miércoles, 6 de marzo de 2024

La Moral revelada

Los fundamentalistas religiosos se creen poseedores de la verdad e imbuidos de la única moral aceptable. Citan pasajes bíblicos, coránicos, o de cualquier otro libro que consideren sagrado como inspiración para su comportamiento. Invocando siempre la paz, la justicia y la bondad han sido capaces de involucrarse en toda clase de atrocidades: sacrificios humanos para aplacar Dioses, bombas o actos suicidas que generan destrucción y muerte, explotación, tortura de mujeres y esclavitud descarada o encubierta, asesinatos selectivos y crueles de quienes se atreven a criticar o caricaturizar a sus profetas, para mencionar solo algunos de los más conocidos.
Por suerte en occidente, con excepción de USA, quedan pocos, pero se dan silvestres en otros lares y generan indescriptible sufrimiento a sus semejantes que con frecuencia son connacionales o inclusive correligionarios.

Lo que si padecemos es la diseminación viral del fundamentalismo ideológico. Al igual que sus pares en la religión, fueron educados con unos pocos textos que repiten distintas versiones de lo mismo y se les enseñó que era la fe en esas creencias lo que valía. Se llegó a la osadía de calificar esa visión como científica lo que la volvió indiscutible. Se les prohibió la lectura de “basura” y el intercambio de ideas por fuera del culto. Se les enseñó que si había contradicción entre la realidad y el ideario, había que interpretarla y torcerla hasta adaptarla a su verdad. Se los convenció que solo su moral era humanista, que solo ellos se ocupaban del prójimo y la naturaleza en forma adecuada y que su sistema social era tan puro que muchos, ni siquiera los beneficiados, lo iban a entender. Por eso había que imponerlo con violencia. Los no creyentes son nazis o fachos y si no se tiene el poder, es legítimo matarlos, secuestrarlos, amedrentarlos y despojarlos. Si se tiene el poder, hay que encarcelarlos, exiliarlos o desaparecerlos con el amplio menú de opciones que ha sabido desarrollar la perfidia humana.

En nombre de un bien superior común, encuentran validación moral para destruir, asaltar, quemar o matar uniformados o cualquiera que se les oponga, invirtiendo los valores sociales, premiando, nombrando y promoviendo criminales mientras se persigue con toda clase de restricciones y regulaciones a los que están tratando de producir.



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