viernes, 10 de octubre de 2025

Periodismo 2.1

Cuando muchos periódicos del mundo han entrado en crisis económica, forzando recomposiciones accionariales o cambios de dueño, se abre inevitablemente la gran discusión: ¿hacia dónde debe evolucionar el célebre “cuarto poder”?

Por ahora, da un pequeño alivio comprobar que, a pesar de las dificultades, aún existen grandes centros de información que hacen enormes esfuerzos por mantener una línea veraz. Pero para el ciudadano común es cada vez más difícil distinguirlos en la maraña de medios convertidos en instrumentos políticos o económicos, o en simples fábricas de escándalo barato. Todo eso mientras recibe el caótico torrente de redes sociales, especialmente entre los más jóvenes, donde la frontera entre dato, chisme y propaganda desapareció como por arte de algoritmo.

Para conservar su papel central, el periodismo necesita evolucionar. La impresión diaria en gran formato ya parece un fósil; ni ecológica ni económicamente es viable. Casi todos han migrado al medio digital… para caer en la trampa de la publicidad intrusiva y las ventanitas pop-up que entorpecen la lectura y espantan al lector. El reto —logrado por muy pocos— es producir textos agradables de leer en un teléfono, algo que sí dominan los influencers, maestros de la monetización sutil y del contenido masticable en 30 segundos.

Sin embargo, la salvación del periodismo serio no puede ser el facilismo informativo. Su única ventaja competitiva real es la búsqueda obstinada de la verdad. Quien persiste termina ganando reputación como medio confiable. El viejo “síndrome de la chiva” se multiplica hoy, cuando cualquier ciudadano puede “chivear” desde su cuenta anónima.

Y hay otra evolución que conviene evitar: la idea de que “todas” las opiniones merecen plataforma. No: ni filosóficamente ni democráticamente todas las opiniones son iguales. Promover la violencia como método para resolver diferencias no debería tener micrófono. El problema es que aquí la promoción es velada, disfrazada con neolenguaje que justifica a violentos y criminales. Incluso se llega a calificar de “intolerancia” el acto de desenmascarar a quienes promueven la violencia. Es el truco perfecto: convertir la complicidad en pluralismo y la propaganda en libertad de expresión.

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4 comentarios:

  1. Muy bien escrito y argumentado. Mi solución personal es poner más atención a las opiniones coherentes aunque sean distintas a la mía que a las "informaciones objetivas"

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  2. Respuestas
    1. Charlie Kirk era uno de los que envueltos en la bandera de la libertad de expresión agredía con sofismas y defendía el uso de las armas.

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  3. Excelente. Agredió tanto que logró que Trump fijará sus ojos en el; ahora son dos los ilegitimos con un mismo final.

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