domingo, 23 de mayo de 2021

El golpe



Supongamos que la revuelta popular logra su cometido. Violando el orden constitucional, una minoría violenta le logra imponer su voluntad a una gran mayoría pasiva, pacífica y confundida.

Supongamos que el Presidente, Gobernadores y Alcaldes, víctimas de una campaña de desinformación triunfante en Colombia y el exterior, siguen discapacitados en su titubeo, y no logran recuperar el orden y el imperio de la ley, sin poder garantizar los derechos fundamentales y básicos de los Colombianos.

Supongamos que nuestros nuevos líderes, no elegidos, representando el 2% de la población, logran regir nuestro destino y nos imponen a los trancazos su abultada agenda, evitando engorrosos procesos que establece la democracia.

Supongamos que llega El Salvador y toma el poder. Un gran líder impoluto, honesto, sin antecedentes políticos, preparado, conocedor del país, quien es reconocido y respetado por todos, y logra nombrar 1,200 funcionarios capaces, preparados, trabajadores e incorruptibles. Se hace a un equipo de profesionales que solo sabe pensar en el bien común. Y se nos abre la esperanza de construir un país próspero y con equidad en el que impera el bienestar general.

Nos ahorramos unas costosas y dispendiosas elecciones y le entregamos el país. Un país arruinado, con un tremendo déficit fiscal y su capacidad de crédito en nivel basura, un país con su infraestructura destruida, sin transporte público, con miles de empresas quebradas y desempleo masivo. Un país que regresó 30 años en los índices de pobreza y donde reina el hambre, la miseria y la violencia. Un país con las fuerzas del orden desmoralizadas, diezmadas donde impera la ley del más agresivo y el más patán.

Un país en el que se ha perdido todo interés de inversión o desarrollo. Que ha sido abandonado por la mayoría de los inversionistas extranjeros que generaban prosperidad, productos, servicios y empleo. Desocupado por la juventud capaz, inteligente, creativa y emprendedor que no vio aqui futuro, y encontró oportunidades en otros lares. Un país lleno de escritores, analistas, pensadores, periodistas que han asumido el papel de plañideras profesionales, no saben ver sino lo malo y negativo y consideran una afrenta recibir una buena noticia de los progresos sociales de Colombia en los últimos años.

Un país en el que el mayor signo de ingenio va a ser exigirle al estado: educación, salud, transporte gratis para todos, sueldo digno garantizado. Un país en el que todos tienen derecho a todo, pero los deberes y obligaciones se diluyen en la banalidad colectiva.

Además de la Fe que tendremos que ponerle al gran Mesías, deberemos dispensarle gran compasión. Porque con cada día que pasa, se la están poniendo cada vez más difícil.

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