viernes, 21 de enero de 2022

Locos locuaces

Los locos y charlatanes han recorrido el globo tramando a una humanidad necesitada de explicaciones mágicas y soluciones rápidas. Su efecto siempre fue local y transitorio. Cuando la comunidad hacía conciencia del engaño, ya el estafador, quien posaba de médico curalotodo, estaba esquilmando aldeas distantes con sus patrañas.

En esta aldea global creada por internet, loquitos de todas las especies y calibres han logrado invadir un buen bloque de la información que con tanta facilidad, circula. Se combinan con logias, también globales, que buscan una explicación simple para sus grises vidas: tiene que haber unos malignos poderosos que nos mantienen pisados y dominados.

Secuestran, para justificar sus rebeldes teorías, hechos reales de la historia. Es verdad que las observaciones de Semmelweis en Austria hace 170 años, sobre la importancia del lavado de manos y la antisepsia, fueron ignoradas por el establecimiento médico y el lúcido Ignaz murió en un manicomio. Y que muchos otros inteligentes observadores y creativos innovadores se han estrellado con el muro del conocimiento establecido. Pero ya hay que retroceder muchos años para citar los demás ejemplos. Porque el conocimiento médico, igual que las mentiras, se beneficia con la globalización de la información. Ya es casi imposible que una buena idea sea frenada por un poderoso profesor y todo el conocimiento se somete a continuas y permanentes revisiones y rectificaciones que generan en el lego la sensación de una verdad inestable. Cuando mucha gente, acosada por la angustia, busca una explicación sencilla y estable, se encuentra con la cambiante ciencia que está permanentemente afinando el conocimiento.

El saber serio, exige muchas horas de estudio solo para entender y estar al día de los avances.
En cambio los charlatanes son capaces de armar un discurso manipulando el lenguaje para que le suene a ciencia al incauto. Si además lo impregnan con alguna conspiración esotérica, lo riegan como caramelos con veneno, logrando matricular a muchos. Es deplorable cuando los voceros son médicos porque completan la triada de abusos, al usufructuar la credibilidad de un gremio regido por la ética desde hace más de 2400 años.

Quien pretenda estar bien informado no le puede dedicar mucho tiempo a escuchar basura. Circula un video de un Dr Malone que ilustra muy bien el fenómeno. Bastan un par de indagantes clicks para descubrir la poca confiabilidad de su cuento y sus resentidas motivaciones. Si todos hiciesen ese sencillo ejercicio de responsabilidad antes de reenviar, la mentira no tendría tanta penetración. Habrá quien piense que el calificativo de loco para personajes tan perniciosos es muy benigno, pero después de oír el rosario de dislates que produce una mente supuestamente educada, hay que concluir que está perturbada.

La historia nos ha enseñado a preferir la libertad sobre la censura. El largo y ojala delgado colmillo que omicron le ha sacado al serrucho de la pandemia, afilado por el irresponsable libertinaje verbal de algunos médicos, nos hace añorar el poder de las asociaciones médicas que no controlan a quienes olvidaron el “primero no dañar”, y contribuyen a la congestión de las UCI y las necrópolis.

domingo, 16 de enero de 2022

Lo Natural

Es muy convincente la erudición con que muchos, incluyendo los que tienen alguna formación en Ciencia, hablan de lo NATURAL. La palabrita es mágica para validar todo discurso. Representa el saber ancestral y universal, y adquiere connotación casi divina. Los sabios de lo natural dispensan a sus congéneres la verdad revelada. No les asiste ninguna duda y su sello de garantía se basa en insertar el vocablo en todos los menesteres: las plantas, la selva, los animales, la tierra. Algo es confiable porque viene directamente del ambiente y por tanto nos lo podemos untar, comer o inhalar.
A diferencia de lo “químico”, que se evita con orgullo, confirmando el desconocimiento de lo que parece obvio: todo en la naturaleza está formado por moléculas. La química las aísla y estudia sus interacciones. Un producto natural no es sino una mezcla desconocida de químicos.


Uno de los ejemplos más viejos es la dedalera. Conocida por siglos como veneno. Pero alguien descubre que una cantidad pequeña puede ser beneficiosa para enfermos del corazón. Se comienza a usar en forma "natural". Si el yerbatero se equivoca y muele un poco más del extracto, el enfermo se muere. A principios del siglo XX y gracias a los avances de la farmacología se descubre que el principio activo es la digoxina, una molécula que mejora la contractilidad del miocardio. Se descubre también que en el extracto, hay otros potentes químicos que pueden ser muy tóxicos. Se extrae entonces la molécula que sirve, se define una dosis muy precisa, se comprime en una pastilla. Se describen los efectos adversos, las interacciones con otros medicamentos y se descubre cuales son las condiciones cardiacas específicas en las que es útil.
Cuando la digital pasa por todo este proceso, deja de ser un producto natural para convertirse en un “peligroso químico” producido por la “abusiva industria farmacéutica” mundial.

