martes, 25 de mayo de 2021

Pacifismo activo



El pacifismo pasivo es recibir una cachetada en la mejilla y poner la otra, pero además dar las gracias y perdonar a quien dio las cachetadas. Lo que ha hecho la sociedad colombiana con los violentos por muchos años.

Pacifismo activo, es recibir una cachetada, pararse, retirarse para no recibir la segunda, pero además increpar al agresor demostrando que lo que está haciendo es incorrecto y que si persiste en su actividad se lo va a denunciar ante las autoridades.

Pacifismo activo, es confrontar la ideología que sustenta la violencia. Desenmascararla cuando es sutil y confrontarla con decisión cuando es abierta. Siempre con la palabra. Siempre con argumentos. A veces con actos y demostraciones, siempre pacíficos, nunca con agresiones.

PACIFISMO ACTIVO es salir a marchar en forma pacífica, demostrando que los policías no son enemigos. Probando que no hay que desmantelar ESMAD porque no se requiere. Demostrando que no se requiere regular el ejército porque no le damos ningún motivo para intervenir.

Pacifismo activo es detectar en el lenguaje diario de periodistas, intelectuales, políticos y líderes, los sofismas que se construyen para soportar y justificar la violencia.

Pacifismo activo es demostrarle a quienes dicen que no tienen otra alternativa que usar las armas para defenderse, o sustentar sus ideas, que la agresión física, y la destrucción, es la más primitiva y estúpida de las formas de comportamiento humano. Que para rebelarse ante una injusticia, manifestarse ante un atropello, u oponerse a un orden injusto, hay métodos mucho más inteligentes y efectivos que la violencia.

Pacifismo activo es ayudar a diseminar e ilustrar sobre los muchos métodos, y exitosos ejemplos, de solución pacífica de conflictos.

Pacifismo activo es desarmar con argumentos a los violentos dejándolos en lo que son: mentes primitivas, ignorantes, desinformados, que usan el elemental recurso de la agresión física porque carecen de la capacidad para aportar a su comunidad.



El pacifismo activo. La protesta no violenta. Una gran parte de Colombia se ha convencido que no pueden seguir pidiéndole amablemente a los violentos que se calmen. Que no basta con esconderse en sus casas y dejar que disparen afuera. Que no vamos a mejorar mientras sigamos callados y quietos esperando que nos mejoren. Y no vamos a tener paz con frases amables de apaciguamiento, tolerancia y justificación de la violencia y el crimen.

domingo, 23 de mayo de 2021

En que creemos?



Si hay un denominador común en Colombia, a raíz del paro prolongado y el sitio a ciudades, es la desconfianza. Ya nadie sabe en qué creer. No creerle a los políticos y a los medios de comunicación es un asunto viejo, pero se ha hecho muy obvio. Basta con ver el cubrimiento internacional de lo que está ocurriendo en Colombia. Todos los días vemos evidencias de porque no debemos creer en casi nada de lo que circula por redes. Los discursos y videos se editan, se cambian fechas y sitios y todos, con la facilidad de un click reproducen la falsedad.

Sí se ha logrado, en esta crisis de credibilidad, construir un consenso alrededor de una Colombia horrenda y despreciable. Es unánime, describir al país como una de las sociedades más corruptas jamás inventadas, lo que explica nuestra actual situación. De nada sirven la infinidad de estadísticas que demuestran que el país venía mejorando en casi todos los indicadores sociales. Habrá siempre como probar lo contrario. Nada puede alterar esa visión que entre todos, a punta de noticias, memes, videos y encumbrados escritos, se logró construir.

Yo quiero compartir la Colombia que he vivido. La que me consta. La que se que es verdad para mi, porque la he visto y oído.

Conozco cientos de médicos que han trabajado muy duro y honestamente y han contribuido a mejorar la calidad de la atención médica a miles de personas, construyendo un pequeño patrimonio que les ha permitido ver crecer unas familias con dignidad.

Conozco muchos abogados, fiscales, jueces, magistrados honestos, quienes han estudiado con seriedad el orden jurídico y hacen lo posible por resolver en forma civilizada los conflictos.

Conozco muchos políticos que miran el bien común y trabajan en forma desinteresada por mejorar el nivel de su comunidad.

Conozco ingenieros, arquitectos y trabajadores dedicados, que han logrado mejorar la infraestructura de nuestro país con trabajo duro e ingenio.

Conozco cientos de trabajadores independientes, plomeros, carpinteros, mecánicos, electricistas, pequeños empresarios que prestan servicios de muy buen nivel a sus clientes, cobran lo razonable y viven satisfechos con su nivel de vida.

Conozco a grandes empresarios que han construido o expandido fábricas y empresas agroindustriales, generan empleo digno, con salarios y condiciones de trabajo buenas para sus empleados y producen gran cantidad de bienes y servicios que nos hacen la vida más fácil a todos.

Conozco una gran cantidad de policías honestos, con sentido impresionante del deber, patriotas de verdad, que entregan su vida para garantizar la seguridad y bienestar de los demás, y no les cruza por la cabeza abusar de su poder.

Puedo seguir haciendo un recuento de miles de personas que he conocido y cientos de sitios que he tenido la oportunidad de visitar y nada de lo que he vivido se parece a ese esperpento de país que nos han pintado y en el que nos quieren hacer creer.

