domingo, 23 de mayo de 2021

Bloqueos

La “doctrina política” que más ha penetrado mentes, en los últimos días, es la que presenta a los bloqueos como una forma legítima y pacífica de protesta.

Con el anodino argumento de que se trata de unos jóvenes tranquilos sentados al lado de unos palos que no le hacen daño a nadie, ha hecho carrera la tolerancia con los bloqueos.

La realidad es que los bloqueos son violentos y criminales. Son violentos porque, basta que un ciudadano corriente trate de pasar, para poner en evidencia que tan pacíficos son quienes lo mantienen. Y hay que ver la reacción tan civilizada cuando llega la policía: piedras, bombas, quemas constituyen la culta respuesta.

Los bloqueos son criminales porque violan los derechos fundamentales de TODOS los ciudadanos. Incluyendo los que los apoyan. Si, ese inconforme padre, en diálisis,que alienta a su hijo para que salga a apoyar un bloqueo. Ese va a morir al igual que los 36.000 enfermos renales de Colombia porque la planta de Baxter no ha podido producir insumos esenciales.

También esa educadora que tanto entusiasmo le ha puesto a sus discursos antisistema y ahora ve las miradas hambrientas de los niños que no han recibido la leche que ha fluido a borbotones por las alcantarillas.

O el mensajero que pintaba pancartas, y no ha logrado tanquear su moto para trabajar y ahora no tiene nada para llevarle a su angustiada familia.

Los sitios de las ciudades tienen en la historia de la ignominia un pedestal reconocido de barbarie. En un acto de truculento malabarismo ideológico, el alcalde de Cali y una larga lista de confundidos, han validado la mas flagrante y cruel forma de violar masivamente los derechos humanos de toda una ciudad.

Nos quedan comercios, buses, estaciones, semaforos quemados y vandalizados, testigos mudos de un capitulo negro en la historia de Cali, en la que no fuimos capaces de distinguir entre inconformidad y violencia, entre marchas de protesta y vandalismo, entre pedir un cambio y destruir, entre exigir y atropellar a los demas.

Todo el que no haya sido claro y vertical en su rechazo a la violencia. Todo el que ha repetido la doctrina de la validez moral de “todas las formas de lucha”, debe cargar en su conciencia la responsabilidad de la miseria, pobreza y sufrimiento que van dejando estos nefastos 15 días.

Ojala el resto del país haya aprendido que los bloqueos son criminales. Son una de las formas más perversas de violencia y no se deben tolerar.

Los Alcaldes deben saber que toda marcha debe tener un principio y un fin, tanto en tiempo como en el espacio. Toda la violencia y destrucción que ocurra asociada a la marcha es responsabilidad de sus organizadores y participantes. A los primeros se los debe judicializar y a sus organizaciones, hacerles pagar los daños e indemnizar a las víctimas. Los segundos deben saber que el resto de la sociedad les reconoce su responsabilidad.



No debemos seguir aceptando la farsa de las infiltraciones y las provocaciones. Aquí, y en muchas partes, está probado que es posible hacer grandes marchas sin un solo incidente. Es inconcebible y ridículo el diseminado argumento que sostiene que la violencia ocurre por la presencia de la policía.

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