viernes, 20 de enero de 2023

Abrazos por balazos (2320)

Manuel Andres Lopez Obrador (MALO), ha logrado con el bonito lema de “abrazos por balazos” la tasa más alta de homicidios de la historia de México. Devastando el profesionalismo de los uniformados, el madurismo chavista, envuelto en verborrea pacifista, ha logrado medalla de plata en la clasificación mundial de muertes violentas. En Colombia, hemos podido establecer una muy confiable asociación entre el número de veces que un Presidente pronuncia la palabra paz y la cantidad de muertes perpetradas por bárbaros de todas las categorías.

Por más que nos incomode reconocerlo, todas las sociedades padecen en algún grado el acoso de delincuentes y criminales. Sin ninguna excepción todas han tenido que crear instituciones que monopolizan la fuerza para imponer el orden, en asocio con un sistema de juzgamiento y castigo efectivo.

Es de un candor muy tropical repetir que los países más prósperos tienen tasas de homicidio bajas porque la gente es muy educada, la policía es amable y no hay pobreza.

Solo hay que mirar la proporción de policías por habitantes, el presupuesto de la fuerza pública y recorrer los países que llamamos civilizados para darse cuenta que una policía fuerte, organizada y profesional, es la clave de la convivencia. Lo han comprobado gobernantes de todas las especies. Una fuerza bien equipada, que se hace respetar, garantiza los derechos y la existencia tranquila a la gran mayoría de ciudadanos pacíficos y respetuosos de la ley. El factor que mejor correlaciona con una sociedad funcional no es la equidad, sino la capacidad para hacer respetar la ley y proteger el bien común. Aun en los países más ricos, civilizados y socializados, hay desigualdades abrumadoras, pero es cuando falta la autoridad, que florecen los delincuentes que acorralan la sociedad.

Colombia tiene una larga historia de violencia gracias a que en múltiples ocasiones, dirigentes, jueces y políticos han logrado demostrar que el crimen si da réditos. Tan cierto es, que resultamos siendo muy decentes porque la única restricción que tiene la gente para no ganarse la vida con el delito es la probidad moral. Cada vez más, diseñamos un sistema para garantizar al criminal su modo de vida con una razonable seguridad de no recibir castigo y ni siquiera rechazo. Hemos dado el ejemplo de premiar a los más atroces delincuentes con sueldos, prebendas y protección del estado, por el solo argumento de tener motivaciones políticas para su crueldad. Pero ahora, ya no es necesario un cuento político. Basta con demostrar capacidad para matar y destruir, para que el gobierno se siente a escuchar y negociar, en aras de la paz. Quienes defienden estas tesis no son conscientes que van a sufrir como todos, el imperio del crimen y tendrán que inventar una ingeniosa y retorcida explicación para el desastre que están ayudando a crear.

El apaciguamiento de los violentos ha mostrado en todas las épocas y culturas, que multiplica las muertes. El discurso de Paz Total parece plagio de Chamberlain, postrado con sus ilusos deseos ante Hitler. Nuestros antepasados dieron la vida por la libertad. Nosotros negociamos la libertad para que nos dejen vivir. El resultado será perder ambas.