Lo invito a que haga Ud el ejercicio. ¿En qué cree Ud? En esa realidad alterna que han logrado construir en su mente?. O la que Ud ha vivido.

Y si llega a esta misma conclusión, no se deje influenciar más por el negativismo y defienda la Colombia que Ud. conoce.

El golpe



Supongamos que la revuelta popular logra su cometido. Violando el orden constitucional, una minoría violenta le logra imponer su voluntad a una gran mayoría pasiva, pacífica y confundida.

Supongamos que el Presidente, Gobernadores y Alcaldes, víctimas de una campaña de desinformación triunfante en Colombia y el exterior, siguen discapacitados en su titubeo, y no logran recuperar el orden y el imperio de la ley, sin poder garantizar los derechos fundamentales y básicos de los Colombianos.

Supongamos que nuestros nuevos líderes, no elegidos, representando el 2% de la población, logran regir nuestro destino y nos imponen a los trancazos su abultada agenda, evitando engorrosos procesos que establece la democracia.

Supongamos que llega El Salvador y toma el poder. Un gran líder impoluto, honesto, sin antecedentes políticos, preparado, conocedor del país, quien es reconocido y respetado por todos, y logra nombrar 1,200 funcionarios capaces, preparados, trabajadores e incorruptibles. Se hace a un equipo de profesionales que solo sabe pensar en el bien común. Y se nos abre la esperanza de construir un país próspero y con equidad en el que impera el bienestar general.

Nos ahorramos unas costosas y dispendiosas elecciones y le entregamos el país. Un país arruinado, con un tremendo déficit fiscal y su capacidad de crédito en nivel basura, un país con su infraestructura destruida, sin transporte público, con miles de empresas quebradas y desempleo masivo. Un país que regresó 30 años en los índices de pobreza y donde reina el hambre, la miseria y la violencia. Un país con las fuerzas del orden desmoralizadas, diezmadas donde impera la ley del más agresivo y el más patán.

Un país en el que se ha perdido todo interés de inversión o desarrollo. Que ha sido abandonado por la mayoría de los inversionistas extranjeros que generaban prosperidad, productos, servicios y empleo. Desocupado por la juventud capaz, inteligente, creativa y emprendedor que no vio aqui futuro, y encontró oportunidades en otros lares. Un país lleno de escritores, analistas, pensadores, periodistas que han asumido el papel de plañideras profesionales, no saben ver sino lo malo y negativo y consideran una afrenta recibir una buena noticia de los progresos sociales de Colombia en los últimos años.

Un país en el que el mayor signo de ingenio va a ser exigirle al estado: educación, salud, transporte gratis para todos, sueldo digno garantizado. Un país en el que todos tienen derecho a todo, pero los deberes y obligaciones se diluyen en la banalidad colectiva.

Además de la Fe que tendremos que ponerle al gran Mesías, deberemos dispensarle gran compasión. Porque con cada día que pasa, se la están poniendo cada vez más difícil.

Carta abierta a la minga indigena



Apreciados Compatriotas,

La ciudad y el Valle han estado sitiados por más de 15 días. La infraestructura de transporte público está destruida. Innumerables negocios han sido quemados. La gasolina está muy restringida y por tanto el transporte de personas bienes y servicios es muy limitado. Los enfermos en los hospitales se mueren por falta de insumos. Los niños en los orfanatos y los ancianos, están padeciendo hambre y dificultades. Toda la población está sufriendo en forma indecible con este sitio prolongado. El 41% de las empresas están cerradas, el 86% de la gente no está pudiendo llegar a su trabajo. 6% de los negocios han sido vandalizados. El 8% de las empresas van a cerrar definitivamente. Todo esto solo va a contribuir al sufrimiento de los más necesitados, a aumentar la pobreza y el desempleo.

Mientras tanto, Ustedes, que si tienen su línea de suministros bien establecida, bailan y celebran en los terrenos de la Univalle. ¿Qué celebran?

Es cierto que sus ancestros fueron apabullados y dominados por la Conquista Española. Es cierto que durante siglos padecieron un oprobioso dominio por el resto de la sociedad. Es cierto que su cultura fue despreciada e ignorada. Pero qué tan atrás necesitamos ir en la historia, para resolver nuestros problemas y trabajar juntos como compatriotas? También es cierto que sus ancestros llegaron hace siglos a estas tierras y que muchos tenían costumbres bárbaras y violentas, comparables a las de los conquistadores que los atropellaron.

Los errores del pasado están reconocidos en la Constitución del 91 en cuya redacción Ustedes tuvieron participación. Allí se establecieron unos privilegios para Ustedes que no tienen el resto de los Colombianos. Han recibido tierras y reciben subsidios del Estado en forma regular. No es sino verlos recorrer la ciudad en sus poderosas camionetas blindadas para reconocer que no son los pobres sojuzgados del pasado.

Ustedes manifiestan ser pacíficos y plantean el diálogo civilizado. ¿Cómo reaccionarían si el pueblo de Cali se va a sus tierras, les bloquea la libre circulación, les impide la llegada de alimentos, les limita la atención de los enfermos y les controla su vida? Se sentirían violados y levantarían la voz al estado y la comunidad internacional para buscar protección a sus derechos fundamentales.

