La fábula de la dignidad latinoamericana y el orgullo patrio ha dado para mucho. Sirve para inflar discursos, hinchar pechos y emocionar multitudes dispuestas a dar la vida contra el imperialismo. Lo curioso es que quienes promueven esas visiones jamás se detienen a explicar cómo un país, que también fue colonia, logró convertirse en una de las sociedades más prósperas de la humanidad. No dicen qué los hizo tan fuertes económicamente ni cómo alcanzaron a ser potencia militar. Prefieren la ruta fácil: ignorar que partimos de orígenes similares —indígenas invadidos por europeos— y que en apenas dos siglos unos llegaron a la luna mientras nosotros seguimos hundidos en el barro. La salida mágica: culparlos de todos nuestros males y reciclar el eterno discurso, que está precisamente en la raíz de nuestra pobreza.
De ahí el cuento de que la coca es menos dañina que el whisky. Que la hojita es sagrada, que nuestros ancestros la mascaban para hablar con los dioses. De ahí la desfinanciación del Ejército, la eliminación de la erradicación, el aumento frenético de los cultivos. Y de ahí el respaldo a Maduro, jefe del cartel de los soles, quien convirtió a Venezuela en el más exitoso de los narcoestados, mucho más de lo que Pablo Escobar hubiese podido imaginar. De ahí que sea tan tonto aconsejar que no nos metamos en el lio de Venezuela cuando la alianza es esencial a la supervivencia de ambos. Paradójicamente, la ineptitud para gobernar contrasta con la eficacia para delinquir. Son incapaces de sacar a la gente de la pobreza, pero maestros en impulsar el negocio criminal.
Han creído, fruto de su ilusoria megalomanía, que la operación podía sostenerse indefinidamente, alimentada con dólares fáciles, corrupción institucional y elecciones robadas. Pero han sido tan descarados que los vecinos del norte, recipientes de todo el veneno, resolvieron cerrar la llave del jugoso flujo que mantiene la maquinaria aceitada. los sostiene en el poder y les permite un discurso cínico y ventijuliero.
Si el bloqueo naval logra afectar el flujo verde o la presión logra liberar a Venezuela del totalitarismo criminal, veremos caer el peso como plátano maduro, convirtiendo en humo otro “logro” del gobierno. El mismo estado gaseoso de tanta mentira empacada en épica revolucionaria, mezcolanza ecológica y batiburrillo socialista.
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Muy bien dicho
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