viernes, 17 de enero de 2025

Fascismo del sigloXXI

Habrá sorprendidos con la amorosa foto de Maduro, Diaz Canel y Ortega abrazados en su objetivo de expandir el Fascismo del Siglo XXI que estimula pesadillas sobre nuestro futuro.
Los une la convicción de pertenecer a un grupo superior que ya no es la raza sino una ¨clase¨que les da superioridad moral. Como no todos los fieles encuadran, hay que inventar símbolos que los diferencien del resto. Un gorrito rojo, y un arma les da la identidad que les permite considerar “escuálidos”, “gusanos”, “fachos” a los demás.
Las milicias bolivarianas de allá o las campesinas de acá siguen el modelo de las SS Hitlerianas. “Proteger la revolución” consiste en darle garrote a quien levante cabeza.
El mundo se asombra con el simplismo intelectual de Maduro y la ignorancia que con tanto orgullo exhibe, pero es que el fascismo no requiere complejidades. Todo el pensamiento cabe en un librito rojo (lease Mao o Kim) y juzgar cualquier cosa, desde una obra de arte hasta un proyecto de ley es candorosamente sencillo: sirve si le conviene a la revolución, tal como la entiende el sabio líder. Si no, a la hoguera. Las sofisticadas estrategias para vender la mentira oficial siguen las enseñanzas de Goebbels, padre de la tramoya propagandística. Su guión se sigue con fidelidad: si los medios no se pliegan, se cierran, hay parlamento mientras sea sumiso y sus miembros aprendan a aplaudir como es debido, la justicia y el sistema electoral son solo para dar apariencia de independencia de poderes, pero quien controvierta, ¨se seca¨, para citar a Maduro.
El militarismo es el eje central del dominio. Se les entrega el control de la economía oficial y subterránea, se los llena de privilegios y quien dude conoce el paredón.
A diferencia del nazismo, el control estatal en manos de perezosos, ignorantes y corruptos solo sirve para generar miseria.
Puestos en el oficio de analizar y comparar sistemas políticos, es difícil encontrar, en la vasta gama de variantes ideológicas, dos que se parezcan tanto como el fascismo y el socialismo del siglo XXI.
Por eso resulta tan irónico el término "facho", usado como insulto, cuando un camarada criollo quiere referirse a alguien que no comulga con su "progresista" dogma.
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domingo, 12 de enero de 2025

Menu dictatorial

La historia de los dictadores más destacados de los últimos cien años ha sido variada.
Muchos comenzaron con golpes militares o después de cruentas guerras, como Franco, Mao, Pol Pot, Suharto, Idi Amin, Gadafi, Bokassa, Mugabe, Batista, Castro, Trujillo, Pinochet y Videla.
Algunos lograron el poder después de turbios procesos en los que fueron “designados”, como Stalin, Hitler, Mussolini, Kim Il Sung, Ceaușescu, Hussein y Maduro.
Otros lo heredaron, como Baby Doc, Somoza, Assad o la dinastía Kim.
Y unos pocos fueron elegidos, pero les quedó gustando el poder, como Papa Doc, Ortega o Chávez.

Todos han competido en atrocidades, muertes y sufrimiento con sus connacionales, siempre sustentados en una caprichosa y pasajera ideología convertida en culto.
Hay que tener la objetividad muy comprometida para no reconocer que el socialismo del siglo XXI hasido un desastre para Venezuela. Todos los indicadores de bienestar son negativos, y el éxodo de un tercio de la población condena, sin discusión, al atroz régimen.

El final de estos dictadores también ha sido diverso
Tranquilos y con mausoleo terminaron Franco, Mao, Stalin, Kim Il Sung, Papa Doc, Castro y Chávez.
Asesinados, linchados o suicidados fueron Hitler, Mussolini, Ceaușescu, Trujillo, Somoza, Gadafi y Hussein.
Sacados a escobazos fueron Batista, Videla, Pol Pot, Suharto, Baby Doc, Idi Amin, Bokassa, Mugabe y Assad.

Así, la probabilidad de que Maduro salga por las buenas es muy baja. Solo uno de 27 (Pinochet) ha hecho una entrega pacífica del poder. No es alentador saber que el 50 % de la población mundial vive bajo monarquías o dictaduras. Todo indica que, al paso que va, si no lo sacan por la fuerza, le estará disputando el mausoleo a Chávez en unos años —ojalá pocos— para que lo visiten los pocos venezolanos que queden.

Casi todos los dictadores se han inventado una pantomima democrática que pretende legitimidad. Pero nunca se había podido develar la trampa con tan poderosa evidencia. El insulso pronunciamiento de “no voy, pero estoy” demuestra, una vez más, la comunidad de propósitos. Si no terminamos en la ominosa lista, será por la resiliencia y la dignidad de los compatriotas que todavía prefieren trabajar en lugar de parasitar, y no van a permitir que se acabe con el país por seguir la vacua ilusión del Estado salvador.