viernes, 4 de agosto de 2023

Mision y empresa

Cuando una empresa llega a un punto en que su supervivencia está en discusión, es inevitable que se busque una explicación. Una de las más usadas es la que justifica el desajuste económico, en el hecho de que la empresa cumplía una “Misión”.

Algo que no me es extraño porque hace más de 70 años se dejó de publicar “Relator” periodico que dirigía mi abuelo, quien se sentía imbuido de su misión, y hasta donde he podido saber, no era muy buen administrador.

Todas las empresas, todas las organizaciones sociales cumplen una misión. Algunas podrán ser más prosaicas que otras, pero todas, pequeñas, medianas, importantes o insignificantes, le están prestando un servicio a la sociedad y esa es su misión.

Se podrá argumentar que más misión era la de los misioneros que se ocupaban de las almas, que la del zapatero que hacía las sandalias, pero en esencia todos están cumpliendo su misión de proveer un producto o un servicio de valor a sus semejantes.

Y lo que debe tener muy claro cualquiera que tenga los pies en la tierra es que para cumplir la misión se requiere una unidad de medida del resultado que se llama dinero. Con ese sencillo artificio se mide si lo que se quiere hacer, está funcionando. Y hay que ocuparse de que entre más del que sale porque sino la misión se acaba.

Prestar un servicio, por más abstracto o desprendido que sea, implica como mínimo un lugar y una persona, y la mayoría de las veces, medios. Aún la misión más espiritual, puede medirse por la cantidad de dinero que mueve.

El primer requisito para cumplir cualquier misión, es llevar contabilidad y asegurarse que se va a disponer de los recursos para seguir cumpliendo. Quien, como mi abuelo y tantos otros, se desconectan del vil dinero dedicándose a soñar solo con lo que quisieran hacer, terminan no pudiendo hacerlo.

Solo los estados escapan a esta regla, porque siempre tendrán el recurso de exprimir más y mejor a sus súbditos, o aumentar la deuda pasándole la cuenta a las siguientes generaciones. Con esto se venden ilusiones prometiendo repartir lo que no tienen. El cuento del estado benefactor “al estilo de las socialdemocracias Europeas”, hacia donde supuestamente vamos, ignora un detallito. Primero se hicieron ricos con trabajo, disciplina, inteligencia y libre mercado. Ninguno logró prosperidad gracias al socialismo o estatismo. En promedio los 10 más ricos tienen un PIB per cápita que multiplica por 23 el de Colombia.

En cambio los que han coqueteado recurrentemente con las soluciones socialistas que significan repartir lo que no hay, lucen niveles de pobreza parecidos o peores que el nuestro. Cuando las empresas y los estados se creen el cuento de diseminar sueños evitando los números, recorren el camino hacia la quiebra y la pobreza. Basta con leer las reformas que los promotores de ilusiones del cambio le han presentado al congreso. Se pasan horas en la escogencia de los vocablos más bonitos que concreten los sueños más deseados. Los médicos por ejemplo, sin contaminarnos de sucios billetes, tendremos que garantizar el completo disfrute de la Salud a todos los que nos consulten.Cumpliremos la sagrada misión gracias a que todo va a quedar muy bien escrito en las nuevas leyes.

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