¿Quieren paz? Quieren evitar confrontaciones? Regresen a sus tierras. Las tienen amplias y abundantes. Trabajen. Demuestren que están organizados, que su vasta cultura ancestral les sirve para generar bienestar para Ustedes y los demás. Sean ejemplo de organización y civilidad para el resto de los Colombianos. Hagan que nos den envidia y los admiremos, y los queramos visitar. Cuando eso ocurra, estoy seguro que Cali los recibirá con cariño, solos o en minga.

Pero Ustedes no han venido a Cali en son de Paz. Han venido a atropellar nuestros derechos fundamentales, a la libre movilización, a trabajar, a comer, a recibir atención médica. No queremos enfrentamientos. Queremos su amistad y confraternidad, pero si se quedan aquí, en las actuales circunstancias, solo van a contribuir a desencadenar más violencia.

Firman todos los pacíficos ciudadanos de Cali

Violencia Justa



El comportamiento humano está siempre ligado al constructo ideológico que cada cual ha creado para procurarse una existencia coherente.

Un ejemplo infalible es la interpretación de la riqueza. Es casi cómico ver acomodados intelectuales criticando con ferocidad la injusta distribución de la riqueza cuando ellos llevan existencias muy cómodas, sin carencias de ningún tipo, vacacionan “discretamente” en Europa y pasan los fines de semana en “una casita” de campo. ¿Dónde está la línea de la riqueza tolerable? Muy fácil. Todo el que esté por encima mio es un inmundo capitalista neoliberal explotador del pueblo. Que haya millones que están mucho peor que yo, pues... no viene al caso

Donde más hemos podido ver esa simpática delimitación que arman los egos es en la violencia. Hay que ver a los pontífices de la moral disertando desde sus micrófonos y sus plumas. “La explosion de un pueblo que no tolera más injusticia” “los justos reclamos de una comunidad oprimida”, “las aspiraciones de una juventud sin futuro”, para justificar el incendio de estaciones de policía, buses de transporte público, el saqueo de comercios, la agresión con bombas y armas de todo calibre a la fuerza pública.

Tiene límites la violencia? Si. Cuando me tocan a mi. Cuando atacan mi casa, me agreden en mi carro, queman o bloquean mi sitio de trabajo. Eso sí es intolerable. La línea es muy fácil de trazar. Todo lo que le pase a los demás, vale. Los bloqueos son justa protesta hasta que mi familiar muere por no poder llegar al hospital.

Una sociedad civilizada descansa sobre un gran pilar: no hay nada que justifique la violencia. El uso de fuerza es privilegio exclusivo de las fuerzas del orden, con normas y controles estrictos. Pierde toda legitimidad en sus reclamos quien ataca a la fuerza pública.

Que la inequidad no es sino otra forma de violencia. Falso. Un niño con hambre constituye una afrenta horrenda, pero no es violencia. Yo he visto morir en mis brazos niños con desnutrición y deshidratación. La indignación que eso causa es casi incontrolable. Me ha provocado incendiar el mundo. Al controlar ese impulso primitivo, destructor, de la ira, se puede canalizar con una bien asentada resolución para hacer algo que sí sea útil. Acudir a la violencia solo va a multiplicar los niños muertos por hambre.. Pero ni el hambre es violencia, ni la violencia hace nada por el hambre.

De hecho la historia ha probado una y otra vez, en todos los países y culturas, que la forma más torpe de enfrentar la pobreza y la injusticia social, es con violencia. Ese es el dilema que debemos plantearle a los jóvenes entusiasmados con la rebeldía. Somos capaces de usar los recursos de la mente para mejorar, en una democracia con defectos y en un ambiente de libertad económica? O preferimos cambiar el sistema a punta de bombazos y disparos para instaurar una dictadura, en la que no habrá oportunidades para la creatividad y la libre competencia y en el que todos seremos súbditos pobres de una camarilla privilegiada.

Al mundo lo tiene sin cuidado lo que resuelvan los Colombianos. Allá ellos si se deciden matar y destruir lo poco que tienen.

No aceptemos más ambigüedad. Nada justifica la violencia.

Educacion Fracasada



La educación tiene la función de enseñar un oficio, pero en forma muy fundamental debe enseñar el pensamiento lógico. Aprender a interpretar la realidad, tanto histórica como geopolítica, para hacer conexiones causa efecto, es sin duda tanto o más importante que diseñar un puente o arreglar un motor.

La reciente encuesta publicada por semana, muestra una sociedad que puede calificarse como desconectada de la realidad (esquizofrénica?). Con una incapacidad para conectar causa con efecto asombrosa.

Una buena mayoría (y voy a evitar los números para no hacer esto pesado) está de acuerdo con el paro, con que continúe, e inclusive un buen grupo con los bloqueos. Pero también mayoritariamente están de acuerdo con el derecho al trabajo, a la educación y a la salud.

Quien tiene el mayor respaldo como candidato es Petro, pero a la vez es considerado como uno de los peores en desempeño durante el paro.

Tendremos que hacer un curso en compresión de lectura para entender eso de trabajar, educarse y recibir salud, en paro y sin posibilidad de desplazarse. O será que consideran que la pandemia nos virtualizó tanto, que ya no necesitamos movernos.

Apoyan el papel de los estudiantes y de la minga, pero no se sienten representados por los dirigentes del paro. O sea que apoyan el paro, apoyan a los que lo hacen, pero no sienten que están representados por quienes lo hacen. Es una discreta ligereza con el concepto de la coherencia en el pensamiento?

