Un senador decía que Petro no se ha dado cuenta que él es el gerente del país. Después de 18 meses le sigue echando la culpa al gobierno (si, al suyo), a los políticos, a los ricos, a los neoliberales y a la “casta que lleva 200 años de explotación”. Nunca he sido capaz de ver o admitir todo lo que había mejorado el país y lo mucho bueno que todavía tiene.
Para él todo ha sido y paradójicamente sigue siendo, un horror, porque él solo llegó al gobierno. El poder lo tienen los ricos que no lo dejan gobernar.
Hay que reconocer que raras veces tiene razón. El poder en este país, y en cualquier otro, lo tiene la inmensa mayoría que trabaja y genera riqueza. Son todos los que mueven la economía y generan prosperidad. No lo tiene el 3% que son los que viven del estado, en alta proporción lo parasitan y en buena parte se dedican a obstruir la generación de riqueza.
Afortunadamente, buena parte de latinoamérica lo ha entendido. Y no importa que tan torpe sea un gobierno ni cuantas triquiñuelas se inventen para esquilmar a los que trabajan, quienes de verdad tienen el poder económico son los millones que salen todos los días a ver como le aportan a la sociedad un servicio o un producto a un precio competitivo.
En realidad, lo que ocurre es que Petro ni siquiera considera que haya que gerenciar el país. Más aún, no entiende ni sabe que es gerenciar. Si algo caracteriza a la mente socialista, es el desprecio por el empresario, el directivo, el gerente. Todos son vistos como abusadores y explotadores del verdadero valor que es el trabajador raso. No logran entender que entre todos se conforma un equipo que en la medida en que es gerenciado con el clásico “planear, organizar, dirigir y controlar”, se logra aportar un beneficio a la sociedad. No captan que el dinero, que los asquea cuando no está en sus bolsillos, no es sino una unidad que sirve para medir la capacidad de servir a la comunidad. Su desprecio por el complicado y difícil trabajo de gerenciar los lleva a entregarle “al pueblo” el manejo de las empresas. Los desastres que han resultado de esta concepción han sido numerosos aquí y en todas partes, siendo la ruina de PDVSA o la ruina de un país, el más reciente y cercano. No han podido entender que el “milagro chino”, resultó de la estrategia del partido comunista de enviar cientos de miles a educarse en administración de empresas en universidades americanas.
Esa miope y obtusa visión es la que lo lleva a proponer que los ingenios sean manejados por los indígenas, los puertos por pescadores y el aeropuerto Palmaseca, ejemplo de buen funcionamiento, vuelva a manos de la burocracia estatal.
Si, el poder lo tiene la inmensa mayoría de Colombianos que trabajan y han logrado un patrimonio y modo de vida. No se lo pueden dejar quitar por un Narciso monotemático y desinformado que se empeña en imponer recetas de miseria.
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domingo, 4 de febrero de 2024
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Deseo con todas mis fuerzas que ese Narciso equivocado lea este artículo que no hará diferencia pero sumará a quienes no nos conformamos con una Colombia otra vez paria en el mundo.
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