viernes, 9 de junio de 2023

Polarización

Son muchos los preocupados por la polarización. No ven un país viable mientras haya tantos que se ubican en polos tan opuestos. Hay que saber que el pensamiento extremo es una narración, una construcción ideológica y son pocos los que se identifican con todos sus preceptos. En la izquierda está el que cree en la lucha de clases, la dictadura del proletariado, la abolición de la propiedad, el estado benefactor, la liberación violenta de los oprimidos y en la derecha están los que creen en impuestos mínimos, libertinaje económico, tradición aristocrática, estado religioso y restricción violenta de ciertas libertades sociales. Pero la verdad, es que la mayoría de los mortales podemos tener ideas de ambos lados en las que creemos con intensidades muy variables. Por qué entonces la mayoría de las sociedades del mundo aparecen divididas casi exactamente por la mitad en dos polos que parecen irreconciliables?

Redes sociales e Inteligencia artificial (IA) parecen ser la respuesta. Ya no son los medios, con sus filtros, quienes nos dan acceso a la información. Cualquiera con talento para hablar es generador de contenido, y no tiene que respetar líneas éticas ni de veracidad. Y la IA se diseña, no para informar cada vez mejor y más objetivamente, sino para darle a cada cual lo que le gusta. Además, con IA es cada vez más fácil escribir ficciones, crear fotos y videos falsos, eliminando la autoría humana. Al funcionar nutriendo con lo mismo a quien ha escogido bando, se va generando una identidad rabiosa y programada con el grupo al que se cree pertenecer. Se aplica un método de segregación, que se refuerza en el sistema electoral de las democracias, que exige una decisión binaria. Ese artificio se refina con la propaganda de las campañas que buscan ubicar a los “otros” en el extremo opuesto, eliminando toda opción de diálogo o interacción.

Tener opiniones distintas sobre la economia, la propiedad privada, las empresas, las causas de la pobreza, las pensiones, la educacion, el aborto, la homosexualidad y mil temas más, no solo es normal, sino saludable. Por más que sea difícil, se deben usar todos los inventos de la democracia para buscar la confrontación sin ambages de ideas resolviendo las diferencias con una discusión respetuosa y civilizada, basada en hechos y datos y poniendo en evidencia las mentiras.

Debe condenarse el insulto, precursor de la agresión. Quien usa “rata” , “gusano”, “facho”, “paraco”, “comuñanga” sienta las bases del odio, deshumanizando al oponente. No se puede tolerar la incitación a la violencia, así esté velada en llamados “a salir a la calle”.

La mezcla de una IA cada vez más poderosa e independiente combinada con el manejo imprudente del lenguaje por líderes políticos, representa un grave riesgo a la convivencia civilizada.



Una sociedad que le da credibilidad al testimonio de un reconocido criminal, que se desconcierta con las declaraciones de un adicto de alta monta y que es capaz de asimilar las expresiones sociopáticas del Presidente y Cia., va sentando las bases de la debacle. No se puede desfallecer contrarrestando con argumentación seria y coherente las fantasías ideológicas desconectadas de la realidad.