sábado, 11 de septiembre de 2021

Mi cuerpo, mi libertad

“El estado no tiene porqué imponer restricciones que limiten mi libertad en el manejo de mi cuerpo.
Quiero circular libremente por donde quiera, a la velocidad que quiera. No me tienen por qué restringir la libertad, con límites de velocidad, obligarme a usar cinturón o limitarme con semáforos que me obligan a parar donde no quiero.
Quiero tener la libertad de tomar todo el alcohol que quiera, donde quiera y no me tienen porque poner horarios, ni sitios prohibidos o exigir conductas decorosas. Es mi cuerpo el que se emborracha.
Quiero fumar todo lo que quiera, de la hoja que yo quiera, en el sitio y cantidades que quiera. No me tienen porqué impedir ni limitar la cantidad o los espacios. Es mi cuerpo el que inhala el humo y eso es asunto mío.
Quiero oír música al volumen que quiera a la hora que quiera y de la calidad que quiera. Son mis oídos y nadie tiene porqué restringir mi libertad de distraerme como me parezca.
Tengo derecho a celebrar haciendo disparos al aire o al horizonte, sin pensar a donde o a quien le van a caer esas balas. Es mi cuerpo el que dispara y mi libertad para expresarme no tiene porqué restringirse.”

Podría seguir con una larga lista de libertades que NO tenemos y las concesiones que todos hacemos para vivir en sociedad. Una de las más elementales se basa en el respeto a la vida de los demás. No tengo derecho a tomar u omitir acciones que pongan en peligro la vida de otros. No tengo derecho a inventar o seguir una ficción, para sustentar esa particular forma de defender la libertad. Mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Mi libre cuerpito puede fácilmente convertirse en un caldo de cultivo de los más variados microbios: virus, bacterias, hongos, parásitos, transmisibles a muchos en variadisimas formas. Las pestes que diezmaban a la ignorante humanidad , se controlaron cuando los científicos entendieron los mecanismos de diseminación de la extensa fauna microbiana. Las medidas sanitarias (agua potable y alcantarillado) fueron las más elementales y efectivas. Junto con las vacunas, un poco más difíciles de entender, han sido las contribuciones más efectivas al bienestar y longevidad de los humanos. Solo en esta pandemia se estima que han salvado 5 millones de vidas.
La negativa a vacunarse ha frenado el ritmo de prevención en los países que más estaban avanzando. Inglaterra con 63%, Israel con 62% y USA con 52% están todavía lejos de los niveles deseables. Habían logrado bajar sus tasas, especialmente de mortalidad, pero el éxito los llevó a relajarse y todos están subiendo de nuevo. La negativa a vacunarse en un tercio de la población, no solo mantiene los hospitales y UCIs llenas, sino que le da al virus mayor oportunidad de mutar a variantes peores. Ya estamos viendo los estragos de la Delta y otras, cuya peligrosidad aún se desconoce.
En ninguna parte se está vacunando a la brava. Eso es libertad. Solo se establecen límites sociales a quien no se vacuna. También se les respeta el derecho a morir de COVID. Siguiendo el ejemplo de sus más sonoros voceros, lo están haciendo a una tasa 3.000 veces mayor que la de los vacunados. La libertad de abandonar el cuerpo no la restringe nadie.

domingo, 5 de septiembre de 2021

El mundo conspira

Todo el que ha querido hacer algo de valor para la sociedad, sabe que tiene que trabajar en equipo. Y que poner de acuerdo a un grupo de dos o mas seres humanos no es fácil. Poner a muchos a gritar o brincar al mismo paso, lo logran los jugadores de fútbol y los cantantes, pero solo por unas horas.

Lograr esa gracia por años, es campo de las religiones y la política. Con una educación muy estricta y excluyente se graban cerebros con los sagrados preceptos desde temprana edad. Asi se enseña en las madrasas, el Islam de los Taliban y los Wahabis. El resultado son mentes robotizadas incapaces de interpretar la realidad o entender cualquier concepto que se salga del marco establecido. Así ha funcionado la Corea de los Kim y la Cuba de Castro. Como el proceso no es infalible y algunas mentes no quedan bien moldeadas, se recurre con liberalidad al paredón o los campos de concentración.

Así que suponer que hay en el mundo 8 presidentes, o 5 billonarios o 10 directivos de farmacéuticas que se ponen de acuerdo y logran dirigir la vida de miles de millones, no pasa de ser un mediocre guión para una película de ficción.

En casi todas partes, la información fluye libremente en todos los sentidos. Si no fuese así, las tonterías no se podrían diseminar con tan graciosa facilidad.

Que hay periodistas torcidos, es verdad, pero la gran mayoría están dedicados a buscar y revelar la verdad. Que hay científicos de gran calibre que han sido dominados por el ego, la fama o el dinero, y han publicado fraudes, también es cierto, pero la gran mayoría está dedicados a avanzar el conocimiento para beneficio de la humanidad. Que hay líderes y políticos mentirosos, con agendas ocultas, es verdad, pero también hay muchos que trabajan por el bien de sus comunidades. No hay posibilidad alguna de ponerlos de acuerdo en ninguna acción universal. Lo han demostrado la ONU y todas las demás organizaciones internacionales

Del enorme volumen de informes, estudios y revisiones, se logra extraer algo que es lo más parecido a la verdad. El “establecimiento” la disemina y enseña, con variaciones en los detalles, y ajustes permanentes, probando que no suele haber verdad absoluta o revelada.

Así, cuando un grupo rompe con la verdad establecida y lanza la creencia de que la tierra es plana, no le queda de otra que acudir a la conspiración: es que todos se pusieron de acuerdo para engañarnos y hacernos creer que vivimos en una bola que da vueltas enloquecidas en el universo, cuando basta con mirar el horizonte y comprobar que es plana.

Cuando no se puede sustentar la conspiración en una comprobación simplista, la táctica más efectiva es secuestrar el lenguaje científico. Se arma un discurso que suene bio-molecular. Y hasta puede ser cierto. En un acto de magia, se saca del sombrero la asombrosa teoría, que nada tiene que ver con el discurso pero que en la mente del incauto lego, queda firmemente conectada, dándole “sustento científico” al invento.



Desde la religión, pasando por los cuentos infantiles, la literatura y el cine, nos educan o distraen con fantasías. No nos debe extrañar que las teorías conspiratorias que más circulan, inflan la imaginación al territorio de la ridiculez.