Entre los problemas prioritarios de resolver esta el desempleo, la pobreza y el hambre. Pero evitar que se quiebren las empresas es secundario.Y un porcentaje no despreciable apoya inclusive el vandalismo. Si el paro continúa como muchos quieren, si los bloqueos persisten, si siguen quemando y saqueando, no hay duda que se quebrarán muchas empresas. Y de donde van a salir los empleos? Cuanto va aumentar el hambre y la pobreza? Para no hablar de quien paga impuestos para la educación gratuita y la vacunación que son otro par de deseos de la mayoría.

Claro que viendo que hay un porcentaje pequeño que no saben quien es Santos, Petro, Uribe o Duque, se va uno dando una idea del nivel de conexión con su entorno de algunos compatriotas.

Y es curioso que para todo éste emocionado apoyo al paro las tres sensaciones que más frecuentemente se describen son tristeza, incertidumbre y miedo.

Lo que sí constituye un aporte a la lucha de clases es que, en lo que se refiere a opiniones, no hay tal diferencia de clases. En casi todos los temas los porcentajes de acuerdo por estratos son muy similares. De hecho en algunos temas calientes, los más calientes antisistema son los más ricos. Es sin duda un avance en el compromiso social. Apoyan que los bajen de sus privilegios a machete y bombazos.

Mientras que los viejos , el eje cafetero y los paisas son los menos inclinados a apoyar la protesta, los jóvenes, Cali y Bogotá son los más inconformes.

Es cierto que las estadísticas se pueden usar para demostrar lo que uno quiera. En medio de tanta destrucción y violencia, habrá quien encuentre un artístico y florido renacimiento de Colombia.

Destruir

Criticar ha sido siempre muy fácil. Soy algo perfeccionista y padezco la obsesión de hacer las cosas bien. A donde llego tengo que detectar que algo está mal y comienzo a opinar sobre cómo mejorarlo. Así que mea culpa. Hago esfuerzos por mejorar. En la medida en que, a lo largo de la vida, he hecho cosas, he ido aprendiendo lo difícil que es construir. Criticar y destruir es fácil.

Por eso es muy difícil que encuentre un viejo en una manifestación rompiendo vidrios o tirando bombas molotov. No es que no sea capaz. Es muy posible que muchas veces le provoque. Después de todo ha tenido muchas más frustraciones y desencantos que un joven. Es que sabe todo el esfuerzo, inteligencia y habilidad que se le puso a fabricar e instalar ese vidrio. Lo ha vivido. Ha sufrido el proceso de construir.

Quien ha hecho una empresa, sea una pequeña tienda de esquina o un gran conglomerado industrial, ha trabajado muy duro. Han sido muchos días de largas jornadas, pensando y ejecutando. Ha tenido que armar una infraestructura, ha tenido que negociar insumos, diseñar procesos, montar contabilidad para conocer sus costos y sus ingresos. Ha enfrentado dificultades legales, requisitos formales, laborales, ha resuelto imprevistos. Ha vivido y ha sudado. Ha pasado largas noches de angustias, pensando en deudas y en cómo lograr que su emprendimiento sea viable.

Muchos han fracasado, inclusive varias veces, y otros han tenido tremendos éxitos. Pero todos, sin excepción, se han gastado una vida construyendo: un patrimonio, una empresa, una familia, una organización, un servicio. Todo lo que se ha construido, ha sido con el esfuerzo y sudor de muchos. Ningún viejo le va a tirar un fósforo.

En cambio los jóvenes no han hecho nada. Descubren un mundo construido, que los ha tratado bien, regular o mal y lo ven lleno de defectos. No tienen idea de lo difícil que es construir. Por eso les entra tan fácil la doctrina de la destrucción para empezar de cero. “Nosotros sí vamos a ser capaces de hacer las cosas bien”, se repiten con cándida inocencia. Ignoran la genética. Todos los defectos de la anterior generación van a aparecer en la suya. Allí está, a su lado, ese que grita con tanto entusiasmo,ese va a ser el político corrupto que roba de la alimentación escolar. Si, esa otra que baila con gracia mientras carga pancartas con protestas. Esa va a ser la senadora que pasa una ley en la que se aumenta el sueldo.
Es bonito creer que destruir simboliza el lavado de todos nuestros pecados y que nos irá mejor si no tenemos nada de la degenerada generación anterior que nos distorsione nuestros sueños.

Esto no es una cínica oda al statu quo. Desde luego que hay muchísimos defectos en esta sociedad y es mucho lo que hay que corregir. Que no se hace en la magnitud y a la velocidad que todos quisiéramos, es cierto. Pero creer que es con la violencia y destrucción que vamos a pisar el acelerador del cambio, para mejorar, es solo una forma elaborada de barbarie. Debemos creer que tenemos formas mucho más inteligentes de cambiar.

Bloqueos

La “doctrina política” que más ha penetrado mentes, en los últimos días, es la que presenta a los bloqueos como una forma legítima y pacífica de protesta.

Con el anodino argumento de que se trata de unos jóvenes tranquilos sentados al lado de unos palos que no le hacen daño a nadie, ha hecho carrera la tolerancia con los bloqueos.

