La mitad más uno es la regla de la democracia que todos creemos aceptar. Si son 100 los que votan, es fácil decidir quién gana. Pero si son millones, ¿vale la mitad más uno? ¿Quién confía en el conteo? Y si hubo errores? O fraude? Se vuelve muy fácil tener unas cajas extras con votos que llegan de algún lugar distante.
Es lo que ha pasado en Perú. Pasó en Israel, en Turquía, y es el alegato sin cesar de Trump, que invalida la esencia misma de la democracia. Si esto se combina con congresos inoperantes, políticos corruptos dedicados a eternizarse en el poder, partidos de compinches, la consecuencia es votantes desesperados por encontrar un salvador.
Así, solo se requiere que aparezca en escena el Narciso levantisco que aplique la patentada fórmula: Él tiene la solución para todo. Se lo cree y a través de su envolvente discurso, se lo hace creer a muchos. Al principio, con dirección, firmeza y apoyo, logra avances que generan entusiasmo. Se convence de la necesidad de perpetuar su obra, e inicia la fase de consolidación: suprimir la oposición y prensa libre, que adquieren categoría de traidores a la patria, control del congreso, justicia y sistema electoral.
Quienes criticaban ardorosamente la imperfecta democracia que tenían, terminan lamentando y sufriendo una oprobiosa tiranía. Pero ya es muy tarde porque la nueva policía secreta encarcela, tortura y mata. Ahí si de verdad.
Si la democracia Colombiana no se sacude,va a repetir la historia, que con tanto sufrimiento se fraguó en la Alemania de Hitler, la Libia de Khadafi, la Nicaragua de Ortega, la Venezuela de Chaves, para mencionar unos pocos ejemplos.
La mitad más uno? Es el caldo para confusión y confrontación si la opinión sigue dividida con tanta precisión, como viene ocurriendo. Se tiene que establecer que gana quien tenga mas del 1%. La mitad mas 1. Porciento. Si es menos, se declara empate. Como no hay penaltis, tendrán que compartir gobierno. Es lo justo. No hay razón para que el 50 le imponga al otro 50 su sistema. Tienen que negociar cómo reparten el poder.
Si no se adopta ésta, o una fórmula parecida, vendrá el cuestionamiento a la legitimidad del ganador y la oposición rabiosa.
Reeleciones? Si se quiere evitar el riesgo de tiranía y acabar con la corrupción política deben prohibirse en todos los niveles. Preferible tener novatos chambones a crónicos ladrones.
Si la sociedad no se vacuna, combatiendo la causa ultima de su enfermedad, seguirá padeciendo los mismos males, asi les cambie de nombre.
Mientras los científicos del comportamiento refinan la formula, la Registraduría tiene que hacer un enorme esfuerzo de transparencia y eficiencia. En la era de internet no se puede permitir que a ultima hora entren los sospechosos votos de pueblos remotos que inclinan la balanza.
Con confiabilidad incuestionable en la elección, hay que exigirle a los candidatos, el respeto a la norma. Qué sentido tiene participar en un juego en el que, de entrada, no se aceptan las reglas? No puede registrarse un candidato que entre a la contienda diciendo que si pierde es porque hubo fraude o que si perdió va a movilizar sus huestes, para incendiar el país y hacerle imposible gobernar al que ganó.
domingo, 28 de noviembre de 2021
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