domingo, 21 de agosto de 2022

El celular de Carreño

Carreño escribió hace 169 años un completo manual de comportamiento en sociedad. Su lectura y diseminación contribuyeron sin duda a la convivencia, aunque hoy se considera anticuado y hasta cursi. Hace algún tiempo era fácil reconocer a una persona “bien educada”. Pero llegó el celular, y como no vino acompañado de un manual de uso, resultó que en el campo del respeto a los demás, ha florecido la descortesía con visos de patanería, aun en lo más refinado de la crema. La sociedad fue atropellada por la tecnología, y la escasez de sentido común ha impedido una urbanidad digital.

¿A quién no le ha tocado sufrir al erudito conversador que habla a gritos en un celular que sostiene como pizza a punto de ser devorada? ¿Quién no ha padecido en los lugares más inapropiados, ruidosos videos de algún sonreído y ensimismado personaje?

¿Quien no se ha visto atormentado por escandalosos “ringtones”, que interrumpen cualquier actividad, mientras el dueño del ruidajo no se da por enterado o la dama busca desesperadamente la fuente en su cartera? Quién no ha sido atropellado por la indelicadeza de ser interrumpido en la mitad de una conversación, mientras el fresco interlocutor le explica a un aparato porqué no puede atender la llamada que ya atendió?

El diligente Carreño no logra paz en su tumba porque los atropellos a la decencia ocurren por igual en cementerios, iglesias, consultorios, reuniones, aviones, buses, salas de espera… allí donde pueda entrar un humano con su dichoso apéndice, se abre una oportunidad para irrespetar y molestar a los demás. Y como nadie ha definido elementales normas de comportamiento, los autores de los desafueros ni siquiera se dan por enterados.

¿Por qué hay que contestar toda llamada al instante como si se tratase de un asunto de vida o muerte? Es difícil creer que alguien no sepa que hay un registro de llamadas, que facilita contestarlas en el momento apropiado, o hace innecesario obsesionarse con la llamadera repetitiva. Parece increíble que existan los que no saben de un botoncito para bajar el volumen y otro para silenciar e inclusive otro con la atrevidísima e impensable función de apagar.

Con la venia invisible de Carreño y con la autoridad que da el haber leído su manual de urbanidad, he lanzado al mundo una guía de cortesía digital que he llamado El Celular de Carreño. Allí, el interesado encontrará recomendaciones como la sencilla práctica de usar el vibrador, de contestar llamadas con mensajes, de pararse discretamente a un sitio apartado, si es verdad que la llamada es inaplazable, de coger el teléfono como se ha estilado desde Edison, con el auricular en la oreja y el micrófono en la boca, para no tener que activar sonoros parlantes ni hablar como si se estuviese dando un discurso. Son tantos los desafueros, y tantas las sencillas recomendaciones que no caben en una columna y por eso remito a los interesados a leer bit.ly/celulardecarreño. No tiene el alcance de lo escrito por el ilustre Venezolano, pero podría ayudar a recuperar una cultura en la que se trate a los demás con “benevolencia, atención y respeto”. Como el pase de conducir, su lectura debería ser requisito para activar la SIM.