domingo, 26 de octubre de 2025

¿Narcotraficante?

“No creo que el presidente sea narcotraficante, ni creo que sea una persona involucrada en el mundo de lo ilícito”, dijo el eterno candidato de las medias tintas, pocos días después de la genial revelación de la extirpación de la i, para convertir todo en lícito. La declaración no podía ser más insípida. Porque el punto, tal como lo ha planteado el gobierno estadounidense —y como lo viven millones de colombianos—, no es si Petro es un capo mafioso, sino si ha sido facilitador del narcotráfico. Y los hechos, muchos de ellos admitidos o incluso celebrados por los protagonistas, no dejan mucho margen a la duda. Ahí están el “pacto de la Picota”, discutido y conocido; los quince mil millones de aporte fraudulento que Benedetti aseguró haber puesto; los millones que Nicolás no entregó; el maletín de Laura Sarabia; la financiación de Maduro y hasta el famoso turbante lleno de dólares. No se trata de teorías conspirativas, sino de confesiones a micrófono abierto.

Y las pruebas del cumplimiento de esos pactos están a la vista: excarcelaciones y nombramientos de condenados; rechazo a la extradición de narcos; otorgamiento de estatus político a grupos que se autodefinen como criminales; la llamada “paz total” convertida en festival de impunidad; el tarimazo con hampones; el apoyo abierto a Maduro y los acuerdos fronterizos que permiten el libre flujo de armas, coca y delincuentes. A eso se suma el debilitamiento del Ejército, el rompimiento con Israel y la provocación hacia Estados Unidos para dinamitar la cooperación antidrogas. Todo aderezado con una solidaridad conmovedora hacia los traficantes “atacados injustamente”.

Independiente de la credibilidad de Trump, quien revise objetivamente los hechos concluiría que el actual gobierno colombiano ha sido de enorme utilidad para que la exportación de cocaína crezca y los carteles acumulen más poder, dinero y armas, con las que aseguran su influencia política. En 2010 teníamos unas 40.000 hectáreas de coca. Hoy, gracias al modelo progresista, superamos las 250.000. La producción subió un 53% solo en este gobierno, y las incautaciones, medidas como porcentaje de lo producido, están en su punto más bajo histórico. Con las mismas cifras que el gobierno exhibe con orgullo, queda claro que Colombia lanza al consumo mundial más cocaína que nunca.
Así que, aunque el presidente no sea narcotraficante, sus resultados son dignos de un gran capo. La diferencia es que éste, en lugar de huir de la justicia, da discursos sobre ética y soberanía nacional.

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