La corrupción y la concentración del poder
Resulta sorprendente la inocencia con la que muchos están tratando el problema de la corrupción: es que Petro, sí se ha comprometido a acabar con la corrupción.
Que facil es olvidar una Alcaldía en la que no se vio ninguna fórmula mágica que redujese, o mucho menos acabase la corrupción.
Las posiciones políticas se asumen ignorando los hechos y evitando revisar la realidad. Entenderla implica enterarse, mirar cifras, analizar propuestas, correlacionar con la historia y las realizaciones de cada uno. Y eso es difícil. Hay que gastarle tiempo a leer, a oír con objetividad. Y hay que pensar. Es difícil.
Lo fácil es asumir una posición emocional. Como la fe. La siento. Esa voz firme de líder salvador, me hace sentir bien. Ese discurso lleno de promesas me ilusiona y me da una esperanza.
Que todas esas promesas no estén sustentadas por un análisis económico medianamente serio, me tiene sin cuidado. Que las fórmulas socialistas, de progresiva restricción a la libertad económica, han llevado a países enteros a la miseria, no importa. Aqui sera distinto. Porque yo, emocionado, creo.
Que alguien que viva en la miseria, se entusiasme con un mercado, vale. Tiene derecho a creer que su situación no puede empeorar y reverenciar a quien le de la ayudita que lo lleva al siguiente mes. Pero que un personaje de clase media, quien se ha educado en el odiado sistema, que trabaja, come, educa su familia y hasta pasea por cuenta del podrido sistema, se deje llevar hacia el desastre seguro, porque oyó un bonito discurso de justicia y equidad, produce una desazón difícil de manejar. Cómo es que no se entiende que usar la plata del estado para repartir mercados a cambio de fidelidad política, es repetir el mismo vicio que tanto se le critica a los corrompidos partidos? Cual es la diferencia entre lo que hizo Petro en Bogotá, dejando las finanzas de la ciudad exangües y lo que han hecho los corrompidos políticos toda la vida: repartir plata pública entre los pobres para perpetuarse en el poder?
La diferencia está en una agenda política probada en todas las latitudes donde se ha aplicado: engañar a los incautos con un discurso centrista y moderado, con el que se gana la elección. Luego se van acomodando fichas en el poder judicial y militar, que se mantienen debidamente aceitados. Y si la cosa va bien, se da el golpe para concentrar el poder y restringir las libertades con un cambio constitucional. Se comienzan a justificar todos los atropellos económicos y jurídicos a nombre de la revolución. Que invariablemente lo que representa es que una élite muy pequeña controla todas las estructuras del poder. Y si por casualidad al “pueblo” le da por sentirse engañado, para eso están los campos de concentración de Kim, las trampas electorales y las balas de Maduro, el garrote de Ortega. Todos líderes mesiánicos convertidos en dictadorzuelos eternizados en su trono.
Resulta sorprendente la inocencia con la que muchos están tratando el problema de la corrupción: es que Petro, sí se ha comprometido a acabar con la corrupción.
Que facil es olvidar una Alcaldía en la que no se vio ninguna fórmula mágica que redujese, o mucho menos acabase la corrupción.
Las posiciones políticas se asumen ignorando los hechos y evitando revisar la realidad. Entenderla implica enterarse, mirar cifras, analizar propuestas, correlacionar con la historia y las realizaciones de cada uno. Y eso es difícil. Hay que gastarle tiempo a leer, a oír con objetividad. Y hay que pensar. Es difícil.
Lo fácil es asumir una posición emocional. Como la fe. La siento. Esa voz firme de líder salvador, me hace sentir bien. Ese discurso lleno de promesas me ilusiona y me da una esperanza.
Que todas esas promesas no estén sustentadas por un análisis económico medianamente serio, me tiene sin cuidado. Que las fórmulas socialistas, de progresiva restricción a la libertad económica, han llevado a países enteros a la miseria, no importa. Aqui sera distinto. Porque yo, emocionado, creo.
Que alguien que viva en la miseria, se entusiasme con un mercado, vale. Tiene derecho a creer que su situación no puede empeorar y reverenciar a quien le de la ayudita que lo lleva al siguiente mes. Pero que un personaje de clase media, quien se ha educado en el odiado sistema, que trabaja, come, educa su familia y hasta pasea por cuenta del podrido sistema, se deje llevar hacia el desastre seguro, porque oyó un bonito discurso de justicia y equidad, produce una desazón difícil de manejar. Cómo es que no se entiende que usar la plata del estado para repartir mercados a cambio de fidelidad política, es repetir el mismo vicio que tanto se le critica a los corrompidos partidos? Cual es la diferencia entre lo que hizo Petro en Bogotá, dejando las finanzas de la ciudad exangües y lo que han hecho los corrompidos políticos toda la vida: repartir plata pública entre los pobres para perpetuarse en el poder?
La diferencia está en una agenda política probada en todas las latitudes donde se ha aplicado: engañar a los incautos con un discurso centrista y moderado, con el que se gana la elección. Luego se van acomodando fichas en el poder judicial y militar, que se mantienen debidamente aceitados. Y si la cosa va bien, se da el golpe para concentrar el poder y restringir las libertades con un cambio constitucional. Se comienzan a justificar todos los atropellos económicos y jurídicos a nombre de la revolución. Que invariablemente lo que representa es que una élite muy pequeña controla todas las estructuras del poder. Y si por casualidad al “pueblo” le da por sentirse engañado, para eso están los campos de concentración de Kim, las trampas electorales y las balas de Maduro, el garrote de Ortega. Todos líderes mesiánicos convertidos en dictadorzuelos eternizados en su trono.
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