La humanidad parecía haber extraviado hasta el último gramo de esperanza. Los pronósticos de los analistas políticos y las cábalas de las pitonisas se disputaban quién pintaba más negro el panorama. Un cuadro tan sombrío no se veía desde la Segunda Guerra Mundial… salvo en un par de ocasiones que casi nos borran del mapa.
Tras los horrores de la guerra, los mejores cerebros del planeta —y algunos políticos con sentido común, hoy especie en vía de extinción— se sentaron a diseñar instituciones para evitar otro cataclismo, que sería más devastador y seguramente el último. Así nació la ONU, que pese a sus múltiples limitaciones y defectos ha cumplido en parte su cometido, con la OTAN como compañera de fórmula. Gracias a ese esfuerzo concertado “solo” hemos tenido unas 80 guerras mayores con “solo” 30 millones de muertos. Toda una ganga comparado con lo que pudo haber sido.
No solo han evitado que nos matemos tanto: se han creado unos 300 organismos multilaterales que mantienen algo de orden en finanzas (BM, FMI, BID), comercio (OMC), salud y educación (OMS, UNESCO, FAO, UNICEF), medio ambiente (PNUMA) y demás. Una especie de buró planetario para que la civilización no se caiga a pedazos del todo.
Todo parecía bajo control… hasta que llegaron internet, las redes sociales y el celular. Vino la oportunidad de exhibir la ignorancia en alta definición y los Narcisos colectivizaron la estupidez sembrando mentiras a granel. Como enseña la psicopatología no iban a buscar el bien común sino su show personal. Todas las instituciones que osaran cuestionar sus delirios de genialidad debían ser atacadas o eliminadas. Las pocas almas que todavía piensan —y saben algo de historia— venían advirtiendo del peligro de tanto Narciso en el poder. Basta oír los discursos en la ONU: Trump y Petro peleándose con su propia sombra y, en medio, Stubb de Finlandia intentando razonar
Pero entonces se nos reveló la “solución”. Petro anunció estar dispuesto a enlistarse como soldado para acabar a Netanyahu. Según varios informes, ya inspira a las primeras líneas, a las mingas, a las disidencias, a los elenos y a todo aquel que vive armado y con ganas de pelea, para que lo acompañen en su cruzada. Y como goza del respaldo masivo de todos los colombianos Maduro enviará una flotilla de barcos y aviones para transportarlos a Gaza. Aleluya.
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viernes, 3 de octubre de 2025
domingo, 28 de septiembre de 2025
Libertad de expresion. Hasta donde?
Los aspirantes a emperador siempre tienen manual de instrucciones para silenciar la crítica. El recurso más primitivo, y por tanto más popular, es el sicario: se contrata directamente a través de la policía política o indirectamente financiando programas que “estimulen el emprendimiento” criminal. La creatividad es infinita: Putin prefiere los calzoncillos envenenados; por acá se estilan los “niños inocentes”.
El segundo recurso es más burocrático pero igual de eficaz: atacar a la prensa con decretos y “leyes” hechas a la medida para cerrar periódicos, bloquear canales, restringir Internet y encarcelar periodistas incómodos. Es el método favorito de los dictadores maduros, curtidos en la indiferencia a las críticas del “mundo libre”.
Hay, sin embargo, un método más sutil y descarado a la vez: redefinir qué se entiende por “discurso de odio” hasta que signifique “todo lo que critique al emperador”. La democracia estadounidense era admirada justamente por la defensa de la libertad de expresión sostenida por su Corte Suprema durante décadas. Pero Trump y sus MAGA apóstoles han descubierto que pueden ampliar el concepto de odio lo suficiente, para poder cancelar cómicos y columnistas críticos. Dos humoristas famosos ya fueron sacados del aire gracias a presiones económicas y amenazas de retirar licencias a las corporaciones que los empleaban.Como aficionado al humor, los escuchaba con frecuencia: jamás oí en ellos apología del delito ni incitación a la violencia. Y, sin embargo, lograron sacarlos del aire con el método preferido de Trump. Si se comparan esos chistes con la apología rutinaria del crimen y la violencia que aquí circulan con fusil al hombro, quedarían canonizados como angelitos cuentachistes
Según la Corte Suprema de USA, para que un discurso de odio sea punible debe demostrarse conexión con actos reales de violencia. Todo lo demás está protegido. ¿Cuántos estarían presos si ese fuese el estándar en estas verdes montañas?
Mientras los gringos enfrentan la dura tarea de defender su preciada libertad de expresión, aquí seguimos midiendo hasta dónde esa libertad ha degenerado en una verbena de discursos incendiarios, una selva de homicidios y un merecido récord mundial de criminalidad. Y todavía hay quien aplaude: cada emperador tiene sus fans.
El segundo recurso es más burocrático pero igual de eficaz: atacar a la prensa con decretos y “leyes” hechas a la medida para cerrar periódicos, bloquear canales, restringir Internet y encarcelar periodistas incómodos. Es el método favorito de los dictadores maduros, curtidos en la indiferencia a las críticas del “mundo libre”.
Hay, sin embargo, un método más sutil y descarado a la vez: redefinir qué se entiende por “discurso de odio” hasta que signifique “todo lo que critique al emperador”. La democracia estadounidense era admirada justamente por la defensa de la libertad de expresión sostenida por su Corte Suprema durante décadas. Pero Trump y sus MAGA apóstoles han descubierto que pueden ampliar el concepto de odio lo suficiente, para poder cancelar cómicos y columnistas críticos. Dos humoristas famosos ya fueron sacados del aire gracias a presiones económicas y amenazas de retirar licencias a las corporaciones que los empleaban.Como aficionado al humor, los escuchaba con frecuencia: jamás oí en ellos apología del delito ni incitación a la violencia. Y, sin embargo, lograron sacarlos del aire con el método preferido de Trump. Si se comparan esos chistes con la apología rutinaria del crimen y la violencia que aquí circulan con fusil al hombro, quedarían canonizados como angelitos cuentachistes
Según la Corte Suprema de USA, para que un discurso de odio sea punible debe demostrarse conexión con actos reales de violencia. Todo lo demás está protegido. ¿Cuántos estarían presos si ese fuese el estándar en estas verdes montañas?
Mientras los gringos enfrentan la dura tarea de defender su preciada libertad de expresión, aquí seguimos midiendo hasta dónde esa libertad ha degenerado en una verbena de discursos incendiarios, una selva de homicidios y un merecido récord mundial de criminalidad. Y todavía hay quien aplaude: cada emperador tiene sus fans.
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