La realidad es que los bloqueos son violentos y criminales. Son violentos porque, basta que un ciudadano corriente trate de pasar, para poner en evidencia que tan pacíficos son quienes lo mantienen. Y hay que ver la reacción tan civilizada cuando llega la policía: piedras, bombas, quemas constituyen la culta respuesta.

Los bloqueos son criminales porque violan los derechos fundamentales de TODOS los ciudadanos. Incluyendo los que los apoyan. Si, ese inconforme padre, en diálisis,que alienta a su hijo para que salga a apoyar un bloqueo. Ese va a morir al igual que los 36.000 enfermos renales de Colombia porque la planta de Baxter no ha podido producir insumos esenciales.

También esa educadora que tanto entusiasmo le ha puesto a sus discursos antisistema y ahora ve las miradas hambrientas de los niños que no han recibido la leche que ha fluido a borbotones por las alcantarillas.

O el mensajero que pintaba pancartas, y no ha logrado tanquear su moto para trabajar y ahora no tiene nada para llevarle a su angustiada familia.

Los sitios de las ciudades tienen en la historia de la ignominia un pedestal reconocido de barbarie. En un acto de truculento malabarismo ideológico, el alcalde de Cali y una larga lista de confundidos, han validado la mas flagrante y cruel forma de violar masivamente los derechos humanos de toda una ciudad.

Nos quedan comercios, buses, estaciones, semaforos quemados y vandalizados, testigos mudos de un capitulo negro en la historia de Cali, en la que no fuimos capaces de distinguir entre inconformidad y violencia, entre marchas de protesta y vandalismo, entre pedir un cambio y destruir, entre exigir y atropellar a los demas.

Todo el que no haya sido claro y vertical en su rechazo a la violencia. Todo el que ha repetido la doctrina de la validez moral de “todas las formas de lucha”, debe cargar en su conciencia la responsabilidad de la miseria, pobreza y sufrimiento que van dejando estos nefastos 15 días.

Ojala el resto del país haya aprendido que los bloqueos son criminales. Son una de las formas más perversas de violencia y no se deben tolerar.

Los Alcaldes deben saber que toda marcha debe tener un principio y un fin, tanto en tiempo como en el espacio. Toda la violencia y destrucción que ocurra asociada a la marcha es responsabilidad de sus organizadores y participantes. A los primeros se los debe judicializar y a sus organizaciones, hacerles pagar los daños e indemnizar a las víctimas. Los segundos deben saber que el resto de la sociedad les reconoce su responsabilidad.



No debemos seguir aceptando la farsa de las infiltraciones y las provocaciones. Aquí, y en muchas partes, está probado que es posible hacer grandes marchas sin un solo incidente. Es inconcebible y ridículo el diseminado argumento que sostiene que la violencia ocurre por la presencia de la policía.

Revolucion- Guion

El guión está bien definido y lo pueden consultar los interesados. La esencia está en trabajar en muchos frentes:

- la intelectualidad: pensadores, politólogos y sociólogos están preparados y dispuestos a utilizar su autoridad y capacidad para crear un discurso que confunde y mezcla la inconformidad legítima con la violencia criminal. El hábil uso de las palabras podrá lavar los hechos que de otra manera horrorizan.

-las organizaciones de derechos humanos: están prestas a denunciar toda acción policial como brutalidad. Cualquier exceso o error es magnificado y se convierte en símbolo. Mientras la realidad es la de unos policías que son atacados con violencia y escasamente se defienden, lo que se hace circular en medios es la brutalidad y el exceso de fuerza. Esto lleva a la paralización de la acción policial

-los medios: se van con la noticia que más escándalo haga. Los cientos de vándalos destruyen y agreden a policías y civiles, no van a llamar tanto la atención como la foto del que en su desesperación, se excedió.

-los jóvenes: han marchado toda la vida por todos los motivos. Además están descubriendo su sociedad con todas sus injusticias y son el caldo perfecto para sembrar el pensamiento antisistema. Al ver que la marcha se torna violenta, algunos deciden participar y se convierten en la víctima icónica que va a servir para inflamar a los moderados.

-los desempleados marginalizados: no han recibido educación y no tienen mayores esperanzas. Por una pequeña paga, salen a hacer bloqueos y seguir instrucciones de destrucción. No tienen nada que perder. Están frustrados y sin esperanza y poco les importa que el daño que hacen, les empeore aún más su situación

-los cuadros revolucionarios: son efectivos, trabajadores y están absolutamente convencidos de estar en “el lado correcto de la historia”. Son pocos pero eficientes para magnificar su accionar utilizando a todos los anteriores para la estrategia clásica de la guerrilla, pero en las ciudades: múltiples ataques por grupos pequeños que desconciertan a las autoridades y generan gran sensación de poder con el consiguiente pánico en la población. Son anónimos, y desaparecen tan pronto como han logrado un objetivo.

- los acomodados: todos los que trabajan, sostienen el estado y llevan un nivel de vida aceptable. Consumen el material que les proveen todos los anteriores y arman su propio relato de inconformidad con el Sistema, usando el vocabulario que está servido.


Un sistema lleno de defectos y problemas pero que ha permitido que el país crezca, se desarrolle, disminuya la inequidad, reduzca la pobreza, mejore sus niveles de educación. Un sistema que ha permitido darle alivios a la población más pobre, en medio de la pandemia. Un sistema con corrupción, abusos e inequidad. El momento parece para enfatizar todo lo que no se ha podido, y en vez de concentrarse en la dura labor de construir y organizar, se aplaude con emoción a los que destruyen y queman.


