viernes, 4 de julio de 2025

La improbable dictadura

Si revisamos los últimos cien años de política en América Latina, el diagnóstico es claro: las dictaduras han encontrado terreno fértil. Todos los países han sufrido alguna. En número de años bajo regímenes autoritarios, hay un amplio rango: desde apenas 4 en Colombia, hasta 60 en Nicaragua (o 71 en México, si se considera el largo monopolio del PRI). En promedio, la región ha pasado 32 de los últimos 100 años bajo dictadura. Una tercera parte de su historia reciente atrapada en el autoritarismo.
¿El campeón de la democracia? Colombia. Y en aparente paradoja también campeona en violencia. Tal vez porque la democracia, en su generosa amplitud, permitió pensar que la diversidad incluía también a quienes empuñaban las armas para llegar al poder. El resultado ha sido una cultura marcada por la transgresión: altas tasas de criminalidad, desconfianza en las instituciones y un concepto libertario que a veces se confunde con hacer “lo que se me dé la gana”.
Esa libertad mal entendida y abusada ha producido un curioso efecto: un rechazo subconsciente y persistente a cualquier intento de centralismo autoritario. Como si el país, por vivir al borde del caos, se estuviese vacunando —aunque con efectos secundarios— contra la obediencia ciega. Aquí muchos viven con miedo, sí, pero también dicen con resignado orgullo: “igual a esto no hay nada”. Un reconocimiento tácito al valor de la libertad.
Sea esa la explicación o no, la verdad estadística es que Colombia ha resistido mejor que otros países los encantos de las dictaduras. Y por eso resulta poco probable que acepte mansamente la que ahora se cocina, entre discursos populistas y reformas impuestas a golpe de megáfono.
Ya son varios los periodos de la historia en que el país ha sufrido incrementos en la capacidad violenta de grupos criminales. Se ha resuelto llamar guerra a este proceder como si fuese un recurso válido para dirimir las diferencias. El resultado ha sido siempre el empeoramiento de la condición que supuestamente se pretende mejorar con la generación de más pobreza, sufrimiento, desolación y muerte.
Por eso resulta tan equivocada la pretensión de solucionar “en la calle” las diferencias que existen con relación a nuevas leyes. Prender la mecha en un país que se enciende fácil es peligroso para todos, incluyendo el dueño del fósforo.

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3 comentarios:

  1. Lo que si es cierto, es que con la pletorica y sempiterna riqueza del País, la Seudo Democracia vivida en muchos años, no ha logrado la redistribución de riqueza que permita, sin regalar nada, que seres humanos cuenten con derechos mínimos que nos permita generar oportunidades de una sociedad realmente equitativa, sin estigmatizar que pensar en función de lo social es comunismo o socialismo!

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  2. Desafortunadamente Colombia sustenta el titulo de corrupto número uno en América.
    Producto de los gobernantes que hemos tenido siendo los más célebres Samper, Santos, y el pervertido, corrupto e ilegitimo que hoy nos gobierna.
    Todos esos grupos delincuenciales Jamás doblegan un estado a menos que desde adentro del propio estado los protejan y patrocinen.
    El país hoy está comiendo de su cocinado, de su tolerancia con los ilegales, de su complicidad, de su indiferencia y de sus en inequidades.

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  3. El escudo habla de libertad y ORDEN la primera premisa da para todo el juego político que sufrimos y amamantamos y la segunda Que?
    No respetamos ni siquiera un pare y cuando salimos de este bello país nos admiramos del respeto por las normas.
    Esto está socavando nuestra supuesta libertad .
    Es país político usa nuestro desorden.
    Debería ser ORDEN , RESPETO y LIBERTAD. NO PARA HACER LO QUE ME DE LA GANA.


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