martes, 13 de febrero de 2024

Los neo Monarcas

En la mayoría de los regímenes presidenciales se cometió el error de acumular demasiado poder en la figura del presidente. Es cierto que muchos previeron la necesidad de contrapesos y por eso existe el sistema judicial con sus cortes, el legislativo con el Congreso, y la prensa que con libertad, puede investigar, denunciar o criticar.

Pero la concentración de poder en UNO, ha resultado en que el personaje adquiere estatus de Rey. Se le hacen mansiones palaciegas tanto para su trabajo como para sus vacaciones. Se inventan una costosísima parafernalia para moverlos que implica caravanas blindadas, helicópteros, aviones. Se los rodea de una enorme guardia que los cuida y les transmite que tienen que ser lo más preciado del mundo. Coloridos y pintorescos uniformes para los soldados que les hacen venias, les abren puertas, les tocan música en vivo y el directo por el solo hecho de caminar. No pueden hablar ni reunirse con nadie si no es en vistosos escenarios que muchas veces mandan a construir para exaltar su grandiosidad. Todos en sillones-trono alrededor de mesas imposibles, semienterrados en flores y super pantallas. Sus vasallos, chambelanes y mayordomos inventan cada vez más fastuosidad para ensalzarlos.

Y es cuando se visitan entre ellos que más sacan a relucir la ostentación y el lujo en una competencia internacional por demostrar quien tiene el aparato de opulencia mejor aceitado, o quien desperdicia más recursos en alabanza mutua. De allí la fascinación de nuestro Narciso viajero.

Para aspirar a una Presidencia se llena generalmente el requisito de iniciar con un Ego bastante desproporcionado. Pero cuando se llega y lo rodea el oropel, es inevitable que la vanidad se inflame. Así se evoluciona a personajes que sostienen que su posición les da inmunidad absoluta, que no importa qué crímenes hayan cometido, están protegidos por esa condición cuasi celestial. Otros que, al ver operar los contrabalanceos de la democracia, salen como energúmenos a denunciar conspiraciones, y hacen llamados a sus fanáticos, siempre tan dispuestos a la violencia, para que procedan con los linchamientos. Y otros que lanzan guerras a vecinos, después de “concienzudos y profundos” análisis históricos con los que justifican, imbuidos de infinita bondad, la horrenda matanza.

Cuando se consuma la barbarie, despliegan un cinismo tan elaborado que si no produjese asombro y náuseas, podría ser considerado virtuoso.

Habrá que tener compasión con los presidentes que se transforman Monarcas, cuando son ascendidos a un trono que les depara tantas alabanzas de sus amanuenses y los rodea de tan brillante pompa? Pasarán a la historia como tantos otros fatuos personajes obsesionados con su gloria que son recordados por el sufrimiento y número de muertes que generaron.

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