El sistema lo cambia una revolución? Si, y rápido. Se han preguntado cual es el sistema que quieren? Porque el neocomunismo está muy vivo y robusto. Y lo más probable es que si los llevan a ese paraíso, no les va a gustar.


Requiem Policia

En el curso de las protestas hemos visto no solo los más absurdos actos de destrucción indiscriminada, que terminaremos pagando todos con nuestros ya empobrecidos recursos. Han ocurrido los más flagrantes actos de violacion del derecho internacional humanitario. Una turba acuchillando a un uniformado solo y desarmado, otra quemando locales con los empleados adentro, otros bárbaros quemando ambulancias y muchos bloqueos impidiendo la circulación de enfermos graves.


Los horribles crímenes, comparables solo con los peores horrores de la guerra, son lavados por los influenciadores, comentaristas y medios que se concentran en la reacción de las fuerzas militares. Tienen un muy buen montaje para documentar las intervenciones del ESMAD o el ejército y los han logrado neutralizar.


Mucha gente critica la pasividad de las fuerzas del orden en esta crisis. Que buen ejercicio sería que se pongan en sus zapatos. O piensen en un padre, esposo o hijo en esa situación. Le ordenan salir a enfrentar una turba de criminales que usan bombas (papas bomba las llaman para “humanizarlas”), fuego, cuchillos, piedras y armas de fuego. Le dan inclusive dotación especial para que pueda recibir la paliza. Lo colocan en inferioridad numérica. Y hay de que se defienda, así sea con un palo. Allí están prestos para filmarlo, judicializarlo y arruinarle su carrera.


Desde luego que han ocurrido actos de exceso de fuerza, aquí y en muchos otros países pero son aislados y magnificados por la oposición y medios, mientras que los horrores que cometen los violentos, son minimizados y convenientemente interpretados por sociólogos y politólogos, como evidencia de la ira de un pueblo.


Conocí a una refinada dama que era capaz de montar tribuna contra los militares y la policía, en el escenario en que la pusieran. Difícil recordar el recuento de atropellos y arbitrariedades que era capaz de recitar con fluidez. Cuando en medio del paro, la turba se aproximaba a su edificio con evidentes intenciones de invadirlo y quemarlo, clamaba con desesperación por la presencia policial y agradeció a Dios y al Cielo cuando aparecieron los militares.


Conozco a unos simpáticos muchachos y muchachas, que salen de sus casas donde tienen 3 comidas servidas al día y les tienden la cama, a hacer graciosos bailes y cánticos de protesta emocionada y ahora vuelven a sus casas desconcertados y exigentes porque ya no encuentran su comida lista. Con la ciudad sitiada por una semana, no han podido hacer mercado en su familia, y están molestos con la imprevisión.


No se ha inventado organización social en este planeta en la que la policía no sea esencial para mantener el orden. Diseminar el concepto de que la inconformidad, o la protesta se expresan agrediendo y matando policías, es desconocer una de las normas más elementales de convivencia. Toda sociedad que se ha dedicado a estimular el odio y la agresión a las fuerzas del orden, desemboca siempre en una de dos opciones: el caos total con enfrentamiento de bandos civiles armados que eventualmente terminan en guerra civil, o regímenes totalitarios en los que cualquiera que levante su voz, es fusilado sin contemplación.



Big Media Deluded

Colombia: Small country, Big lies 

How international media outlets are being tricked in to replicating fake news about Colombia

Cali, Colombia, May 7 2021 -  A clever terror campaign has just been unleashed in Colombia, and it has so many smokescreens and plot-twists, it almost sounds like a Hollywood movie. Following a script that has already been tested in other countries like Venezuela and Chile, the pro-communist cadres of latinamerica, with the backup from leftist governments, have been able to use a widely popular theme, opposition to a raise in taxes, as a frame to disguise an armed attack to one of the continent’s most stable democracies.


This macabre destabilizing plan has been executed with clockwork precision. And so far it has worked so well, that a huge amount of fake news has reached mainstream international media at alarming speeds. It’s all part of the plan. A prepared campaign of false numbers, fake videos and photos, has been swallowed and broadcasted with flippancy, bypassing elemental rules of decent journalism: check your sources, direct reporting. 


Major media outlets have reported that pacific protests have been met by violent and murderous police attacks commanded by an iron-fisted government, mostly based on edited videos that show only the police’s response, not the actions that caused each incident.


Want to know the truth? Send reporters. You will see Cali’s 2.5 million people suffering under a now 9 day long siege. No gasoline, no food, no supplies for hospitals. You will see a pandemic-impoverished population, unable to work for basic survival because the city has more than 50 roadblocks staffed by violent thugs paid with drug and foreign money.


You will be able to count how many ambulances have been burned, how many markets, banks and small businesses have been ransacked. You will be able to interview the thousands of bankrupt small business owners. You will witness the death of hundreds of sick patients, unable to reach medical care. You will witness how the police cannot act under the orders of a confused and timorous city mayor, and military leaders fearful of international condemnation. You will be able to visit the hundreds of police members after being bombed, burned, knifed under strict prohibition to use their weapons even when viciously attacked. 