Esta misma historia se puede repetir para casi todos los medicamentos, incluyendo los sintéticos, que no son otra cosa que la modificación de una molécula para mejorar sus efectos benéficos o disminuir los negativos, una vez se entiende como interactúa con un tejido.

Así que la próxima vez que alguien recomiende con fervorosa convicción un producto natural, considere:
- alguien mide y certifica que lo que dice contener el frasco, realmente es?
- tiene forma de saber cual es la dosis? Muy poco y no hay efecto, mucho y es tóxico. Todo en la naturaleza es veneno dependiendo de la dosis.
- se ha comprobado con estudios científicos serios de casos y controles, si verdaderamente es útil para lo que se quiere tratar? O son solo opiniones anecdóticas de otros, que pueden haber tenido una enfermedad muy distinta con síntomas similares.
- está explícita la mezcla de químicos que hay en el producto? Puede haber algunos útiles para lo que se quiere tratar, y muchos otros que hacen daño a otros tejidos y órganos.

Una caso conocido es el muy natural tabaco . Buscando los efectos de la nicotina, se inhalan una buena cantidad de cancerígenos.
En cambio el vilipendiado “químico” que viene en la pastillita, ha pasado por todo el proceso y mejora mucho la posibilidad de un beneficio conocido y controlado.

Rankinmania

Podría decirse, que entre las obsesiones sociales, es ésta la más universal. No queda ya nada en este mundo que no esté clasificado. No hay nada ni nadie que no tenga su lugar en algún “ranking”. Profesionales, empresas, universidades, municipios y una larguísima lista adicional, viven obcecados por cual es el lugar que ocupan en alguna de las muchas clasificaciones que los mercaderes de los “ranking” se han inventado con importante contribución a la generación de empleo.

Todo el que se ve lanzado a la angustiosa situación de desempleo después de haber ocupado algún cargo importante, se inventa un instituto, centro, ”think tank”, o fundación que recoge información y decide medir algo, publicando el consecuente “ranking”. Es muy conocida la guerra publicitaria de hospitales, universidades y empresas, cada una publicando su aventajado puesto en alguno.
Hay de todos los estilos, colores y sabores. Para todos los gustos. Hay muchos serios e importantes, y que realmente dicen mucho. Pero también hay maquinarias aceitadas por el universal lubricante, el dinero. Se contacta al aspirante y se pide una contribución, inscripción o donación para que la organización entre a ser estudiada. Claro, hay que evaluar muchas variables, eso cuesta un dinero y alguien tiene que pagarlo. ¿Podría haber alguna correlación entre el dinero pagado y el puesto obtenido? Alejemos esos malos pensamientos, pero si sería buena práctica que todo el que publica su puesto en una clasificación, publique también cuánto le costó.
Un sector muy importante, que influye marcadamente en la psiquis de las sociedades, está formado por los ranking de los países. Nos asaltan de nuevo malos pensamientos, porque la mayoría de las instituciones están en los países más ricos, donde se han creado muchos de los centros que hacen clasificaciones de países. Pero además es mucho lo que se mide con opiniones. En Colombia por ejemplo nos rasgamos las ruanas con nuestro puesto en corrupción. Medido por el número de artículos que se publican sobre corrupción. Y la cifra es la suma de todos los números que aparecen en las publicaciones. Difícil imaginarse una forma más imprecisa y subjetiva para encontrar la realidad de la corrupción. Y sin embargo hay que ver las desgarradoras lamentaciones que se arman con esa información. Similar situación ocurre con muchos índices en los que nuestro puesto, resulta apabullante. Sin mencionar que muchos son originados y luego usados con una evidente carga ideológica y política, o que muchos, como los de salud, son medidos por los propios gobiernos.

Pero además hay un dato elemental con nuestro “puesto”. Montserrat tiene 4,996 habitantes, y clasifica como “país”. Hay 65 países con menos de un millón de habitantes. A quien se le ocurre que un “ranking” es válido cuando uno se compara con una islita de 5.000? Pues increíblemente…a todos. Países con los que nos podríamos comparar deberían ser los que tengan entre 25 y 100 millones y de esos no hay sino 40. Y eso considerando solo la variable población.
La próxima vez que se oiga emitiendo gemidos por la terrible posición en que está Colombia en algo…piense, investigue y procure entender el contexto.

