Sabiendo que su real apoyo no pasa del 10%, ese asunto de la voluntad de las mayorías se convierte en un estorbo superable. La reforma del sistema electoral, se complementa con la toma de la registraduría por los cuadros más comprometidos del partido.
La digitalización de todas nuestras actividades ha representado un gran avance en comodidad y eficiencia. Celebré la aparición de la cédula digital y fui uno de los primeros en tenerla. Estaba orgulloso de vivir en un país avanzado que ya no me exigía cargar un cartoncito para comprobar mi existencia. De pronto, un día dejó de funcionar y me pasé 6 meses enviando correos, haciendo llamadas, explorando el website donde se explica lo sencillo que es el proceso. Mi desaparición del mundo digital me demostró muy bien la distancia que hay entre las buenas ideas y la forma como las ponen en uso los funcionarios. 9 veces me enviaron la clave con el extenso instructivo que cumplía minuciosamente. Un funcionario me recomendó ir personalmente a la registraduría, pero me empeñé en dilucidar hasta dónde podía llegar la inoperancia y la despersonalización. Finalmente recuperé la existencia de la misma misteriosa forma como la había perdido.
Un minúsculo incidente que hace pensar en la Venezuela que ha logrado Madurar “el sistema de votación más moderno del mundo”, una de las herramientas cruciales para envolver esa horrenda y abusiva dictadura con ropaje democrático. Para no mencionar Cuba donde las elecciones se ganan con el 97%.
Bienvenida la digitalización de todas nuestras interacciones. Pero es bien sabido que donde hay un software, aparece una trampa. En el mundo de las finanzas, son billones lo que se logran robar los modernos pillos con toda clase de ardides. A pesar de sofisticados essfuerzos no ha sido posible impedir que Corea del Norte logre robar 1.7 billones de dólares al año en cryptomonedas, recursos que usa para sus progresistas misiles nucleares.
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