alimentos por unidad de terreno, Marruecos usa el sol para el 40% de su energía y está en camino de convertirse en exportador de electricidad solar. La ONU está por vedar la pesca de altamar.

Restaurar y respetar la biodiversidad es esencial a nuestra supervivencia. (“Rewild” es el término que implica rebobinar el respeto de lo silvestre). Si seguimos destruyendo el mundo natural al ritmo que lo hemos hecho, Attemborough nos advierte: esta especie se acaba. Las predicciones para el 2100 son casi apocalípticas.

Por qué es tan creíble e impresionante este testimonio? Porque viene de un personaje, que a sus 93 años se toma el trabajo de mostrarnos su vida dedicada a tomarle el pulso al planeta. Qué ejemplo para los viejos. Aunque somos los que más pronto nos vamos a extinguir, estamos llamados a usar nuestra experiencia y dar también testimonio, buscando sacudir a los responsables del destino de la humanidad.

Que los viejos hábiles y funcionales se entusiasmen y sigan el ejemplo de Richard. Se levanten de sus sillones y participen desde su capacidad, estimulando la reacción que tiene que ocurrir para que le quede un mundo vivible a los jóvenes. Jubilados del mundo: despertad y uníos. La humanidad os requiere!



*Netflix

Soñar ciudad

Los compromisos de COP 26 son valiosos y representan una comprensión por parte de los líderes del mundo de la magnitud del daño que está representando esta sobrepoblación de humanos queriendo disfrutar de un estándar de vida cada vez mejor.

Es simplón no suponer que todos, en la medida en que puedan, quieran tener acceso a las comodidades del mundo moderno. Y eso significa un consumo de energía cada vez mayor. Quedan pocas dudas: si seguimos basando el progreso en combustibles fósiles, volveremos el planeta una pesadilla.

Pero no basta que los líderes del mundo se comprometan. Si el resto del mundo, en todos los niveles, no es capaz de cambiar el modelo de vida tan uniformemente diseminado, no se va a lograr el objetivo.

Por eso a nivel local he propuesto Soñar Ciudad. Es la descripción de las transformaciones que podrían hacerse en una ciudad como Cali, si sus habitantes tuviesen la imaginación y la determinación para lograr cambiar su entorno y vivir una ciudad más amable y equilibrada.

La premisa fundamental, es reconocer que el carro, el automóvil, es un disparate. Nuestras ciudades se han transformado en pesadillas por la obsesión de construirlas, expandirlas y diseñarlas alrededor del carro.

El carro es un absurdo energético. Solo un 2% de la energía que consume se usa para mover el ocupante. La gran mayoría se usa para mover los mil a dos mil kilos de hierro y parafernalia.

Pocas personas piensan que cada que se montan en un carro toman un arma homicida y salen a recorrer las calles alegremente en busca de víctimas desprevenidas. Combinamos camiones enormes, buses, carros, bicicletas, motos y peatones. Asombra que no tengamos sino 40.000 accidentes y 7.000 muertes cada año. Este terrible hecho de violencia lo acepta la sociedad como parte de la vida. Cuando además le mezclamos nuestro bajo nivel cultural, que permite que personas sin instrucción ni educación, salgan a las calles a cometer todo tipo de violaciones, y a esto le sumamos un pobrísimo control policial, con un ineficiente sistema judicial, entendemos porque nuestros accidentes de tránsito matan 5 veces más por habitante y gasolina consumida que los países desarrollados. Pocos caen en cuenta que es tanta la capacidad de daño y muerte del sistema de transporte, que nos hemos tenido que inventar un sistema específico de aseguramiento para tratar de pagar la enorme cuenta en salud que esto representa.

Se argumenta que este es el precio que tenemos que pagar para movernos. Pero resulta que nuestras ciudades no han sido diseñadas para los carros. Con obras públicas pobres, inconsistente señalización y normas de tránsito violadas por doquier, no nos debe asombrar que nuestra productividad sea tan baja. Cuando la gente está bloqueada en la calle, no trabaja.

Podemos, desde el nivel ciudad, hacer una contribución a la revolución energética del COP 26? Y de paso evitar el desastre en salud pública,economía y movilidad ? Si, no es tan complejo, y ciertamente no consiste en armar protestas, que solo van a empeorar nuestra ineficiencia. .

Quien tenga interés puede leer el paso a paso de transformar la ciudad y los vehículos en http://bit.ly/soñarciudad.

Ciudad bloqueada

La pesadilla se está cumpliendo. Esta vez lentamente. Después de vivir la tragedia que significó sitiar la ciudad por dos meses con unos bloqueos criminales, nos estamos bloqueando lentamente por la congestión vehicular. La velocidad promedio de un carro en Cali, es de 16 km por hora.