El Castro bueno

“Entonces tú debes ser el Castro bueno, porque todo el mundo dice que yo soy el malo”. Me dio un abrazo de oso en medio de las risotadas de la apretada concurrencia
Estaba en el avión Orbis haciendo la demostración de una técnica quirúrgica nueva. Ya finalizando, el cirujano cubano que me acompañaba hizo un movimiento brusco y reventó el hilo que sostenía el lente. Con pánico vi como se caía el lente dentro del ojo y en ese preciso momento anunciaron “llegó Fidel”. Después de tres días de esperarlo, tenía que llegar en el peor momento. Con la suerte de quien escapa al paredón, resolví la situación con una maniobra que no había hecho nunca y no he repetido, para salir a recibir el abrazo del comandante.

Llevaba varios días viendo pacientes candidatos a cirugía en el avión y me había impresionado la precariedad de los hospitales, la escasez de recursos y el pobrísimo acceso a educación que tenían los médicos, quienes, en voz baja, y siempre mirando a los lados, nos confirmaban el derrumbe del mito de la salud cubana. “Serán pobres y pasarán hambre pero al menos tienen excelente salud y educación para todos” era el socialista consuelo que siempre había creído. La realidad era de hospitales y pacientes en unas condiciones que no había visto ni en los peores momentos de pobreza del Hospital Departamental.
Hablamos durante una hora caminando por la pista de aterrizaje, en compañía del director de Orbis. Quería todos los detalles de lo que hacíamos y cómo lo lográbamos. No podía entender que del capitalismo hubiese surgido una entidad cuyo único interés era educar en forma gratuita. “O sea que el cabrón del Fiodorov me robó” dijo indignado cuando le expliqué que con los 10 millones de dólares que le habían cobrado los rusos por su sala estrella de cirugía en cadena, en Colombia éramos capaces de producir 3 veces más cirugías.

Percibí en Fidel, un interés auténtico y un conocimiento excepcional. Cuando volvimos al grupo: 180 oftalmólogos cubanos y 30 del equipo de Orbis de varias nacionalidades, le oímos un discurso de una hora sobre los ojos y lo que se hacía, bajo su dirección por la salud ocular de los cubanos. Al final, todos, los que habíamos rajado del sistema, los que habíamos comentado la farsa de la prédica oficial, gritamos emocionados: Fidel! Fidel!, Fidel! mientras él trataba de llegar, en medio de abrazos y sonrisas, a su caravana de mercedes blindados.
El hechizo del carismático líder nos incomodó a varios durante un buen tiempo. Cómo era posible que a este hombre que nos había impresionado como auténticamente bueno, fuese responsable de tanta miseria y pobreza? ¿Por qué había tanta distancia entre sus intenciones y la realidad?

Su círculo lo engañaba constantemente. Había una unidad especializada en preparar sus visitas. Pintaban las áreas que él iba a visitar, instalaban camas, equipos y uniformes relucientes, que eran retirados apenas se iba.
Finalizando mi quinta misión me pidieron entrevista para TV. Cuando empecé a responder la pregunta de cómo había encontrado la salud en Cuba, me pararon. “Ud no puede decir eso” Pero es la verdad, respondí mientras levantaban cámaras y me despedían para siempre.




Fabula de navidad

Un parque circular con una fuente iluminada en el centro, rodeado de restaurantes con mesas en la calle, llenas de comensales diversos y multicolores que departen alegremente. Palmas y árboles con adornos y luces navideñas. Familias que han organizado picnic en las zonas verdes. Una orquesta con música alegre a un volumen razonable, que permite la conversación y que pone a muchos a bailar en el orden, estilo, combinación y lugar que les parezca. En un andén una abuela da brincos con su nietecita. Detrás de una palma baila suave una pareja de enamorados. Dos viejos abrazados marchan al ritmo de la música. El clima, en pleno diciembre, es una maravilla. Una fresca brisa refresca a todos los que caminan, los que bailan, y le mejora la sonrisa a todos los que disfrutan de un variado menú, que ofrece una amplia gama de restaurantes.
Pasa una pareja gay con ropajes exóticos y divertidos, pasan unos mochileros con cara obviamente extasiada por el ambiente. Pasan familias enteras con la viejita en silla de ruedas. Tres pequeños concentrados en sus velas iluminando su pedazo de. andén. Niños de todas las edades, corriendo y jugando en delicioso desorden. Blancos, negros, amarillos, pelirrojos exoticos, rastas de largos estropajos. Unos elegantes, prístinos que parecen sacados de Downton Abbey, otros en shorts o ropa deportiva, otros llegaron en bicicleta o a pie y lo demuestran. Todos, alegremente tranquilos, disfrutando de un entorno bello y pacifico. Dos parejas de policías que pasean y son parte del festejo. Ni un solo altercado o nota disonante.

¿A que lugar del mundo hay que viajar para encontrar ese ambiente de paz y armonía? A Cali, parque del Peñón, día de las velitas.

