jueves, 2 de junio de 2022

El turbante de oro

Si hay algo que produce indignación universal, es conocer los datos de corrupción a través de recurrentes escándalos, porque representan el robo de recursos destinados al bien común que golpea sobre todo a los más humildes. Candidato que se envuelva en la bandera anticorrupción, gana.

¿Por qué sigue tan diseminada, a pesar de toda la revulsión social que produce? ¿Por qué lo que se ha hecho hasta ahora ha servido tan poco?

Una explicación está en comprobar que la reacción usual, sigue los lamentos del himno. Cuando se revela un nuevo robo, se derraman entre cadenas los gemidos, y surcados por dolores, no hay mejor recurso que salir a la calle a crear una horrible noche y bañar en sangre a unos pobres soldados sin coraza.

Otra, es la muy pueblerina visión que nos corona como campeones y dueños casi exclusivos de las patrañas. Mientras no se entienda a la corrupción como un fenómeno mundial, no será posible aprender iniciativas inteligentes de otros lados y unir fuerzas con los honestos del mundo para ser efectivos.

Es indispensable entender que mientras los honestos duermen, los ladrones se pasean.

Podríamos estudiar a Raymond, quien estima en 60% el robo del presupuesto de Trinidad, y está logrando revertir la tendencia con programas que destapan sistemáticamente la porquería. O a Brooke en Inglaterra, quien presionó para revelar los gastos del Parlamento, logrando inhabilidad para 120 y cárcel para 2. Con Investigative Dashboard, ha centralizado documentos que permiten seguirle la pista a los dineros que solían embolsillar. Similar labor hace Jonsdottir quien logrado blanquear a Islandia​​ con el International Modern Media Institute. O el extraordinario Alaveteli.org, con la metodología que le permite a todo ciudadano interesado en información de su gobierno, atravesar las barreras que envuelven la opaca transparencia. Ya tenemos la versión Colombiana con queremosdatos.co. O expandir la iniciativa India, ipaidabribe.com (yopagueunsoborno) en la que se estimula a registrar el pago de coimas. Van llegando a 200.000 con 500 millones de dólares robados. También se resalta y ayuda a quien no soborna, en conjunto con los funcionarios honrados (existen!!!..van 1106). Mather calcula que la “industria” global de la corrupción vale US 3 trillones (Colombia aporta 0.4%) y pone en práctica un bonito modelo de negocio en el que se gana una pequeña fracción para evitarla.

El mundo está lleno de gente honrada, que está demostrando que si se junta inteligencia, creatividad, coraje y tecnología, la corrupción se combate usando los mismos recursos que pretende esquilmar. Si todo el entusiasmo que se invierte en organizar marchas y protestas y toda la imaginación que se usa para diseminar mentiras y promover violencia, se orienta a aplicar lo que ya está inventado, se podrá lograr un control real. Más, cuando se ve venir una firme Presidencia anticorrupción. Un modesto aporte criollo podría ser la creación del concurso “El turbante de oro”, para entregarlo en solemne ceremonia, al ladrón más aventajado y reconocer la creatividad de una recursiva senadora, quien ha demostrado cómo se mueven los verdes billetes que permiten pactar con la historia.