Es un desastre que venimos construyendo gradualmente, mediado por la incapacidad de imaginar una ciudad en la que el carro no sea el principal actor del transporte.

No hemos tenido los recursos económicos, ni el desarrollo en ingeniería civil, ni la honradez, para construir una infraestructura vial razonable. El MIO no fue solución porque partió de un concepto equivocado, fue ejecutado con desmaña y su operación y aceptación por la comunidad han sido muy pobres.

El resultado ha sido el sálvese quien pueda, con motos suicidas, reciclaje de carros viejos para el transporte informal, y un apurado esfuerzo de la clase media para hacerse al anhelado carrito. Los cálculos están hechos. A este ritmo no está lejos el momento en que las calles estén tan copadas que nada se mueve. Excepto las motos por los andenes atropellando peatones. Las vías convertidas en un inmenso parqueadero de carros pitando por avanzar unos pocos centímetros.

Tenemos que ser capaces de soñar una ciudad distinta. Siendo pequeña, mayormente plana y con un clima benigno, el principal medio de transporte debería ser la bicicleta, motoneta o carro eléctricos. Que ocupen menos espacio, no contaminen y no maten. Que no requieran grandes e irrealizables obras viales para solucionar cruces. Un vehículo de esas características se puede fabricar enteramente en Colombia, estimulando la economía y parando la exportación neta de riqueza que significa la solución existente de importar todo lo que se mueve. El carro eléctrico es menos complejo y se ahorra miles de piezas del convencional. Por algo Tesla vale hoy un trillón (US) de dólares. Si se logra orientar el esfuerzo de ingenieros locales a fabricar un vehículo liviano (sin latas), simple mecánicamente, pequeño, y se pone a circular en vías exclusivas en las que nada se mueve a más de 30 kms por hora, podríamos aproximarnos a una ciudad vivible y amable, en la que la gente pueda llegar a su destino en un tiempo razonable, sin el prospecto de perder la vida en el intento.

La transformación de la ciudad tiene que ser gradual y siguiendo una planeación con una lógica muy distinta a la actual. Desarrollo vertical en las vías de eléctricos y bicicletas y barrios pueblo con todos los servicios para reducir la necesidad de recorrer trayectos largos. Evolucionar hacia un concepto de ciudad sin polución, sin ruido, sin accidentes mortales en la que la vida no transcurra en un cajón de hierro lleno de comodidades costosas, requiere tumbar paradigmas muy afincados en las mentes. Muchas ciudades europeas lo están logrando, y han demostrado que no es una utopía. Igual que con el cambio climático, no tenemos alternativa. O seguimos empecinados en recorrer el camino hacia el desastre en nuestros ineficientes, contaminantes, peligrosos y costosos vehículos o aceptamos las necesarias transformaciones que requerimos como sociedad y ciudad para seguir siendo viables.

50/50

La mitad más uno es la regla de la democracia que todos creemos aceptar. Si son 100 los que votan, es fácil decidir quién gana. Pero si son millones, ¿vale la mitad más uno? ¿Quién confía en el conteo? Y si hubo errores? O fraude? Se vuelve muy fácil tener unas cajas extras con votos que llegan de algún lugar distante.

Es lo que ha pasado en Perú. Pasó en Israel, en Turquía, y es el alegato sin cesar de Trump, que invalida la esencia misma de la democracia. Si esto se combina con congresos inoperantes, políticos corruptos dedicados a eternizarse en el poder, partidos de compinches, la consecuencia es votantes desesperados por encontrar un salvador.

Así, solo se requiere que aparezca en escena el Narciso levantisco que aplique la patentada fórmula: Él tiene la solución para todo. Se lo cree y a través de su envolvente discurso, se lo hace creer a muchos. Al principio, con dirección, firmeza y apoyo, logra avances que generan entusiasmo. Se convence de la necesidad de perpetuar su obra, e inicia la fase de consolidación: suprimir la oposición y prensa libre, que adquieren categoría de traidores a la patria, control del congreso, justicia y sistema electoral.

Quienes criticaban ardorosamente la imperfecta democracia que tenían, terminan lamentando y sufriendo una oprobiosa tiranía. Pero ya es muy tarde porque la nueva policía secreta encarcela, tortura y mata. Ahí si de verdad.

Si la democracia Colombiana no se sacude,va a repetir la historia, que con tanto sufrimiento se fraguó en la Alemania de Hitler, la Libia de Khadafi, la Nicaragua de Ortega, la Venezuela de Chaves, para mencionar unos pocos ejemplos.