You will hear the bombs exploding all over the city, provided by the native indigenous tribes (who have well-documented ties to the country’s drug cartels) that have invaded the city and now control its southern border. You will be able to document the center for arms and bomb distribution located on Universidad del Valle’s campus, a public university with a long history of ties to communist ideals.  


If you try harder you will find numerous content and social media farms: warehouses with computers where the smartest tech-savvy cadres are designing and spreading the strategy to manipulate social networks and feed the media with edited material and distorted statistics.


By disseminating a completely false version of the facts, carefully prepared and served to big media, this disinformation strategy is quickly harnessing international support for these criminals, causing an immense damage to the now slim possibilities a legitimate government has of controlling the situation. And once the situation turns critical and we have a civil war or a communist state that will inevitably impoverish the country, you will be writing editorials on how to handle massive inmigration by thousands of desperate Colombians. 




###


  


Guia para contrarrestar informacion falsa

Hay que trabajar. Ganar la legitimidad del Estado es clave. 

Sugerencias para hacer visible al mundo esta situación.

1. Hagan videos cortos mostrando todos los atropellos. 

2. Hagan tag a las cuentas de grandes medios de comunicación: CNN, BBC, DW, Reuters, AP, AFP, Telemundo, Univisión.

 3. Pónganse la meta de publicar 4 videos diarios con los atropellos.

4. Hagan tag al Departamento de Estado de EEUU, a la Comisión Europea en Bruselas, a Naciones Unidas en NY, a la OEA en DC

5. No hagan comentarios ofensivos. Solo describan la situación que se ve en las imágenes, con fecha, hora y lugar. Recuerden que esas personas no tienen idea de que está pasando y viven en otro país. El comentario despectivo y grosero produce el efecto contrario: solidaridad con los indígenas, vándalos y los encapuchados

5. Busquen amigos que hablen francés y hagan subtítulos en inglés y francés en esos videos.

6. Concéntrense en tres temas:

a. Bloqueos ilegales 

b. Falta de alimentos y medicamentos 

c. Violencia


La guerra de la informacion

Pocos dudan que en esta época de la comunicación instantánea universal, las guerras se ganan primero en los celulares y después en el campo, o en las urnas. 


Aunque la estrategia es muy antigua, Lenin la estructuró, Goebbels la refinó, e Internet la ha entronizado. No hay ya nadie en este globo que quiera montar una campaña de lo que sea, que no piense primero en las redes sociales. 


El acceso a información científica, veraz o seria representa una minoría del tráfico. Una buena parte, la está ocupando la política. Es lamentable pero la mayoría define sus posiciones políticas, con emociones. Y es muy fácil encender la indignación cuando se ve un video de un policía disparando a un muchacho por la espalda, o una tanqueta arrollando una multitud, ASÍ SEAN FALSAS. Aun a sabiendas de que son montajes, la huella queda y la semilla de la indignación está sembrada.


Ya vimos cómo, conociendo bien los números, perfiles e inventando historias, se pudo manipular la elección en el país más poderoso del mundo, que se jacta de tener una de las democracias más maduras y desarrolladas.


Si entendemos que las imágenes y videos tienen un efecto poderoso sobre las emociones, tenemos las bases para orientar las mentes. Con la facilidad del retweet, resend, share, likes y otras gracias, un video-montaje forma una opinión en la conciencia de muchos, en pocos instantes. Eso va siempre aunado a cifras: van tantos muertos, tantos desaparecidos, tantos golpeados. Entonces la imagen queda impregnada en la memoria y su recuerdo así reforzado, logra un converso. Con eso, la “víctima” logra una posición bien definida, en la que cree con fe de carbonero.


Con esa estrategia lograron neutralizar las fuerzas militares de Colombia. Nada más revelador que el video de hoy: un policía llorando desconsolado porque ve que no puede hacer nada ante una confrontación violenta: “yo que voy a hacer, no nos dejan usar las armas”.

Hemos venido advirtiendo: cuando la autoridad se repliega, la comunidad civil entra en confrontaciones que se vuelven violentas. El inicio de una guerra civil se vivió hoy en el sur de Cali. Ciudadanos desesperados por el sitio y la falta de autoridad, salen a confrontar a los indígenas, quienes hacen demostración de toda su capacidad de agresión con machetes y bala. Pero a diferencia de los inermes, aislados y descoordinados ciudadanos, ellos si están preparados, armados, tienen estrategia de ataque y repliegue. 


Cuanto más va a durar la verborrea de Presidente, Gobernadora y Alcalde, mientras tienen maniatados a los militares? ¿Qué diablos significa “fuerzas armadas” si no pueden imponer el orden con las armas? Si los convierten en testigos pasivos, una confrontación civil va a ser mucho más sangrienta. Necesitamos acción, y tiene que comenzar por lograr que los indígenas se vayan de Cali.


Cuanto más va a durar la pasividad de los que aborrecemos la violencia? Necesitamos ser mucho más activos, mostrando la verdad en los medios. Grabar la realidad. Contarla, diseminarla. No podemos dejar que nos escriban la historia.


Los Buenos

En opiniones políticas existe un gran espectro de posiciones. En el afán de simplificar, la humanidad las ha venido clasificando entre izquierda y derecha. Recientemente, quienes se consideran bien ubicados en el espectro ideológico ven a todos los demás como extremos. Los de centro y derecha ven a los demás como extrema izquierda y los de centro e izquierda clasifican a los demás como extrema derecha.


