sábado, 14 de octubre de 2023

Sociópatas guerreros

Que las ideas llevan a la guerra ha sido la constante en la historia de la humanidad. La capacidad para inventar historias y lograr que se las crean grandes grupos, es la explicación del dominio de Sapiens y sentó las bases de la civilización. Cuando esas historias fueron de amor, respeto, solidaridad y justicia, las comunidades que se las creyeron, lograron prosperar en paz. Cuando fueron de odio, rechazo, discriminacion, temor y egoísmo, invariablemente llevaron a la guerra.

El poder de las ideas organizadas, con una estructura y con un llamado a acciones específicas es indiscutible. El mundo siempre cuenta con miles dedicados a diseminar la primera versión que se ven apabullados por los que riegan con ahínco la segunda.
Tan contundente es el poder de las ideas que muchos países han llegado a prohibir algunas por la convicción de que invariablemente van a llevar a la confrontación entre sus ciudadanos. El ejemplo más conocido es el Nazismo, muy obvio para todos porque están frescas las horrendas consecuencias de la segunda guerra y el holocausto producto del liderazgo de Hitler.

Pero hay muchas variantes a las prédicas rencorosas y de segregación, que por no tener una marca tan reconocida como la esvástica, se disimulan para hacerlas más digeribles, creando divisiones irreconciliables, formando bandos que solo ven al otro lado, demonios merecedores de exterminio. Se permiten burdas expresiones de odio y se elaboran “complejas” e intelectuales explicaciones para la barbarie.

Como en todo conflicto, tanto árabes como judios tienen su pedazo de razón. Para compensar los horrores del Nazismo las potencias ganadoras le entregaron un trozo de desierto a las víctimas para que crearan una Nación. Para los palestinos fue una terrible injusticia y en vez de usar la inteligencia para adaptarse y construir un proyecto conjunto optaron por seguir líderes que solo vieron la opción de guerra. En 70 años de ataques y batallas que siempre terminan perdiendo, cada vez se ven más acosados, acorralados y maltratados.

Conocí de cerca un odio tan diseminado y profundamente arraigado que no se concibe opción alguna de reconciliación. El ideario genera los hechos de violencia y la violencia conduce a la humillación que refuerza el ideario. Un círculo maligno que empeora cada vez más y lleva a que se cometan atrocidades irracionales como el reciente ataque de Hamas. El mundo entero ha reaccionado como debe ser siempre: condenando la matanza, independiente de cual fue la motivación. Con excepción del Ayatollah Raisi del clero combatiente y Petro, quien habiendo apoyado el sitio de Cali debería conocer la diferencia entre el asedio a una ciudad y un campo de exterminio. Cada que las circunstancias permiten ver a través de su disfraz de paz, se expone el alma de sociópata que justifica la violencia como salida a todos los conflictos.

Si la historia de horror y sufrimiento generada por el feroz y equivocado liderazgo palestino no nos sirve para develar y devolver a la calle al “adalid de la paz” y sus 100.000 milicianos, tendremos que aprender a llorar los muertos como lo hacen Israelíes y Palestinos y padecer las atrocidades de una confrontacion sin salida.