lunes, 4 de julio de 2022

Corruptible

El libro de Brian Klaas, quien ha estudiado un fenómeno que es mundial, da elementos claves para entender sus orígenes y modus operandi. Plantea múltiples acciones efectivas, ninguna de las cuales consiste en confiar en el mesianismo presidencial. Lleva a entender que la corrupción es culebra de muchas cabezas y reducirla implica trabajar en varios frentes.

Sus datos y análisis demuestran que el poder corrompe. Entre más concentración y duración de poder, más posibilidad de generar corrupción. Es una de las razones por las que las democracias exitosas, cambian el liderazgo y explica el porqué de la creciente cosecha de tiranos criollos, buscando eternizar su cleptocracia en el poder. Por eso resulta muy pertinente estudiar las contradicciones del momento actual. Siendo que la corrupción es el eje central de las preocupaciones, ahora resulta que vamos a aumentar el aparato estatal, recurso infalible para inflarla.

Demuestra también Klaas que cuando un sistema es corrupto, atrae a los más propensos a engañar y hacer trampas. Opera un filtro negativo,como acaba de probarse con las joyas que van a acceder al poder. En la medida en que la gente honesta no se mete en política, porque es una porqueria, son los deshonestos, los que más se estimulan a tratar de darle un mordisco al pastel oficial.

Pero tal vez lo más desconcertante es cómo subyuga el liderazgo de los corruptos. Porque aquí, y en casi todas partes, son elegidos, al menos la primera vez. Por votar por quienes encantan con un discurso y no hacer un trabajo serio de análisis, estudiando con responsabilidad las propuestas y evaluando sus realizaciones anteriores. Un mal liderazgo en ciudades, departamentos o países puede ser el factor más determinante del futuro, y sin embargo se toman decisiones de voto con una superficialidad pasmosa. Se vota por promesas porque son cantadas con entusiasmo lírico o no se vota, entregando toda la capacidad decisoria a una cuarta parte del electorado.

Otro componente importante es el diseño del sistema. Cuando lleva mucho tiempo, como en casi todas las democracias, han tenido los más torcidos la capacidad de ir armando una estructura en la que solo ellos prosperan. El honesto que gana una elección, se enreda en una maraña de normas, costumbres y trampas que no logra entender, y termina asfixiado por el complejo mundillo de expertos que se saben todos los trucos para robar y no dejar huella legalmente válida. El incauto elegido ve con desesperación cómo se restringe en forma creciente su campo de acción. Sus buenas intenciones se enredan en una pegajosa telaraña que lo inmoviliza, y sus proyectos quedan sepultados por un alud de procesos legales.

La perversión está tan instalada y aceptada, que se ha recibido nombre de ingenio: maquinaria. Quien nada con agilidad en el pantano, entiende que el rol central de un elegido, es usar los recursos de todos, para adueñarse de puestos que tienen que “rentar” los votos que lo vuelvan a elegir. Esta “técnica” usada con perversa habilidad, como se demostró en la Alcaldía de Bogotá, resulta un eficaz multiplicador, y gracias al hechizo de la prédica, no se reconoce como corrupción. Lleva al empoderamiento de los corruptos.

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