Como se obra semejante milagro en una ciudad que nos pintan como una de las más peligrosas del mundo?
La estrategia arranca por prohibir los carros en ciertas áreas sigue con liderazgos locales que permiten crear la magia del ambiente.
No deberíamos requerir día de las velitas y parque del peñon para lograr una transformación tan maravillosa. Cali tiene al menos 30 parques o sectores, en todos los barrios en los que se podría repetir la fábula. Todos los fines de semana? Todos los días? Solo se requiere valorar lo que tenemos, creer que es posible, y eliminar los vehículos de sectores designados. Que los caleños no van a donde no pueden parquear el carro enfrente? En el Peñon había muchos caleños y los carros estaban lejos. Y el ambiente se puede lograr en muchos sitios en los que la gente no tiene carro. Además, si el resabio caleño fuese cierto, hay que decir que no se necesitan. Lo que se logra es tan especial, que no alcanzarían los hoteles, a recibir la avalancha de turistas. El tour de la salsa y todos los festivales que con tanto éxito se hacen, tendrían escenarios incomparables

Que habrá que hacer para que la dirigencia de Cali lo entienda? Cuando se daran cuenta que tienen la sucursal del cielo?
Artistas pintando, cantando, bailando,adornando y ofreciendo sus delicias a una interminable romería de visitantes.

Una fábula? Fue realidad y es posible. Hagamos sectores peatonales y ciclovías permanentes. Dos ejes norte-sur y cuatro oriente occidente. Solo bicicletas y eléctricos de baja velocidad. Todo el esfuerzo para facilitar la movilidad de quienes quieran una ciudad amable, y están dispuestos a cambiar.




Mi verdad- Democracia

Es muy conocida la frase de Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”. No tan conocida es “los fascistas del futuro se llamarán así mismo antifascistas”.
A pesar de esa advertencia, la pandemia antidemocrática está contagiando al mundo con más rapidez que el virus.
La nueva doctrina establece que la democracia es bella y respetable siempre y cuando el que gane sea yo. No se puede decir que la autoría sea de Trump, pero ciertamente ha sido aventajado en su diseminación, y ya son muchos los que han aprendido. Si no ganan, es un inaceptable fraude y hay que incitar la insurrección. Pero si ganan, se las arreglan para entronizarse y acabar con cualquier asomo de transparencia en las elecciones.
Aquí el virus se ha regado como pólvora navideña prohibida. A punta de verdades a medias, mentiras infladas, distorsiones adornadas, que se diseminan hábilmente por redes y todos los medios, se ha logrado que un buen sector de la sociedad repita sin cesar: no hay libertad de opinión, las elecciones son una farsa, no hay libertad de asociación ni existe la separación de poderes. Han llegado a acuñar la incoherencia de “dictadura democrática”. Los gestores de tan exitosa estrategia se solazan. La mayoría de las letanías se reducen a repetir cifras y hechos sin confirmación. Cada dato que llega, sirve para agregarle al gran sancocho de ficciones: que los 15 billones de la corrupción, que los 6000 falsos positivos, que los viáticos de los congresistas. Todo sirve y se agrega al oprobioso inventario.
La procesión mental de desgracias, no deja de circular por la mente de estudiantes que llegan becados a universidades con bellos campus y magníficos programas, de profesionales que llegan en coche todos los días a un trabajo que funciona y progresan con un salario digno, de jubilados que reciben cumplidamente sus gordas y merecidas pensiones.
No logran hacer el simple ejercicio de comparar sus vivencias con ese imaginario de país imposible al que hay que cambiar como sea.
Un muy buen ejemplo de esa disociación se vivió en Cali: mientras en las redes circulaba la evidencia de una policía estaba asesinando jóvenes inocentes, quien salía a la calle podía ver todo lo contrario: una policía amarrada y pasiva ante la destrucción generalizada. La farsa se diseminó y se repitió con impudicia y sólo el hambre, humo y quiebras lograron sacudir a los engañados y desconectarlos su ficticia metarealidad.

No se trata de desconocer la infinidad de problemas por resolver que tiene un país en desarrollo y sin equidad como Colombia.
Se trata de construir una verdad basada en lo que cada cual ve y vive, y no tanto en el destilado de las pantallas. De ver los cientos de realizaciones y hechos positivos que nos rodean, y que sólo ocasionalmente, nos hacen sentir orgullosos. El éxito de la tramoya es prueba de libertad.
Si no reaccionamos y seguimos repitiendo la narrativa de una democracia fallida, sí va a resultar probable que vivamos la experiencia del sacudón populista que otros ya están sufriendo, y logremos cambiar este “horrible sistema” que nos tiene agobiados para entrar de lleno al socialismo nacional.