Independiente de cuanto crea uno que debe ser la intervención del estado en la economía, si la educación y salud deben ser públicas, o como se enfrenta la inequidad o como se resuelve la pobreza y riqueza extremas. Independiente del nivel de tolerancia que se tenga con la diversidad sexual, de razas, de religiones, de orígenes. Independiente de cual creamos que debe ser el papel de la policía, como se maneja el orden público, que tan críticos puedan ser los medios con el gobierno o hasta donde llega la libertad para opinar.


Independiente de donde nos ubiquemos en estos y muchos otros temas que rigen la vida social,  si hay una sencilla clasificación en la que nos debemos saber ubicar: somos capaces de discutir y resolver nuestras diferencias pacíficamente y respetamos las reglas establecidas para resolver conflictos o creemos que nuestras controversias se resuelven con violencia, destrucción y muerte. Debemos ser capaces de hacer una profunda revisión de nuestra conciencia y encontrar si en realidad creemos que hay justificación para la agresión.


Esa “petit difference” es lo que realmente define nuestro lugar en la sociedad. Colombia ha sido influenciada, a través de toda su historia, por un discurso ideológico, orientado a borrar esa diferencia. Hemos tenido verdaderos maestros, expertos en la confusión moral que han logrado incorporar en nuestra formación cultural, la aceptación de la violencia.


Hemos creído que el país venía saliendo de ese sancocho ético en el que logramos confundir los principios y valores. Pero ha surgido un Gran Maestro, que lidera las preferencias de los Colombianos para regir sus destinos. Así, miles de ciudadanos salen a la calle a expresar su inconformidad, con las mejores y más pacíficas intenciones, y no logran darse cuenta que están siendo usados, por un muy bien organizado plan de destrucción. Se sorprenden y quieren diferenciarse de los vándalos y ladrones y se resisten a entender que han sido usados.

Que las marchas de “buenitos” son infiltradas por los malos?. ¿Que no tiene nada que ver la protesta social con la violencia?  Las marchas anti FARC del 2008, las más masivas que ha conocido Colombia, no generaron un solo policía agredido ni un vidrio roto. Ha sido evidente que quien convoca y organiza una marcha, es responsable de lo que allí ocurre. Todos los que participan, comparten esa responsabilidad. La pregunta que tienen que hacerse en adelante, todos los que atienden las convocatorias de protesta, es : quiero convertirme en instrumento y cómplice de un plan de violencia? 



La farsa pacifista

La democracia es una de las palabras más elásticas que existen. Se usa para todo. En una democracia está garantizado el derecho a disentir y expresar la inconformidad públicamente. Las organizaciones políticas tienen derecho a hacer marchas públicas, previo acuerdo con los alcaldes sobre ruta y duración. 


Es difícil entender cómo ese derecho constitucional se pueda transformar en vandalismo con destrucción de la propiedad pública y privada, quemas, incendios y ataque a la policía con bombas, todo al son de la palabra democracia.

 

Sabemos que los eternos inconformes no logran presencia masiva en las calles. Por eso han resuelto que la mejor estrategia es bloquear las ciudades. Pequeños grupos bloquean sitios cruciales y asi forzan la parálisis y demuestran que se tiene el poder de mandarnos a todos al paro. Y vemos a las autoridades temerosas de garantizar el derecho de la gran mayoría a movilizarse y trabajar.


Nos enciman tener que tolerar el  hipócrita calificativo de pacifico que le dan a las acciones que les ordenan a sus agresivas huestes. Si alguien quiere probar que tan pacifico es un bloqueo, no es sino que trate de cruzarlo. Los pacíficos le quemarán su vehículo y le darán una paliza, si acaso lo dejan vivo. 

Una sociedad chantajeada y acorralada por unos pocos violentos con un discurso mentiroso de paz y democracia. Una muy diseñada estrategia de ataques, bombas,  destrucción, y nos tratan como imbéciles con la explicación que fueron “unos pocos infiltrados”, los que generaron la violencia.


El mecanismo civilizado de resolver diferencias en las democracias está definido desde hace mucho. El ejecutivo propone leyes. El congreso las discute y se modifican o reprueban. En el proceso, todos tienen derecho a opinar incluyendo el derecho a hacer visibles sus posiciones,  con marchas. 


Lo que no es democracia, y nos da una muy buena idea de como funcionaria en el poder, es que se amenace, y luego se cumpla con incendiar las ciudades, si no se acomoda a una línea de pensamiento.


Hasta cuando se va a tolerar esta farsa de un dirigente invocando derechos democráticos, mientras usa “todas las formas de lucha”, para imponer su distorsionada visión de sociedad?

 

Son muchos los muertos. Son muchos los policías heridos. Son muchos los buses, locales y supermercados destruidos. Es obligación del ente acusador demostrar la relación entre los discursos y los llamados a protestar y la realidad de violencia y destrucción.  Se debe hacer responsable de los daños, lesiones y muertes a quienes las promueven. Eso es defender la democracia. Eso es educar en democracia. Promovamos que todos los que entienden y creen en la democracia, exijan que se enjuicie a Petro y sus cuadros, como directos responsables de las jornadas de horror, destrucción y muerte que tan cuidadosamente organizaron.