domingo, 23 de mayo de 2021

La farsa pacifista

La democracia es una de las palabras más elásticas que existen. Se usa para todo. En una democracia está garantizado el derecho a disentir y expresar la inconformidad públicamente. Las organizaciones políticas tienen derecho a hacer marchas públicas, previo acuerdo con los alcaldes sobre ruta y duración. 


Es difícil entender cómo ese derecho constitucional se pueda transformar en vandalismo con destrucción de la propiedad pública y privada, quemas, incendios y ataque a la policía con bombas, todo al son de la palabra democracia.

 

Sabemos que los eternos inconformes no logran presencia masiva en las calles. Por eso han resuelto que la mejor estrategia es bloquear las ciudades. Pequeños grupos bloquean sitios cruciales y asi forzan la parálisis y demuestran que se tiene el poder de mandarnos a todos al paro. Y vemos a las autoridades temerosas de garantizar el derecho de la gran mayoría a movilizarse y trabajar.


Nos enciman tener que tolerar el  hipócrita calificativo de pacifico que le dan a las acciones que les ordenan a sus agresivas huestes. Si alguien quiere probar que tan pacifico es un bloqueo, no es sino que trate de cruzarlo. Los pacíficos le quemarán su vehículo y le darán una paliza, si acaso lo dejan vivo. 

Una sociedad chantajeada y acorralada por unos pocos violentos con un discurso mentiroso de paz y democracia. Una muy diseñada estrategia de ataques, bombas,  destrucción, y nos tratan como imbéciles con la explicación que fueron “unos pocos infiltrados”, los que generaron la violencia.


El mecanismo civilizado de resolver diferencias en las democracias está definido desde hace mucho. El ejecutivo propone leyes. El congreso las discute y se modifican o reprueban. En el proceso, todos tienen derecho a opinar incluyendo el derecho a hacer visibles sus posiciones,  con marchas. 


Lo que no es democracia, y nos da una muy buena idea de como funcionaria en el poder, es que se amenace, y luego se cumpla con incendiar las ciudades, si no se acomoda a una línea de pensamiento.


Hasta cuando se va a tolerar esta farsa de un dirigente invocando derechos democráticos, mientras usa “todas las formas de lucha”, para imponer su distorsionada visión de sociedad?

 

Son muchos los muertos. Son muchos los policías heridos. Son muchos los buses, locales y supermercados destruidos. Es obligación del ente acusador demostrar la relación entre los discursos y los llamados a protestar y la realidad de violencia y destrucción.  Se debe hacer responsable de los daños, lesiones y muertes a quienes las promueven. Eso es defender la democracia. Eso es educar en democracia. Promovamos que todos los que entienden y creen en la democracia, exijan que se enjuicie a Petro y sus cuadros, como directos responsables de las jornadas de horror, destrucción y muerte que tan cuidadosamente organizaron.



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