viernes, 14 de julio de 2023

Poder elegir

La fórmula está inventada y ha funcionado a la perfección en todos los países en los que la dictadura se ha sabido disfrazar de democracia. Se basa en una convicción ideológica profundamente arraigada en la mente de sus ejecutores. Ellos poseen la validación moral por el hecho de expresar constantemente que su misión es ayudar a los desposeídos, lo que los ubica en “el lado correcto de la historia”. No importa que establezcan una nueva oligarquía en la que los privilegiados son ellos y las masas vivan de las migajas que dejan caer de su opulenta mesa. No importa que en la medida que implementan sus maravillosas reformas, haya cada vez más “gusanos” y “escuálidos” que arriesgan sus vidas para abandonar el “paraíso de equidad”. No importa que los homicidios aumenten, la delincuencia prospere y cientos de empresas quiebren. Siempre se podrá encontrar un maligno responsable que daña las buenas intenciones del “progresismo”. Los recursos verbales son tan infinitos como la estupidez de quienes consumen la fábula, mientras su calidad de vida se deteriora. La democracia con alternancia del poder es una entelequia inventada por la burguesía. Por eso hay que acabar con las normas e instituciones creadas durante 200 años de un “capitalismo depredador”.

Sabiendo que su real apoyo no pasa del 10%, ese asunto de la voluntad de las mayorías se convierte en un estorbo superable. La reforma del sistema electoral, se complementa con la toma de la registraduría por los cuadros más comprometidos del partido.

La digitalización de todas nuestras actividades ha representado un gran avance en comodidad y eficiencia. Celebré la aparición de la cédula digital y fui uno de los primeros en tenerla. Estaba orgulloso de vivir en un país avanzado que ya no me exigía cargar un cartoncito para comprobar mi existencia. De pronto, un día dejó de funcionar y me pasé 6 meses enviando correos, haciendo llamadas, explorando el website donde se explica lo sencillo que es el proceso. Mi desaparición del mundo digital me demostró muy bien la distancia que hay entre las buenas ideas y la forma como las ponen en uso los funcionarios. 9 veces me enviaron la clave con el extenso instructivo que cumplía minuciosamente. Un funcionario me recomendó ir personalmente a la registraduría, pero me empeñé en dilucidar hasta dónde podía llegar la inoperancia y la despersonalización. Finalmente recuperé la existencia de la misma misteriosa forma como la había perdido.

Un minúsculo incidente que hace pensar en la Venezuela que ha logrado Madurar “el sistema de votación más moderno del mundo”, una de las herramientas cruciales para envolver esa horrenda y abusiva dictadura con ropaje democrático. Para no mencionar Cuba donde las elecciones se ganan con el 97%.

Bienvenida la digitalización de todas nuestras interacciones. Pero es bien sabido que donde hay un software, aparece una trampa. En el mundo de las finanzas, son billones lo que se logran robar los modernos pillos con toda clase de ardides. A pesar de sofisticados essfuerzos no ha sido posible impedir que Corea del Norte logre robar 1.7 billones de dólares al año en cryptomonedas, recursos que usa para sus progresistas misiles nucleares.
23196

lunes, 10 de julio de 2023

Delito politico

No son muchas las culturas que han logrado el nivel de sofisticación del lenguaje de Colombia, para justificar la violencia.

Si una persona toma un arma y agrede a otro, causando heridas o la muerte, eso suele llamarse delito y es castigado por las leyes en todas las sociedades. Si lo que motivó al agresor fue satisfacer una necesidad, sigue siendo delito, no importa si era para llevar comida a sus hijos o para lucir un reloj costoso. Entra en la categoría del simple, pobre o ignorante delincuente.

Ahora, si el agresor es educado y logra armar un discurso con visos intelectuales y llama a su motivación “política”, entonces no solo lo tenemos que entender, sino justificar y aplaudir.
Una buena parte de la sociedad vive fascinada con el mito de los “freedom fighters” o luchadores de la libertad, que tanta inspiración le proporciona a cierta intelectualidad europea mientras toman vinos elegantes, y a una que otra adolescente danesa despistada.

El horror de las torturas a secuestrados, los despedazados por bombas y minas, los quemados y desfigurados por molotov y otros artefactos caseros, se encubre con la diseminación de un neolenguaje que toda la sociedad comienza a repetir con obediencia de monja devota.

“El secuestro es político” sentencian con propiedad, como si eso aliviara en algo el sufrimiento de la víctima y su familia. “Fue un delito político” dictaminan, borrando la carne quemada, los huesos destrozados, y las lágrimas de los padres de unos inocentes y desarmados muchachos que disfrazaron con camuflado para convertirlos en “objetivo militar”. La letra la lanzan los mismos criminales y asesinos y luego todos cantan al unísono.

La justificación política para agredir o matar debería ser un agravante, no un atenuante, y endurecer el juicio y el rechazo social. Precisamente por ser personas educadas, informadas de lo que ha sido la desgracia de la violencia a través de la historia. Y porque, debido a su capacidad intelectual, están en posición de defender sus ideas sin necesidad de recurrir a la violencia. Pretender imponer la violencia a bala y con crueldad no solo es cobarde sino que representa una de las más burdas expresiones de la estupidez humana

Pero en nuestra desquiciada cultura, hemos resuelto que la palabra “político” es el más válido de los atenuantes y somos, por mucho, los más eficaces del mundo en aplicarlo, con lo que hemos merecido por muchos años el poco deseable título de ser el país más violento del mundo.

En la trampa cultural caen muchos, inclusive los más pacíficos y con las mejores intenciones. No se dan cuenta que al incorporar el léxico justificatorio de atropellos y abusos, están contribuyendo a su diseminación. El lenguaje es nuestra forma de interpretar el mundo y la banalidad para usarlo, conduce a empeorar el horror. Se debe ser claro. Las diferencias sociales no son “formas de violencia”. Quien quiera contribuir a un país civilizado que se acerque en algo a la paz y prosperidad, tiene que ser consciente de sus palabras. Un sumario de las barbaridades más frecuentemente usadas, generadoras de confusión y que contribuyen a perpetuar la violencia, pueden consultarse en https://bit.ly/diccionariodebarbarismos.
23189