domingo, 28 de noviembre de 2021

Ciudad bloqueada

La pesadilla se está cumpliendo. Esta vez lentamente. Después de vivir la tragedia que significó sitiar la ciudad por dos meses con unos bloqueos criminales, nos estamos bloqueando lentamente por la congestión vehicular. La velocidad promedio de un carro en Cali, es de 16 km por hora.

Es un desastre que venimos construyendo gradualmente, mediado por la incapacidad de imaginar una ciudad en la que el carro no sea el principal actor del transporte.

No hemos tenido los recursos económicos, ni el desarrollo en ingeniería civil, ni la honradez, para construir una infraestructura vial razonable. El MIO no fue solución porque partió de un concepto equivocado, fue ejecutado con desmaña y su operación y aceptación por la comunidad han sido muy pobres.

El resultado ha sido el sálvese quien pueda, con motos suicidas, reciclaje de carros viejos para el transporte informal, y un apurado esfuerzo de la clase media para hacerse al anhelado carrito. Los cálculos están hechos. A este ritmo no está lejos el momento en que las calles estén tan copadas que nada se mueve. Excepto las motos por los andenes atropellando peatones. Las vías convertidas en un inmenso parqueadero de carros pitando por avanzar unos pocos centímetros.

Tenemos que ser capaces de soñar una ciudad distinta. Siendo pequeña, mayormente plana y con un clima benigno, el principal medio de transporte debería ser la bicicleta, motoneta o carro eléctricos. Que ocupen menos espacio, no contaminen y no maten. Que no requieran grandes e irrealizables obras viales para solucionar cruces. Un vehículo de esas características se puede fabricar enteramente en Colombia, estimulando la economía y parando la exportación neta de riqueza que significa la solución existente de importar todo lo que se mueve. El carro eléctrico es menos complejo y se ahorra miles de piezas del convencional. Por algo Tesla vale hoy un trillón (US) de dólares. Si se logra orientar el esfuerzo de ingenieros locales a fabricar un vehículo liviano (sin latas), simple mecánicamente, pequeño, y se pone a circular en vías exclusivas en las que nada se mueve a más de 30 kms por hora, podríamos aproximarnos a una ciudad vivible y amable, en la que la gente pueda llegar a su destino en un tiempo razonable, sin el prospecto de perder la vida en el intento.

La transformación de la ciudad tiene que ser gradual y siguiendo una planeación con una lógica muy distinta a la actual. Desarrollo vertical en las vías de eléctricos y bicicletas y barrios pueblo con todos los servicios para reducir la necesidad de recorrer trayectos largos. Evolucionar hacia un concepto de ciudad sin polución, sin ruido, sin accidentes mortales en la que la vida no transcurra en un cajón de hierro lleno de comodidades costosas, requiere tumbar paradigmas muy afincados en las mentes. Muchas ciudades europeas lo están logrando, y han demostrado que no es una utopía. Igual que con el cambio climático, no tenemos alternativa. O seguimos empecinados en recorrer el camino hacia el desastre en nuestros ineficientes, contaminantes, peligrosos y costosos vehículos o aceptamos las necesarias transformaciones que requerimos como sociedad y ciudad para seguir siendo viables.

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