sábado, 19 de junio de 2021

Confusion



Es, sin duda, la esencia de la estrategia del paro. Crear confusión. Un ejército de periodistas y analistas, muchos pagados y contratados, otros… confundidos!, consumen lo que nos han servido en la misma bandeja, para que no seamos capaces de discernir.

Por un lado tenemos un gran grupo de Colombianos, que tienen justificados motivos para estar inconformes: corrupción, ineficiencia estatal, sistema judicial pesado, congresistas y magistrados llenos de privilegios, inequidad, miseria, hambre, pesima educacion, fallas tremendas en el sistema de salud. Cada cual, a su nivel, según su campo de acción y sus intereses, logra compilar una larga lista de quejas, que despliega con orgullo cada que se convoca al deporte nacional más popular: rajar del país.

Quienes hemos tenido oportunidad de vivir en otras latitudes, sabemos que esas listas existen en todas partes. Pero es motivo de orgullo patrio, mantenerlas bien guardadas y airearlas lo menos posible. Por eso, cuando se mide percepción de cualquier cosa negativa, somos campeones.

La gran mayoría de estos quejosos patriotas, creen en la democracia, la libertad económica y el diálogo pacifico para resolver nuestras diferencias. Los más molestos, protestan, marchan, y quieren ejercer presión para que las cosas mejoren más rápido. Esos son los pacíficos manifestantes.

Pero hay también un pequeño grupo que representa un 3% de la población, que cree que la dictadura del proletariado es la solución. Y como no la han podido imponer a la fuerza, usan con habilidad la confusión.

Se organizan marchas. Salen los pacíficos cantando con entusiasmo. Al final, entran cuadros bien armados a atacar, destruir, quemar, cuando todavía hay marchantes. La policía hace lo que tiene que hacer: tratar de proteger vida y bienes. Se confunde la reacción policial, con represión a unos jóvenes pacíficos inconformes. Así lo perciben los marchantes. Así lo reportan los periodistas. La misma policía se confunde, de tanto ser acusados de abuso, ya no se defienden ni defienden a nadie.

La protesta auténtica y legítima de miles, se confunde con la barbarie de unos pocos. Ayudan los recuentos y videos mentirosos. Todos caen en la trampa. La sociedad se confunde. “Tenemos que cambiar porque nos van a arrasar”. No distinguen que la violencia viene de unos pocos, contra los que bastaría una efectiva acción policial, como ocurre en todo el mundo. Se proponen soluciones. Recojamos plata para dar empleo. Hagamos fundaciones para ayudar. Regalemos comida.

Como todos estamos confundidos, no se entiende que esas acciones, si bien alivian la presión, son de corto plazo. La gran inconformidad, la de la mayoría de los ciudadanos molestos, se resuelve con cambios estructurales permanentes: sistema tributario que no sea burlado por los más poderosos, participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas, cárcel y confiscación de bienes para los corruptos y tramposos.

Creer que con medidas temporales se va a lograr el apaciguamiento de los violentos es una ilusión vacua. La violencia es promovida por los amigos del socialismo del siglo XXI, quienes van a considerar cualquier ayuda, como migajas que caen de la mesa de los ricos.

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