domingo, 23 de mayo de 2021

Destruir

Criticar ha sido siempre muy fácil. Soy algo perfeccionista y padezco la obsesión de hacer las cosas bien. A donde llego tengo que detectar que algo está mal y comienzo a opinar sobre cómo mejorarlo. Así que mea culpa. Hago esfuerzos por mejorar. En la medida en que, a lo largo de la vida, he hecho cosas, he ido aprendiendo lo difícil que es construir. Criticar y destruir es fácil.

Por eso es muy difícil que encuentre un viejo en una manifestación rompiendo vidrios o tirando bombas molotov. No es que no sea capaz. Es muy posible que muchas veces le provoque. Después de todo ha tenido muchas más frustraciones y desencantos que un joven. Es que sabe todo el esfuerzo, inteligencia y habilidad que se le puso a fabricar e instalar ese vidrio. Lo ha vivido. Ha sufrido el proceso de construir.

Quien ha hecho una empresa, sea una pequeña tienda de esquina o un gran conglomerado industrial, ha trabajado muy duro. Han sido muchos días de largas jornadas, pensando y ejecutando. Ha tenido que armar una infraestructura, ha tenido que negociar insumos, diseñar procesos, montar contabilidad para conocer sus costos y sus ingresos. Ha enfrentado dificultades legales, requisitos formales, laborales, ha resuelto imprevistos. Ha vivido y ha sudado. Ha pasado largas noches de angustias, pensando en deudas y en cómo lograr que su emprendimiento sea viable.

Muchos han fracasado, inclusive varias veces, y otros han tenido tremendos éxitos. Pero todos, sin excepción, se han gastado una vida construyendo: un patrimonio, una empresa, una familia, una organización, un servicio. Todo lo que se ha construido, ha sido con el esfuerzo y sudor de muchos. Ningún viejo le va a tirar un fósforo.

En cambio los jóvenes no han hecho nada. Descubren un mundo construido, que los ha tratado bien, regular o mal y lo ven lleno de defectos. No tienen idea de lo difícil que es construir. Por eso les entra tan fácil la doctrina de la destrucción para empezar de cero. “Nosotros sí vamos a ser capaces de hacer las cosas bien”, se repiten con cándida inocencia. Ignoran la genética. Todos los defectos de la anterior generación van a aparecer en la suya. Allí está, a su lado, ese que grita con tanto entusiasmo,ese va a ser el político corrupto que roba de la alimentación escolar. Si, esa otra que baila con gracia mientras carga pancartas con protestas. Esa va a ser la senadora que pasa una ley en la que se aumenta el sueldo.
Es bonito creer que destruir simboliza el lavado de todos nuestros pecados y que nos irá mejor si no tenemos nada de la degenerada generación anterior que nos distorsione nuestros sueños.

Esto no es una cínica oda al statu quo. Desde luego que hay muchísimos defectos en esta sociedad y es mucho lo que hay que corregir. Que no se hace en la magnitud y a la velocidad que todos quisiéramos, es cierto. Pero creer que es con la violencia y destrucción que vamos a pisar el acelerador del cambio, para mejorar, es solo una forma elaborada de barbarie. Debemos creer que tenemos formas mucho más inteligentes de cambiar.

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