La mitad más uno? Es el caldo para confusión y confrontación si la opinión sigue dividida con tanta precisión, como viene ocurriendo. Se tiene que establecer que gana quien tenga mas del 1%. La mitad mas 1. Porciento. Si es menos, se declara empate. Como no hay penaltis, tendrán que compartir gobierno. Es lo justo. No hay razón para que el 50 le imponga al otro 50 su sistema. Tienen que negociar cómo reparten el poder.

Si no se adopta ésta, o una fórmula parecida, vendrá el cuestionamiento a la legitimidad del ganador y la oposición rabiosa.

Reeleciones? Si se quiere evitar el riesgo de tiranía y acabar con la corrupción política deben prohibirse en todos los niveles. Preferible tener novatos chambones a crónicos ladrones.

Si la sociedad no se vacuna, combatiendo la causa ultima de su enfermedad, seguirá padeciendo los mismos males, asi les cambie de nombre.

Mientras los científicos del comportamiento refinan la formula, la Registraduría tiene que hacer un enorme esfuerzo de transparencia y eficiencia. En la era de internet no se puede permitir que a ultima hora entren los sospechosos votos de pueblos remotos que inclinan la balanza.



Con confiabilidad incuestionable en la elección, hay que exigirle a los candidatos, el respeto a la norma. Qué sentido tiene participar en un juego en el que, de entrada, no se aceptan las reglas? No puede registrarse un candidato que entre a la contienda diciendo que si pierde es porque hubo fraude o que si perdió va a movilizar sus huestes, para incendiar el país y hacerle imposible gobernar al que ganó.

Dinamica de la violencia

Hay quienes piensan que nada tenemos que ver con lo que pasó en Afganistán. Si bien es cierto que estamos muy distantes cultural y geográficamente, compartimos algunos elementos de la historia que nos pueden dejar lecciones valiosas.

Ambos han cargado la cruz de la violencia, generando indecible sufrimiento a sus ciudadanos. Cada país, bello a su manera, ha visto como los áulicos de la violencia y la guerra, han arruinado su enorme potencial.

Solo en los últimos 50 años, han sufrido, como nosotros, las consecuencias de liderazgos absurdos que impusieron la violencia como recurso de interacción social.

Primero tomaron el poder los comunistas, quienes consideraron que sólo se lograba el estado perfecto con la aniquilación de los oponentes. Una temible violencia oficial, con respaldo de Rusia, se desató contra los agentes del Islam, representantes de la cultura dominante. La reacción fueron los Mujahedin, que terminaron venciendo al régimen con la expulsión de los soviéticos. Pero la emoción inicial de la “independencia” se esfumó, cuando se implantó el insensato régimen talibán con su horrenda represión a las mujeres.

Después de años de oprobio vuelven a sentir la “liberación” con la cruenta invasión de los americanos. El odio como doctrina, la crueldad sistemática, las enormes diferencias ideológicas sin resolver, llevaron a que esa nueva paz caliente y sin sustento moral se fuese derrumbando.

Un claro y deprimente ejemplo de cómo ideologías radicales, sustentadas en la violencia como estrategia, no llevan sino a crear y cerrar el círculo de la agresión e intolerancia.

Aunque la historia reciente de Colombia no ha sido tan dramática y devastadora, si hemos padecido enorme sufrimiento y muerte, producto de concepciones y tácticas similares.

¿Cómo vacunar a la sociedad para que no siga la dinámica destructora de la violencia? Es indispensable enaltecer el valor supremo de la libertad. Con libertad se puede lograr un desarrollo económico más equitativo, induciendo a quienes concentran poder, para que lo usen con sabiduría, se puede mejorar la política detectando y condenando a los corruptos que no entienden el bien común, se puede afinar la justicia purgando funcionarios que la secuestran para su beneficio o el de sus ideas. Todo esto en un ambiente de paz, garantizado por unas fuerzas del orden profesionales, que sean capaces de detectar y castigar a quienes se desvían de su noble misión.

Está muy probado, en todos los países y todos los tiempos, que la fórmula para que las sociedades mejoren y salgan de la pobreza, no consiste en la elección de un Mesías, concentrador de poder, que tiene la solución para todo. La fórmula no ha fallado en ninguna parte: cuando un país logra crear un ambiente de seguridad y paz, con un sistema judicial confiable, que garantice la igualdad de oportunidades, la libertad económica soluciona todo lo demás: educación, salud, empleo, producción, recreación. Todo sale de la increíble capacidad del ser humano cuando es libre y tiene seguridad física y jurídica para actuar. Si se respetan esos tres principios la discusión política se centra en qué tan fuerte es el papel regulador del estado.